jueves, septiembre 01, 2016

Megadeth, reseña.

No fue una noche más. Si algo ha caracterizado a Megadeth en sus presentaciones en México es que nunca sabes qué esperar. Ya sea que traigan a Judas Priest (con Ripper Owens) de abridor, que le abran a Mötley Crüe, que por problemas de salud Mustaine y compañía toquen sólo una hora y con pésimo audio (José Cuervo Salón) o que estén las estrellas alineadas y todo salga de maravilla, Megadeth es una banda impredecible.

La noche del lunes pasado se subieron al escenario casi a las 9 en punto ya que los anunciados previamente Havok, que abrirían la serie de conciertos en México, fueron retirados del cartel. La historia es aparte así que no entraré en detalles al respecto.
Cada que empieza un concierto, aunque se haya hecho soundcheck, los ingenieros suelen re ajustar el sonido en la primera canción, y si esa primera rola es Hangar 18, bueno, te saca de onda. Lo bueno es que le llevó al inge sólo media canción dejar todo más o menos en orden. Y digo más o menos porque para mi gusto y mis inflamados oídos que incluso estaban en tratamiento médico en esos días, el volumen era realmente excesivo. Esa es mi única queja general del concierto, el brutal volumen al que lo pusieron.

Como sea, Hangar 18 es fácilmente una canción que puedes meter en el encore, así que abrir boca con ella era arriesgado pero funcionó a las mil maravillas.
El escenario estaba pulcro y encuerado, pantallas debajo y detrás de la batería pero nada más, no había amplis ni monitores, sólo los músicos.
Probablemente abrieron el show de esa manera porque Mustaine había declarado en varias ocasiones que desde su perspectiva, el material de Dystopia quedaba perfecto con su catálogo de discos clásicos, con ese sonido thrash que los impulsó a la fama y sí, inmediatamente después ofrecieron The Threat is Real y la energía no bajó ni un ápice. Ya con el sonido bien ecualizado y a pesar de que el excesivo volumen, sobre todo algunos picos, de pronto ensuciaban la música empezaba uno a ver el entorno. Y es que, por lo menos en mi caso, casi siempre uno se enfoca en Mustaine porque los Drover/Broderick/Pitrelli/MacDonough/LoMenzo y demás que han venido en diversas épocas nomás no tenían chispa y en algunos casos ni personalidad. Esta noche sin embargo fue muy distinta. Si bien Dirk Verbauren no es un baterista protagonista tipo Lars Ulrich es mucho más visible que la mayoría de sus predecesores, y lo más importante, es un excelente baterista. No parecía tener problema en ningún momento y eso ayudó muchísimo a la banda que en tiempos recientes había padecido un poco en ese rubro. Shaun Drover cumplía, Dirk va mucho más allá. Y en el caso de la segunda guitarra, por fin Megadeth tiene a alguien con gran carisma que además toca excelentemente bien. Digamos que la capacidad técnica de sus guitarristas nunca ha sido un problema, lo era su apatía o falta de carácter o falta de presencia y con Loureiro todo eso se fue al demonio. Además de que Mustaine en todos los solos que le tocan a Kiko se hace para atrás y lo deja al centro de todo, volteas a verlo porque te atrapa, siempre sonríe, hace algunos malabares con la guitarra y claro, toca muy bien.


“In her way I'll surely die, In the eye of the tornado, blow me away”. Una de las favoritas de muchos, y además una de las favoritas de las bandas de covers fue el tercer acto, Tornado of Souls. Ya con tres rolas en el set no quedaba duda de que a pesar de saber que habría por ahí las clásicas más lentas, ese inicio era demoledor. Luego otra vez algo de Dystopia, ahora Poisonous Shadows; cuatro canciones, apenas dos discos representados pero no parecía importar porque, una vez más, esta canción queda perfecto en el contexto del Megadeth era Rust In peace. Después y presentada por Mustaine como “hoy tocaremos algo de material viejo y algo de material nuevo, este tema se llama Wake Up Death” comenzó la variedad. Es un tema clásico pero cortito así que probablemente para que no se sintiera que no llega ni a los 4 minutos la ligaron con el mega clásico In My Darkest Hour. Para mí fue de los momentos más agridulces porque fue justo ahí que mis oídos ya no sólo sentían fuerte el volumen sino que ya me lastimaba así que me fui hacia más atrás. Siguió una muestra de lo bien que suena la banda hoy en día con la instrumental Conquer or Die! y luego con Fatal Illusion para sumar ya en ese momento 4 rolas nuevas.


“Esta canción habla sobre la esposa, bueno ahora ya ex esposa de un amigo que era una prostituta. Y se lo dije pero no me hizo caso. Se llama She-Wolf”. En años recientes se ha convertido en una de esas infaltables en el set, y por mí encantado, me fascina el riff de inicio así que a matear. Luego vino Trust, una que por mí podrían saltarse pero que cuando escuchas a todos cantándola entiendes que no sobra en el set. Dawn Patrol es como el momento para David Ellefson y se entiende, aunque tampoco es como que haga gran cosa en el bajo en ese ratito. Luego vino Posion was the Cure y ya parecía más un concierto de mezcla entre Rust y Dystopia, aunque eso no tenía obviamente nada de malo, excelentes discos ambos.


Sweating Bullets es de mis temas favoritos del Countdown así que en mi mente el concierto era hasta entonces casi perfecto. Me queda claro que A Tout Le Monde la van a tocar siempre y aunque me gustaba más cuando salió que ahora, es una de esas pensadas en que el público cante y así fue. Luego llegó el turno de Trust con su parte cantada en español. Esa es quizás la otra que si prescindieran de ella a mí no me molestaría, me gusta, la canto, pero si pusieran algo del Killing por ejemplo en su lugar yo no me quejaría.


Siguió otro espalda con espalda del nuevo material con Dystopia y Post American World (“alguien me dijo por ahí que no entendía esta canción y le dije, ‘¿y a mí qué carajos me importa?"). Seis temas en total de Dystopia, lo cual además de agradecer porque es un discazo hace que el show ya de entrada sea totalmente diferente a cualquiera que hayan hecho en México en el pasado, una pena ver que la gente no respondió al llamado porque si bien se veía saludable la entrada, no era ni remotamente el éxito que debió ser, sobre todo ya que venían con disco nuevo y no cualquiera, uno realmente bueno.
Las que nunca pueden faltar cerraron el show: Symphony of Destruction con todo lo que se pueda decir de ella en cuanto a cómo la canta el público y Peace Sells. Gran cierre y para entonces ya todos nos habíamos dado cuenta de que faltaba otra clásica del Rust, afortunadamente fue la del encore y con Holy Wars se terminó el show.


Por ahí le aventaron dos banderas de México. La primera la mostró y luego la amarró con respeto en el micrófono central y la segunda, al leerla y ver la leyenda “Live Metal Die Megadeth” sonrió y señalando a quien se la había dado le dijo “esta (refiriéndose a la frase) es muy buena. Muchas gracias”. En otro momento había elogiado al público mexicano llamándolo uno que verdaderamente es respetuoso: “en sud américa tuvimos algunos problemas y mucha gente me odia y me agredieron verbalmente. No sé por qué chingados pero llegar aquí ya era algo que ansiábamos, yo vivo en California así que somos vecinos, conozco de la cultura de México y me gusta. Y además son un público muy respetuoso, gracias”.
Y así en cerca de dos horas Megadeth le restregó en la cara a los que se quejan de que ya vienen cada 15 minutos que la banda está en excelente forma y que tiene mucho más que ofrecer. Mustaine se mostró muy amable y sonriente todo el show e insisto, esta banda suena verdaderamente brutal.

Esta vez les debo las fotos.