En ese contexto llega esta reseña de ElChivo, banda de rock pesado fundada en Monterrey por Marco Gil, bajista de Maligno. Se reseña porque me parece un gran disco, digno de llegar a la mayor cantidad de escuchas que se pueda. Ni más, ni menos.
Con eso en mente, aquí la opinión:
ElChivo,
reseña
Por
Luis Jasso
#SangredeMetal
ElChivo es una banda autodefinida como de rock pesado, fundada por Marco Gil, ex Toxodeth y baista/fundador de Maligno. El disco homónimo es su debut, lo presentaron en vivo ya en la CDMX y Monterrey y tiene todo para convertir a la banda en un grande de nuestro metal.
La voz tiene un timbre interesante, no es gutural ni mucho menos, pero tampoco es aguda, es un tono medio dentro del cual se manejan varios colores.
La voz tiene un timbre interesante, no es gutural ni mucho menos, pero tampoco es aguda, es un tono medio dentro del cual se manejan varios colores.
La
guitarra siempre establece primero el tono de la canción con riffs sumamente
pegajosos, pero siempre pesados. Eso no significa sin embargo que falten solos,
los hay, con enorme textura y sabor, cumplen perfecto la idea de un solo en el
contexto del rock pesado: redondear la canción, ponerse al servicio de la misma
y no tanto del lucimiento individual del guitarrista.
La
batería tiene esa onda setentera de usar todos los tambores, sin excesos, pero
con la idea de aprovechar todas las tonalidades que ofrece cada uno. Es un
excelente trabajo de poner el fundamento a la música y, una vez más, está
pensada como un elemento al servicio de las canciones.
El
bajo es, como debe serlo en este tipo de música, el elemento que pega todo y lo
solidifica. Siempre está ahí, ayuda a establecer el concepto de “pesado” en la
música y le da un tono agresivo y oscuro al disco.
Se
trata de un disco que podría ser el fondo musical de alguna novela de
Lovecraft, pero también de Poe. Es música que se degusta como un buen whisky en
las rocas al que se le pone atención en cada trago, se bebe despacio, se deja
sentir el recorrido de la bebida por todo el aparto digestivo hasta caer en el
estómago para inmediatamente sentir el cosquilleo etílico en el cerebro.
Ciertamente
es música más para los iniciados en las lides de los subgéneros más densos del
metal como el Doom, Stoner y Sludge. Si necesitas velocidad, doble bombo o
duelos de riffs frenéticos en las guitarras, esto no será tan de tu agrado,
especialmente porque, a diferencia de las tendencias actuales, ElChivo sólo usa
una guitarra.
Es
como el concepto de “The Oath” que invita a bailar alrededor del fuego, música
para desprenderse de cualquier peso que se lleve encima, aunque se logre
justamente con ritmos pesados. Habrá quien se imagine por ejemplo a alguna
banda power o tal vez alguna folk para musicalizar un aquelarre en el que todo
mundo, encuerado, baile alrededor del fuego. Otros nos imaginamos que si lográramos
despojarnos de tabúes y ataduras mostraríamos nuestras carnes a ritmo de
ElChivo, bailaríamos en una especie de estupor inducido por los hipnóticos
riffs de la banda, beberíamos y terminaríamos tirados en el suelo, mirada
clavada en las estrellas o las nubes y la mente clavada en temas existenciales.
Rola
por rola:
Ayahuasca.
Tiene un riff pesadote que establece el tono de todo el disco. La primera parte
de la canción recae en la vieja y confiable técnica de repetir el riff y
adornarlo con una buena melodía vocal, más adelante sin embargo se acelera un
poco, se vuelve un tanto psicodélica, con mucho más presencia de toms y platos
en la batería.
Becoming.
Esta ofrece un sabor setentero, algunos reseñistas le llaman “Groove”, y significa
que te dan ganas de cerrar los ojos, mover la cabeza, zapatear al ritmo del
riff y perderte en la magia rítmica de la canción. El bajo tiene gran presencia
en todo el disco, pero aquí engorda el sonido de la canción de manera
superlativa.
Intoxicated.
Tal vez la más comercial del disco, pero entendiendo que sería la más viable
para poner en la radio, no que suene popera o guanga. Sería una gran
acompañante en una rutina de ejercicio, por ejemplo, sobre todo porque su tempo
es un poco más rápido que la mayoría. La voz en esta tiene algunos efectos,
pero le quedan bien, no se siente excesivo y sobre todo, se nota que es para
darle otra vitalidad a la canción y no por falta de recursos vocales.
My
demons. Uno de los mejores riffs del disco. El acompañamiento con distorsión a
tope del bajo endurece el riff principal y le da un tono tipo Sabbath a la
rola. Joya.
Night
Queen. Comienza con un solo de bajo, pero que nadie se angustie, no es una
sobada de ego sino el establecimiento de una ambientación para la rola. Esta es
otra canción con un gran riff, con un sonido claramente enraizado en el rock de
los años 70, pero con una producción moderna y una composición que la hace
sonar relevante, en lugar de vieja.
The
lost and insane. Al principio suena como si fuera una canción de Pantera, sólo
que más lenta y más rítmica. El riff que la lleva es más pesado que melodioso,
pero las líneas vocales la complementan de manera tal que encaja perfecto en el
sonido de todo el disco. Es la más “pachecota”, por llamarlo de alguna manera,
de todo el disco, y su parte media así lo demuestra. El solo es como un lamento
de ansiedad, pero uno en el que esa condición sería la meta, y no un problema.
Psychprenia.
La más veloz del disco, aunque aquí la velocidad es directamente proporcional
al concepto setentero, es decir, tampoco es algo frenético tipo speed metal,
simplemente es menos lenta, pero sería una compañera ideal para manejar en alguna
recta de esas tan comunes en las carreteras del norte del país porque obliga a
matear, hacerle al baterista virtual y levantar el puño de vez en cuando,
situaciones todas que serían peligrosas en una carretera llena de curvas, pero
aliciente para no morir en el tedio en las carreteras que cruzan desiertos y
planicies. Curiosamente, con 2:42 de duración, es la más corta del disco.
The
Oath. Gran cierre. Es la segunda que inicia con el bajo al frente, aunque esta
vez acompañado por la batería. Es una excelente muestra del concepto general de
la banda: una sola guitarra, porque para establecer el ambiente no se necesita
más; un bajo sólido, distorsionado, que deja que cada nota se sienta y que pone
la cama sonora a la guitarra; una batería que nunca es menos en la canción,
pero sobre todo, nunca es más, es decir, no se siente que los riffs tocados en
ella desentonen sino que, al contrario, “engordan” el sonido y la voz de
Angelini, una de las características únicas de ElChivo, como invitación a
tararear, washawashear o cantar como debe ser, porque se siente familiar,
alcanzable.
Gran
disco, gran banda, buen concepto. 9 de 10 glóbulos de Sangre de Metal.
Puedes conseguir el disco directo de la banda en su Facebook oficial.
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