Histórico.
Así fue el concierto de Cenotaph el sábado pasado en el Circo Volador. Sí, pudo
haberse llevado al foro grande y aunque probablemente no habría llenado todo el
inmueble, seguramente las cerca de 1, 200 personas que caben en la parte de
abajo, hubieran llegado. ¿Por qué no se hizo ahí entonces? Buena pregunta,
aunque algo me dice que al ver la pre venta, los organizadores habrán pensado
que sería un Lobby muy bien logrado. Probablemente les faltó imaginar que el
mero día, seguramente llegaría mucha gente, a pesar de que constantemente se
avisó que, de quedarse en el Lobby, el boletaje podría agotarse. Y así fue.
Eso, sin embargo, es lo de menos, el punto era ver si nuestra escena está lista
para asistir en buenas cantidades a un concierto exclusivamente de bandas
nacionales, de metal extremo además, con precio de 450 pesos. Lo que debería
ser la norma pues, aunque estemos acostumbrados a pagar 50 pesos y sentir que
es carísimo, un abuso y que la mayoría sólo los paga porque Dios es grande.
Me
tocó llegar justo unos minutos antes de las 7:30, hora en la que estaba
anunciado Majestic Downfall, desde mi perspectiva, una de las más grandes
glorias “actuales” que tiene nuestra escena. Desde la mañana se había anunciado
que no había más boletos, pero al llegar, la cantidad de gente que estaba en
espera de que por alguna razón se liberaran más entradas era bastante
considerable. Llegué desde Calzada La Viga, y una vez cruzado el Viaducto quedó
claro que se trataba de un show predominantemente “vieja escuela”, pues la
lateral y locales que normalmente ofrecen servicio de estacionamiento estaban
llenos de autos.
Mi
caso era justamente una buena muestra de este encuentro generacional: yo, cerca
del tostón, Kelpy Interesante, apenas pasados los 30 de edad. Ya ahí calculo
que la proporción habrá sido un 70-30 entre vieja guardia y generaciones más
jóvenes, lo cual también era interesante, significaba que los más jóvenes
tendrían acceso a una banda que dominó los escenarios en los 90, cuando muchos
de ellos apenas usaban pañal. Para otros, nos significaba ver en vivo por
primera vez a una banda que conocimos en su momento pero que por diversas
causas nunca vimos, y para otros, era un reencuentro esperadísimo.
Por
causas personales no pude llegar antes, pero si lo hice a tiempo para degustar
del Doom/Death de Majestic Downfall, proyecto de Jacobo Córdova que, a pesar de
haber iniciado desde 2006 -en ese tiempo como proyecto unipersonal que sacaba
discos nada más-, apenas hace tres o cuatro años se convirtió en banda formal.
Lo
suyo es un Doom cargado con toques Death de excelente calidad. La brutal
pesadez de la música es directamente proporcional a la gravedad distorsionada del
bajo y la enorme capacidad de Dah, Aly y Alfonso en las guitarras y batería,
respectivamente. Enorme presentación con un estilo de música que no es, y
probablemente nunca será, del gusto de las masas. Para la hora de su
presentación el Circo estaba casi lleno, y la respuesta de la gente fue muy
buena. Hubo quienes se confundieron y aplaudieron lo que parecía el final de
alguna canción, aunque en realidad eran pasajes Doom de esos en los que la
estridencia da paso a momentos de tranquilidad sonora, lo cual fue sublime. Si
te gusta el metal lento, muy pesado y presentado en composiciones largas y avasalladoras,
Majestic es para ti.
Después
fue turno para Rex Defunctis, banda regiomontana de la cual debo admitir que no
sabía nada. Es más, supe que eran regios ya en el Circo. Con ese
desconocimiento lo que restaba era escucharlos con respeto y esperar a Cenotaph,
o al menos eso suponía, porque con el paso de algunos minutos quedó claro que
era una gran banda. Doom también, aunque más con toques tipo Stoner, su
presentación se convirtió en un manto envolvente que terminó por ganar a un
nuevo fan. Vaya demostración de calidad, de ejecución instrumental, de dominio
del género. Después supe gracias a Victor Varas y a algunas páginas de
referencia que tiene miembros de los legendarios Argentum y de Occulus. Con un
sonido más influenciado por bandas como Trouble y Saint Vitus, su presentación
fue sencillamente excepcional, y debido a que tiene más partes “movidas”,
provocó un mosh pit intenso y de buen tamaño que sirvió de preludio para lo que
venía. Su único disco en formato larga duración, “Tenebram Vobiscum”, es
distribuido por Chaos Records, y su demo “Cofani Funebri”, en caset, lo
distribuye en México Death in Pieces Records, ambos sellos nacionales.
Los
primeros en tocar fueron los mexiquenses Hellsphere, quienes se autodenominan
como obscure heavy metal y los queretanos Question, Death Metal que también se
encuentra en Chaos Records.
Ya
por ahí de las 9:40 llegó el momento que todos esperaban: Centoaph en el
escenario. El escenario, iluminado de azul y adornado con un efecto tipo niebla
se veía como esas olas calmas que anteceden una tormenta, mientras por el PA
sonaba la intro de Epic Rites. Poco a poco entraron en escena Julio Viterbo y
Guillermo Sánchez, guitarristas, Alexis Aguilar en el bajo, Edgardo González en
la voz y Óscar Clorio en la batería, para iniciar a tambor batiente con The
Black Universe. A partir de ese momento todo fue una fiesta extrema, con un
mosh pit que creció por lo menos al doble de como se había visto y con una
euforia muy pocas veces vivida en conciertos de bandas nacionales. Se respiraba
el respeto que se le tiene a la trayectoria del quinteto, bien ganado, ese que
los coloca en el panteón de las bandas extremas mexicanas en lugar especial.
Grief
to oscuro y The Solitudes fueron las siguientes, y, como suele sueceder en
conciertos así, la piedrita en el zapato era que la guitarra de Julio y el
micro de Edgardo comenzaron a presentar ciertos problemas. Nada grave
ciertamente, pero si se notaba que los músicos estaban un tanto desconcertados:
esperaron meses para esa ansiada noche y todo debía ser perfecto. Curiosamente,
entre el público nadie se quejaba, finalmente, aunque por instantes se notó el
problema, el audio fue magistral, en buena medida por la excelente labor desde
la consola que hizo Jesús Bravo. Es decir, sí hubo algunos detalles, sobre todo
en los primeros tres o cuatro temas, pero la banda jamás dejó de tocar y al
final, quedó meramente en anécdota.
Edgardo
platicaba con la gente, contagiaba la felicidad que vibraba desde el escenario y
reiteraba el agradecimiento por la respuesta del público. Sonaron The
Solitudes, As the darkness borns y Among the abrupt y nadie recordaba los
detalles de audio del arranque. Cada descarga sonora era un pretexto para
sacudir el cráneo (algunos así, el cráneo brillante por el sudor, otros aún con
copiosas melenas), para aventarse al ruedo del slam, en el cual incluso hubo un
participante constante que traía un pie enyesado y por lo tanto llegaba al aquelarre
con par de muletas. De parte de los músicos se sentía entrega total, de parte
del público, reverencia.
Lorn
ends, Requiem for a soul request y Ashes in the rain… los golpes de brutalidad
y técnica no cesaban. El calor era intenso pero agradable, para cualquier punto
que uno volteara la miraba encontraba caras de felicidad, de asombro, de
satisfacción, de regocijo y de paz, no se veía a nadie que tuviera actitud de
irrelevancia, y esa sensación hizo que el concierto se viviera aún más int6nesamemte,
porque son caras que acostumbramos ver en presentaciones de bandas de fuera,
pero en esta ocasión se trataba de algo propio, de una banda al tope de su madurez,
con gran historia y aparentemente, con mucho futuro.
Siguieron
Tenebrus apparitions y Macabre Locus Celesta y quedaba claro que se tocarían
temas sólo de los primeros tres discos, esos que entre el 92 y el 96 mostraron
que en México había calidad de sobra.
La
siguiente triada de garrotazos incluyó Navegate, Severance y Soul profundis. Ya
para entonces la sensación era de agradecimiento. Para ese momento llevaban más
de una hora, algo que parecía poco probable y no porque no tuvieran material suficiente,
sino porque ya nadie toca más de 60 minutos. Sin embargo, con sólo mirar detrás
de Clorio y checar la enorme manta negra con el legendario logo en blanco era suficiente
para entender que estábamos ahí para hacer historia, no para ver a una banda
como tantas internacionales que ven esto más como negocio que como arte, que
tocan 45 o 50 minutos y se quejan de que fue larguísimo. Esa noche en el Circo era
distinta, se trataba de una fiesta por todo lo alto y realmente no había motivo
alguno para tocar menos. Pasaron muchos años para que el público pudiera verlos
de nuevo y lo justo era derramar cada gota de sudor sobre las tablas, sin
importar que eso significara tocar 75 u 80 minutos.
El
final llegó con Crying Frost y Thorns of Fog. El final que en realidad
terminaría por ser una especie de encore alargado. Ya para entonces más o menos
se sabía que a la gente que estaba afuera se le había ofrecido comprar boleto,
esperar el término del concierto y entonces ingresar para ver al Centoaph en
toda su gloria. Sí, significaba que el quinteto tocaría un segundo set completo
para cerca de 50 personas que esperaron decente y pacientemente afuera. No hubo
violencia ni intentos de portazo ni situaciones incómodas para nadie, hubo una
solución y un gesto importante de parte de la banda, porque no solo eran fans
que se quedaron con las ganas sino que algunos venían de fuera de la Ciudad. La
verdad es que si se hubiera anunciado con tiempo, hubieran llegado por lo menos
otro centenar de rockeros. Muchos que habían visto el concierto inicial se
quedaron y así, pasaditas las 12:30, el quinteto comenzó un segundo show,
completo, para lo que era una audiencia mucho más allá de lo saludable en
cuanto a número, e igualmente escandalosa que la que le precedió.
Fue
así como se gestó y llevó a cabo una noche legendaria, una en la que se demostró
que en México hay calidad, que hay excelentes ingenieros y personal de
escenario que lograron sacar adelante en tiempo y forma un concierto que
primero presentó a cinco bandas y después, nuevamente, a la estelar.
Cabe
destacar también que los organizadores dedicaron el concierto al fallecido Jorge
Monroy, hasta hace unos días el encargado de conciertos y logística del Circo y
eterno apoyador del metal nacional.
Fue una fiesta redonda, sin incidentes, lleno de sonrisas, con algunos que se excedieron en el consumo de alcohol pero que aún así disfrutaron a tope. Una noche de leyenda que quedará ahí como muestra de que sí se puede y no sólo eso, sino que se debe tener mayor respeto por el metal hecho en México y que, si queremos, podemos tener una escena realmente vibrante y sólida.
4 comentarios:
EXCELENTE RESEÑA OJALA PODAMOS DISFRUTAR DE CENOTAPH EN EL INTERIOR DE LA REPUBLICA ,,,,, Y OJALA A OSCAR CLORIO NO SE LE ASERQUEN SEUDOPROMOTORES COMO JSC Y DEMAS LACRAS
Se debe tener mayor respeto por el Metal hecho en México..... sabias palabras, reseña fenomenal. Gracias
Excelente reseña! Total respeto y apoyo al metal azteca...
Oigan alguien porfa que enumere el track list de ese tokin. Y si alguien lo tiene completo súbanlo porfavor ya que solo he encontrado videos sueltos en You tuve.
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