Esta es una
de esas ocasiones en que no importa lo que digan páginas como la oficial de
Helloween, Wikipedia o Metal Archives, porque la información en ellas es
confusa; me importa entonces lo que yo recuerdo, y tengo la prueba de que así
como lo cuento, es. Yo conocí a Helloween con un EP que en varios sitios
(incluso la página oficial de la banda) es acreditado como sencillo, llamado
“Judas”. La versión que yo tengo es de 1986 pero contrario a las fuentes
oficiales, trae 5 y no sólo tres canciones, de ahí que me incline más por
llamarlo EP. Está firmado como producto de Noise International y Combat Records
y la distribución se le atribuye a ImportAnt. Es en todo caso una mezcla del
primer EP oficial de la banda, llamado Helloween, y el sencillo de 1986 llamado
Judas; es decir, el lado A de mi disco es todo lo que se encontraba en el
sencillo llamado Judas (“Judas”, “Ride The Sky” y “Guardians”) y el lado B coincide
con el lado B del EP homónimo. ¿Confuso? Bueno, eran los tiempos en los que no existía
internet así que los registros de ciertas cosas suelen ser erráticos. Es, como
sea, un disco especial en mi colección porque fue el que me abrió la puerta
para conocer a la que hoy, 30 años después, se mantiene como una de mis cinco
bandas favoritas de todos los tiempos.
El vinil lo
compré en una tienda que se llamaba Discos Ser, en la calle de Perpetua, justo
en la planta baja de lo que después se llamó el LUCC y que en algún tiempo fue
un estudio de tatuajes llamado Rock and Roll Circus.
Poco después
llegó a mis manos el Keeper of the Seven Keys Pt II, lo cual sugiere que conocí
a la banda por ahí de 1987-88, y desde entonces, el enamoramiento fue intenso.
Helloween fue la primera banda que vi en vivo en el Circo Volador, o por lo
menos eso creo recordar. Aunque no recuerdo el año, la sensación es bastante
vívida, en las paredes internas del ex cine había grafiti, el lugar se sentía
húmedo y además el techo sudaba, literalmente. Después he tenido la fortuna de
verlos en varias ocasiones más, con varias de sus alineaciones y prácticamente
con todos los músicos que han pasado por ahí, excepto obviamente con Ingo
Switchenberg, fallecido trágicamente en 1995 tras arrojarse a las vías del
tren, en Hamburgo.
La historia
de la banda es amplia y ha sido contada muchas veces. Hoy parece irrelevante
quien tenía razón, aunque a juzgar por el tipo de discos que hizo Michael Kiske
luego de ser expulsado y el tipo de discos que hizo Helloween, es más probable
creer la difundida idea de que cortaron al cantante porque llevaba a la banda
por un camino musicalmente incorrecto. A mí me gusta mucho el Chameleon, pero
ciertamente es un disco que queda ahí como parte de una etapa experimental y no
como un clásico del metal.
Crecer como
metalero implica absorber toda la información que se pueda sobre las bandas que
a uno le gustan. Hacerlo sin internet era mucho más divertido y exótico, dependías
de las revistas, las historias de los amigos o primos que habían viajado fuera
de México, de los dichos de los demás. Así, saber que existía un Keeper Of The
Seven Keys sonaba lógico si existía uno llamado Part II, después estaban los
casetes que grababan los amigos, y que tal rola venía en el primer disco de la
banda, uno llamado Walls of Jericho, pero entonces ibas a la tienda de discos
(Ser, o Zorba Music o Hip 70 o Super Sound en mi caso) y buscabas, y si el que
te atendía era más bien progre o rocker pero no metalero, la odisea era peor
porque de ellos dependía parte de tu conocimiento sobre el metal: si ellos no
sabían, tú quedabas en el clásico “mis amigos dicen que” y debías aprender con
base en eso, como el sexo. Esto es, si ellos no sabían o te decían que no
existía, difícilmente podrías encontrar una fuente más informada o con mejor
credibilidad. Lo bueno en mi caso era que los casetes no mentían y canciones
como “Heavy Metal Is The Law” daban fe de que había más discos, o por lo menos
más canciones de las que ya conocíamos para finales de los 80.
Ya con Andi
Deris el cambio era notorio, pero si bien las canciones eran menos épicas y la
voz un poco menos espectacular, también era cierto que los discos eran mucho
más pesados y rápidos. ¿Cómo no caer ante los pies de una banda que después de
crear maravillas como “Ride The Sky”, “How Many Tears”, “I’m Alive”, “Future
World”, “March Of Time”, “Eagle fly Free” o “Halloween” superó el bache creativo
de Pink Bubbles Go Ape y Chameleon para crear temas como “Sole Survivor” y
“Still w ego”, para de ahí seguirse en una racha que más bien ha sido excelsa?
Como sucede
con cualquier banda que alcanza el estatus de leyenda, los rumores, peticiones
y exigencias de volver a la alineación original o por lo menos a la alineación
clásica nunca se dejaron de escuchar. Deris ha hecho un trabajo excelente a lo
largo de diez discos, más de los que grabaron con la alineación original (uno
solo) o la clásica (cuatro). Así, yo tuve la fortuna de verlos con Kai HYansen
de invitado en Wacken, y luego en México. Posteriormente el mismo Hansen se
reunió con Kiske en el marco del proyecto Avantasia y los rumores crecieron
hasta que la banda encontró una respuesta que parece la ideal para satisfacer
esa demanda: Pumpkins United.
Aquí no hubo
necesidad de correr a nadie para hacerle cancha a los que regresan, lo único
que se hizo fue sumar piezas. Hansen suma una guitarra al doble ataque que mantienen
desde hace algunos años Weikath y Gerstner, el bajo siempre ha corrido en manos
de Grosskopf, Deris y Kiske tendrán su espacio detrás del micrófono y la
batería, que es la única posición que por razones obvias no puede rescatarse en
el contexto de la banda original queda en manos de Dani Löble, que lleva ya
doce años y cinco discos con la banda. Manjar de manjares en el que a pesar de
que no se sabe cómo funcionará exactamente, será México el país que le ofrezca
la primicia al mundo entero. Primero en Monterrey, el 19 de octubre, y luego en
la CDMX, el 21, las calabazas reunidas pondrán no sólo el pie en el acelerador
sino la pauta de cómo serán las hasta ahora 33 fechas extra que se han
anunciado.
Es de
esperarse que alguno saldrá decepcionado, alguno de esos a los que nada les
acomoda, aunque también es cierto que llega un momento en la vida de cada
metalero en que lo menos importante es saber de qué se quejó alguien más y
tener una opinión propia sobre lo que se atestigua. Desde mi perspectiva,
Helloween es una de esas bandas que jamás te decepciona en vivo, o por lo menos
a mí nunca me ha sucedido. Esta experiencia tiene todo para ser uno de los
momentos más memorables del power/speed metal y así es como considero que debe
ser la expectativa, porque eso sí, la banda camina sobre una afiladísima hoja
de metal y depende sólo de ellos que al terminar de recorrer ese camino lo
hagan sin cortaduras en los pies.
Recuerdo que
siempre he escuchado que Weikath es sangrón y que no le habla a nadie y que
corrió a todos los corridos en la historia de las calabazas, pero a pesar de
que nunca he tratado directamente con él, una vez lo vi en Wacken portándose
completamente al revés de lo que su fama indica. Estaba con algunas personas en
la zona VIP, bebiendo cerveza y fumando tabaco cuando se le acercó un niño
pequeño, probablemente de no más de 8 años. Supongo, porque no hablo alemán,
que le habrá pedido que le firmara una libreta que llevaba. Weikath le contestó
en lo que aparentaba ser un mal modo porque el niño se quedó pasmado, pero luego
le tomó su libreta y la pluma y le hizo un dibujo maravilloso de una calabaza,
adornada con su firma. Supuse entonces que lo que dejó petrificado al niño no
habría sido una grosería sino, tal vez, algún comentario amable. Como sea, el
gesto fue de alguien que sabe tratar a sus fans y no de un patán. Historias que
aprende uno en esta carretera del rock.
Cada año me
imagino que es poco probable que algo llegue a sacudir mis cimientos, que ya no
hay casi nada que no haya visto y que me mueva el tapete, y cada año sucede que
me toca ver en México a Celtic Frost en el último concierto de su carrera o a
Candlemass en el lobby del Circo en una de las experiencias más sobrecogedoras
que he vivido o que puedo disfrutar de My Dying Bride al borde de las lágrimas
o claro, que las calabazas se reúnen y se vuelve imperativo estar ahí.
Por eso no
quiero cerrar este homenaje a una de mis bandas favoritas con un tétrico “ojalá
todo salga bien”, mejor con un decidido “ojalá superen mi expectativa, que es
bastante alta por cierto”.
¡Allá nos
vemos!
3 comentarios:
No manches Migraña, eso de que ya casi no haya nada que te mueva el tapete y que prácticamente hayas visto todo se leyó bastante mamon.
Tengo la fortuna de asistir a conciertos desde hace 25 años (tengo 42) y creeme que me sigo emocionado como la primera vez, claro con unas bandas más que otras, por supuesto.
Del concierto de Helloween, que te puedo decir? En verdad que fue una noche mágica, ver a Kiske y Hansen interpretar los himnos más representativos de la Calabaza fue realmente emocionante. De hecho quien se llevó la noche fue el maese Kay. Vaya forma de ejecutar la guitarra, con clase y maestría. A mi me dejó pendejo.
Buen post, salvo la última parte jeje...
Saludos...
Pd La primera vez que vinieron fue el 16/17 de Dic del 98 al volador. El boleto (edición) está muy chingón. Yo fui al del día 16...
*Kei Hansen...maldito traductor
\m/
Bueno, todo ese texto es una referencia a lo emocionado que estaba de ir, lo cual significa que como tú y valga la redundancia, me sigo emocionando. Ya si el que haya visto casi todo lo que he querido ver suena mamón pues ok, es tu punto de vista. Te agradezco que hayas leído. Gracias por el dato de la primera visita, mi memoria es tristísima, jeje.
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