lunes, marzo 13, 2017

Ace Frehley, reseña.


Desde el metro parecía una noche x, no se sentía el típico murmullo de día de concierto en el Palacio, no había puestos de playeras y tazas ni revendedores acosadores, no hasta llegar a la calle de Atletas, la que conecta Añil con Churubusco, y aún ahí apenas eran unos cuántos puestos.. Al darle la vuelta al Palacio y acercarnos a la puerta 5 ya cambiaba, pero aún así parecía una noche fría, una noche más.
Afuera de la puerta del ahora llamado Pabellón Cuervo se escucharon las primeras notas de “Fractured Mirror” y entonces sí se empezó a sentir el ambiente festivo de un día de concierto. Tal vez llegamos un poco tarde, o mejor dicho no tan temprano y prácticamente todos los que estarían esa noche en presencia de su majestad espacial ya estaban dentro y por eso afuera no se veía mayor movimiento. Mirror nos acompañó desde la puerta de acceso hasta la entrada a Preferente y sí, la audiencia se manifestaba en una cantidad muy saludable de rockeros. No tengo la cifra oficial y soy malo para los cálculos pero no éramos pocos, eso seguro.
Terminó el tema introductorio con el escenario iluminado de azul, el eterno color del Spaceman, salió la banda en actitud parecida a la que tendrían cuatro camaradas que dan vuelta a ñla esquina y se topan contigo, claro, aunque a diferencia de esa escena aquí al dar la vuelta a esa esquina los recibió otro rugido de un par de miles de personas. Sin más, Ace contó hasta el cuatro y arrancó la noche con “Rip It Out” y “Toys”.
Vestía un pantalón negro, una especie de saco informal negro a rayas del mismo color pero en otro tono y una camiseta, lentes oscuros, barba de candado y el aura de contar con más de 40 años de ser considerado leyenda. Rip It Out fue cantada de principio a fin por la mayoría y el coro, por prácticamente todos. Era un error que no sé cuántos habrán cometido ir en espera de un tributo a Kiss con uno de sus miembros originales, esta era una noche para Ace Frehley en la que obviamente habría temas de la banda pero también de los suyos, y varios de esos que jamás habíamos escuchado en vivo.
“Juguetes para chicos grandes, te sorprendería saber cuánta alegría traen”. Ace ya no juguetea con alcohol y drogas, y sele nota. De aquel hombre del espacio que vino desde Jendell al Foro Sol hace ya algunos ayeres que se veía en buena forma física pero que musicalmente hablando estaba cerca de lo fatal, que al hincarse en algún momento del show apenas pudo levantarse al de este fin de semana hay un abismo de diferencia. Probablemente como muchos de aquellos que dejan de beber o de fumar o de consumir cocaína Ace habrá cambiado tales hábitos por la comida. De alguna extraña manera era como ver a BB King en el sentido de ver a un tipo grande (de tamaño, gordo pues) con su guitarra que ahora se percibía más chica que de costumbre a pesar de ser del mismo tamaño de siempre, pero no importaba. Independientemente de su sobre peso, tampoco era de esperarse que Ace se doblara como cable y se sostuviera en esa pose compleja (ver por ejemplo la portada de Alive!), finalmente tiene casi 66 años.

Sonriente, regalando plumillas a diestra y siniestra se siguió con “Snowblind” y “Parasite”. Para mí algunas cosas de la vieja escuela no tienen precio y aunque vi un video de “Parasite” en Argentina con la forma clásica de los sudamericanos de corear el riff, la verdad es que me mantuve totalmente al margen de lo que se decía de él o del set que estaba tocando. Yo quería llegar y descubrir el concierto paso a paso, no llegar a sabiendas de qué iba a pasar a cada instante para disfrutarlo a medias por no llevar elemento de sorpresa encima. Por eso, cuando sonó “Snowblind” me salió la segunda gran sonrisa de oreja a oreja de la noche. Si me sentara a hacer un análisis concienzudo de lo que se podría esperar del show de Ace igual supondría que la iba a tocar, pero no lo hice así que fue una gratísima sorpresa, y “Parasite”, bueno, escuchar por primera vez ese tema en voz de quien la escribió pero no la cantaba porque al inicio de su carrera no confiaba en su capacidad vocal fue sencillamente mágico.
El primer clásico Kissero de la noche vino de la voz de Scooty Coogan, el baterista de la banda quien se encargó de Love Gun. Y esa es la magia del rock, el lugar se caía aunque con la cacareada remodelación la capacidad sea supuestamente de 3500 personas porque no deja de ser un bodegón enorme al que antes le metían más de 7 mil personas. Palabra a palabra la gente hacía casi imposible escuchar la música de lo fuerte que cantaban, afortunadamente (y más noche, ya sin adrenalina, desafortunadamente para mis oídos) yo estaba a escasos dos o tres metros de una de las torres de bocinas así que jamás perdí detalle de la música.
Ace es sobre todo actitud. De verdad que no le hacen falta el maquillaje y la parafernalia para llenar el escenario (tampoco es que la falten a Gene y Paul por ejemplo), su presencia, sus gestos, sus sonrisas cómplices y claro, una muy buena banda alrededor suyo son más que suficientes. Una vez más, quien esperara pirotecnia tipo Kiss estaba mal encaminado, esto era un show tipo club, un concierto de rock puro y directo que además desnudó el mito de que Kiss y sus músicos son incapaces de destacar sin los aspectos escenográficos.
“Rocket Ride”, otra enorme sonrisa. Recordé los tiempos en que estuve suscrito a un grupo de correo en honor a Ace y que algunas chicas (por lo menos 3) usaban de apodo el nombre con que arranca la canción, Lady Space. Recordé también cómo ellas de vez en cuando se expresaban con total libertad de sus deseos sexuales por Ace y hacían referencias a ese viaje en cohete. ¿Cómo no sonreír, cómo no divertirse?

Fuera del clásico “Ciudad de México, los amamos” y alguna frase más por el estilo, Ace habló poco con la audiencia. No es lo suyo, pero para presentar la siguiente canción si tomó el micrófono y dijo “yo sé que en la Ciudad de México hay muchos soldados del rock así que levántense y hagan sentir”. Y lo habrá dicho en cada ciudad que tocó en esta gira pero ¿qué importa? “Rock Soldiers” era también uno de esos temas “sí o sí”, sabíamos todos que la iba a cantar, yo lo que no sabía era en qué momento.
Lo siguiente fue un solo de bajo de Chris Wyse. Debo admitir que cuando ví que la banda salía y él se quedaba me frustré un poco. Yo estaba ahí para ver lo más que se pudiera de Ace Frehley, no de un bajista del cual mis referencias eran nulas, pero pocos segundos después de empezado el solo me calló la boca. Más allá de desplegar virtuosismo como otros, o de hacer algo aburrido y desangelado como recientemente se vivió con Rbert Trujillo de Metallica, Wyse siguió una vieja fórmula: aprovecha tu momento no tanto para mostrar lo que puedes hacer con tu instrumento sino para enganchar y entretener al público y que se enteren de que estás ahí. Tocó algunos riffs clásicos que fueron de Deep Purple a Maiden por ejemplo y mantuvo caliente el ambiente en lo que la banda regresaba.
Ace regresó ya sin saco y con otra playera para descargar un tema que ni con Kiss había escuchado en vivo. “Strange Ways”. Igual que lo hizo con cada tema que no era suyo dejó que la cantara alguien más, en este caso Wyse, quien por cierto en sus aportaciones vocales respetó siempre la melodía original de cada tema, a diferencia de Coogan que le ponía de su propia inspiración y te rompía el rimo como fan al cantar. Eso sí, le cambió un poco la letra en un par de ocasiones para hablar de la CDMX y al hacerlo volteó a ver a Ace, levantó las cejas como esperando su aprobación y éste, que habrá escuchado los ajustes en monitores le respondió con una sonrisa de complicidad mientras tocaba el riff con una sutileza que parecía que hacía algo rutinario como cepillarse el cabello. Igual no son los riffs más complejos de la historia pero en sus manos parecían aún más sencillos y eso, más que mostrar poca capacidad o falta de talento como se le ha acusado siempre sobre todo a los 4 originales de Kiss más bien habla de una enorme capacidad de llegarle a la gente con acordes sencillos.
Imaginaba que todos estos años después, luego de haber visto literalmente miles de conciertos de todos tipo en mi vida, de haber visto a Kiss en todas y cada una de las veces que han tocado en México, aunque seguramente habría momentos muy emotivos, la lagrimita no se asomaría. Terminando “Strange Ways” le pusieron encima a Ace una guitarra plateada con foquitos… era el momento de “New York Groove”, una de las canciones insignia del Spaceman, aunque sea un cover de Hello. Curiosamente fue de los pocos momentos en los que se le fueron algunas notas de manera evidente pero no importaba, yo lo veía ahí pero vestido con aquél traje de hombreras anchas del cual caía una enorme capa plateada, con esa pechera en V, maquillado y sobre sus enormes botas plateadas y sí, el nudo en la garganta se convirtió en un par de efímeras y orgullosas lágrimas.

Quería escuchar algo del Trouble Walkin’ y se me cumplió con 2 Young 2 Die, dedicada de acuerdo a Richie Scarlet a la memoria del gran Zorro, Eric Carr. Esa la cantó justamente Scarlet que dicho sea de paso es el complemento ideal para Ace. Enorme presencia, un tono de guitarra sucio y absolutamente rocker, voz gastada y ronca y mil arrugas que sin embargo luce con total orgullo. Creo porque la memoria me falla un poco que después de tocarla fue cuando Scarlet y Ace se rifaron un duelo de solos que terminó en intercambio de riffs clásicos y jugueteos guitarrísticos: Richie con su sonido sucio y muy distorsionado tocó cosas de Hendrix y otros mientras que Ace con un sonido absolutamente limpio sólo le contestaba con tonadas fiesteras y sonrisas cómplices. Y esa es otra de las grandes virtudes de Ace, sabe perfectamente bien que la gente está ahí por él pero no se ciega, al contrario, reparte juego, deja que sus músicos brillen y tengan su momento, que se lleven su aplauso también.
“Shock me” también era de suponerse que aparecería en el set y no hizo falta ni que la presentara para saberlo, en cuanto le pusieron encima esa Les Paul roja clásica sabíamos lo que seguía. Curiosamente en diferentes libros a Ace se le ha acusado sobre todo de ser impuntual, de llegar tarde, y esa noche llegó tarde al micrófono en varias ocasiones. Fue muy divertido darse cuenta de que se le olvidaba el momento exacto de entrar con la voz y como se apresuraba para encontrar el micrófono y empezar tarde algún verso. Eso sin embargo fue parte de la magia, es parte de su personalidad, tanto como lo es el sacarle humo a la guitarra y recorrer el escenario de lado a lado para desmayo de la audiencia que si estuvo entregada a tope en todo memento, en ese simplemente deliraba.
“Cold Gin”, ah, parecía la oportunidad perfecta para escucharla por primera vez cantada por él, pero como Halford cuando Judas Priest toca “Breakin’ The Law”, Ace se limitó a cantar la primera palabra de cada verso y dejó que el público cantara el resto. Y el público en su gran mayoría se sabía la letra completa así que habrá que esperar otra visita para escucharla en su voz. Así terminó la primera parte del concierto. Regresó unos minutos más tarde para cerrar con “Detroit Rock City” (cantada por Coogan) y “Deuce”, cantada por todos.
Fue una noche mágica, una en la que lo importante no era ver cuánta gente había o no sino ver si los que estaban sabrían entender lo que tenían enfrente, y afortunadamente así fue.
Para cerrar diré que estoy en total desacuerdo con las personas (y no han sido pocas) que he leído y escuchado decir que Ace le hace mucha falta a Kiss. Sí, la noche fue absolutamente memorable, musicalmente se le ve en gran forma pero fue una gira pequeña. No me lo imagino de tour por año y medio o dos años, bajando de peso lo suficiente para entrar en sus viejos trajes y sobre todo, no lo veo aceptando el rigor de trabajar con Paul y gene. Sí me imagino un par de conciertos de despedida en el futuro cercano en los que participe, pero no de lleno. No le hace falta a ninguna de las dos entidades. Él ha alcanzado un éxito comercial como solista que no vivió ni en los 80 y Kiss ha logrado una estabilidad musical que no tvo con la formación original desde mediados de los setenta.
Gracias eternas a “Kelpy Interesante” por hacer el sueño realidad. Sin tu ayuda no sólo no hubiera vivido esta experiencia única sino que además no hubiera podido estar tan cerquita de él. Las palabras no alcanzan así que lo haré una vez más de la manera más directa pero sentida, gracias.

lunes, marzo 06, 2017

Un tipo extraño llamado Ace Frehley. Previa al show.


La leyenda de Paul Daniel Frehley comenzó un día a finales de 1972 cuando, en respuesta a un anuncio en The Village Voice, un diario neoyorquino que desde su fundación en 1955 ha tenido una marcada inclinación hacia la difusión de lo que sucede en el circuito artístico y cultural de la llamada Gran manzana, se presentó a una audición.
Flaco, visualmente poco impresionante, con un tenis rojo y otro naranja llegó a una sala de ensayo donde se llevaban a cabo audiciones para una banda. El anuncio decía “se busca guitarrista líder, deslumbrante y habilidoso. Banda próxima a sacar disco. No queremos gente que nos haga perder el tiempo”. Paul se presentó y a decir de uno de los que llevaban a cabo la audición “ya habíamos escogido a nuestro guitarrista y estábamos hablando con él cuando llegó este tipo, dijo algo así como ‘qué onda banda’, se conectó y empezó a tocar”. Ese guitarrista que ya había sido escogido se llamaba Bob Kulick, pero esa historia pertenece a otro post.

Paul Daniel tocó con la banda algunos covers, lo llamaron de vuelta unos días más tarde para ver si ya con el material trabajado de la banda que entonces se llamaba Wicked Lester quedaría bien, lo cual resultó ser así. Dice Chaim Witz que en algún momento le dijeron que estaba en la banda pero que ya había un Paul en ella así que necesitaban otro nombre para él: llámame Ace, contestó el muchacho, y comenzó una de las más grandes historias del rock duro, una que días más tarde se llamó Kiss, de la que por cierto el “As” diseñó el logo, aunque el otro Paul, el de apellido Stanley fue quien lo hizo con los bordes y el relleno. Ah sí, Chaim witz, alias Gene Klein pasaría a la historia como Gene Simmons, aunque esa también es parte de otra plática.
Tímido, Ace Frehley demostró desde un inicio que tenía mucho más que “potencial”, tenía madera de leyenda. Los cuatro la tenían pero con el tiempo, de los cuatro originales el que menos pudo vivir con ese peso sobre su espalda fue Peter Crisscoula, conocido después como Peter Criss, el “Gato” original.
Desde el inicio de la banda Ace compuso algunos temas que sencillamente han perdurado en el set por más de 40 años. Las primeras que escribió no las cantaba, creía que su voz no era buena y le dejó la responsabilidad a Gene. Sí, hay mucho qué decir sobre el “Spaceman”, y algunos de esos relatos son muy curiosos, como por ejemplo que el primer tema que escribió para Kiss se llama “Cold Gin” (Kiss la sigue tocando todos estos años después). Como tributo a Kiss y concretamente inspirados para ponerle nombre, fue a raíz de esa canción que surgió alguna vez una banda en la que el papel de Ace Frehley lo hacía un muchacho llamado Tommy Thayer. Sí, la frenética risa de Ace que tanto lo caracteriza tiene parte de su fundamento en las cosas extravagantes que el destino le ha guardado, como ese detalle que se explica solo, aunque para los no tan conocedores de Kiss requeriría quizás de otra entrada para explicarlo.

Para el segundo disco de la banda Frehley contribuyó con otros dos temas, y una vez más su inseguridad vocal abrió paso a que las cantaran Simmons y Pter Criss, “Parasite” y “Strange Ways” fueron las elegidas, respectivamente, y una vez más, “Parasite" se ha mantenido como uno de los clásicos del cuarteto a lo largo de su carrera.
En el tercer disco lleva crédito como compositor en “Getaway”, cantada por Peter Criss y de co compositor en “Rock Bottom” junto a Paul Stanley, quien la canta y ha mantenido en el set junto con todas las alineaciones que han existido de Kiss desde que la grabaron. ¿Llevan la cuenta? Van 3 clásicos en 3 discos.
El cuarto material en estudio llegó cuando el primero en vivo, Alive!, llevó a Kiss de ser una banda promesa a una que llenaba arenas en todo Estados Unidos. El dinero fluía a raudales y para Ace, las drogas y sobre todo el alcohol comenzaban a ser un problema. Cuenta la leyenda (y lo han confirmado Paul, Gene y él mismo en diversas ocasiones) que algunos de sus solos no fueron grabados por él porque el día que le tocaba ir al estudio decidió que era más importante quedarse en una mesa de póker en la que llevaba buena racha. A Paul y Gene esa actitud nunca les gustó, obviamente, pero fue justo eso parte de la clave del amor que provocaría Ace en los fans de Kiss, sobre todo en los que se identificaban de inmediato con el chico desmadroso y rebelde, el rockstar que vivía los cliches, los buenos y los malos del estilo de vida esperado en ellos, al máximo. Aún así co escribió “Flaming Youth”.
En Rock and Roll Over Ace no escribió ninguna canción pero se sacó la espina en el sexto disco en estudio de la banda con “Shock Me”, otra indispensable en las presentaciones en vivo de la banda en su formato con maquillaje, con y sin Ace, ya que es en esa donde el solo extendido ha incluido desde sacarle humo (una adaptación que él mismo creó instalando una bomba de humo dentro del cuerpo de la guitarra) hasta disparar cohetes que tumban luces. Esa fue por cierto la primera que cantó él mismo.
En el lado D del Alive! II Ace contribuyó con uno de los temas que se han vuelto esenciales en su carrera solista, Rocket Ride. Luego, en el criticadísimo Dynasty fue Ace quien puso el rock con tres temas. Un cover de los Rolling Stones llamado "2000 Man" que se convertiría en icónico al ser parte del pequeño de set de reunión que tocaron bajo el concepto de Kiss Unplugged en 1996 y que detonó la reunión de la alineación original y dos golpes de hard rock con tintes de actitud punk llamados “Save Your Love” y “Hard Times”. Si tan solo la gente mirara más allá de “I Was Made For Loving You" y “Charisma”...

Ya cada vez más alejado de la banda, los únicos dos temas que fueron escritos exclusivamente por un miembro de Kiss para Unmasked fueron justamente de Ace. “Talk To Me”, que además fue el primer sencillo promocional en Europa y "Two Sides of The Coin". Además co escribió “Torpedo Girl”. Todas las demás canciones fueron escritas por alguien más o co escritas por Gene o Paul pero con colaboradores externos. Music From The Elder fue el último disco en el que grabó Ace hasta la reunión de los 90. Co escribió “Dark Light” y la instrumental “Escape From The Island”, aunque de ese disco jamás hubo gira.
Así, el hombre del espacio (y vaya que de niño yo de verdad creía que existía un planeta llamado Jendell y que él venía de ahí) fue determinante en la carrera de Kiss.
Yo siempre he tenido problemas para identificar a mi personaje favorito de la banda, depende de las etapas de mi vida en que me lo he cuestionado pero Ace ha sido sin duda el más divertido de todos. Probablemente si a mí me hubiera tocado lidiar con él como a Gene y Paul también me hubiera desesperado, pero las historias simpáticas alrededor suyo son demasiadas como para guardarle algún rencor. Cuenta por ejemplo Eric Singer que luego de la reunión de los originales se convirtió en el nuevo “Gato” cuando Peter Criss fue despedido por segunda vez (o decidió abandonar la banda, dependiendo de a quién se le pregunte), que una vez Ace llegó al camerino con viagra. Es bien sabido, sobre todo entre el círculo femenino de sus fans que le gustaba tocar con sus mallas muy pegadas y con una erección, de ahí parte del concepto de la ya mencionada “Rocket Ride” (las chicas se refieren a su miembro como “leftie” o “zurdito”). Pero aquella vez Ace hizo polvo la pastillita y aunque logró su ansiada erección también logró una enorme hinchazón en su rostro al aspirar el polvo en lugar de tomarse la pastilla con un poco de agua, como sería la norma.
Su carrera solista comenzó de alguna manera aún en Kiss con el lanzamiento conjunto de un disco individual por cada miembro de la banda, en 1978. De los cuatro, el suyo es por mucho el más rockero y desde que existe el sistema de conteo de ventas de Soundscan (los códigos de barras) es el segundo más vendido de los 4 con cerca de 31 mil copias (esto es a partir de 1991). “Rip It Out”, “Ozone”, “New York Groove” (otra que se volvió clásico de Kiss aunque la tocaron sobre todo en las dos etapas con Ace en la banda y muy poco sin él y que además es un cover) y la primera parte de “Fractured Mirror” vienen ahí.

Su carrera solista, si bien nunca despegó ni cercanamente a los niveles de Kiss tuvo sus buenos momentos. Ya fuera como Frehley’s Comet o simplemente como Ace Frehley sacó tres discos en la segunda mitad de los ochenta y generó por lo menos un clásico más: “Rock Soldiers”. Luego vino la reunión en 1996, el disco Psycho Circus en el cual escribió “Into The Void”, la única canción del disco de acuerdo a diversas versiones en la que tocaron en el estudio los 4 músicos originales de la banda y tras la segunda disolución de la formación original hacia finales del 2000, regresó a la actividad solista.
Le llevó 9 años volver a grabar un disco, con algunos esfuerzos en esos años que por diversas razones no vieron la luz, pero finalmente en 2009 ofreció Anomaly, un disco que por fin puso fin a la sequía creativa y que fue hasta entonces el mejor colocado en la lista de Billboard de sus trabajos fuera de Kiss. Space Invader en 2014 y Origins Vol 1 en 2016 le siguieron y lo han mantenido con buenas ventas de discos, lo regresaron al estatus de estelar (en los 80 fue abridor de Alice Cooper y Iron Maiden por ejemplo) y le regresaron la sonrisa frenética que se puede escuchar en diversas entrevistas disponibles en YouTube.

Es Ace Frehley, el mito del cual se han dicho infinidad de cosas, algunas ciertas (como su paranoia por la idea de que la DEA lo espiaba por teléfono así que cuando lo invitaban a alguna fiesta preguntaba si estaría Doña Blanca, que era la cocaína; o que se disfrazaba de oficial alemán y molestaba a Paul y Gene, sobre todo a éste último que es hijo de una mujer que fue la única sobreviviente de toda su familia al exterminio Nazi en la Segunda Guerra Mundial…) y algunas falsas (como que compartió su estancia en una pandilla con Blackie Lawless de W.A.S.P. o que era extraterrestre). Es el guitarrista original de Kiss pero como ya quedó demostrado no fue solo eso sino una pieza fundamental en su desarrollo como banda. Es hoy un sesentón que no pierde el sentido del humor y que llegará a México como solista por primera vez en su vida. Es alguien que pasó de escribir sobre cosas del espacio y sexo y que en la madurez alcanzó la auto crítica en temas como “A Little Below The Angels” en la que empieza con dos versos que dicen “El alcohol era mi amigo y casi me mata. Choqué algunos coches y me metí en algunas peleas, cosas de las que ahora me arrepiento. Me han dicho que tengo nueve vidas, tal vez diez, pero he cambiado mi manera de ser, mi alma está restaurada y ahora soy mejor que antes”.
Es también un guitarrista autodidacta, incapaz de leer música que sin embargo influenció a toda una legión (y la palabra no es exagerada) de rockeros y les hizo querer tocar el instrumento. Es para los Kisseros “nuestro Ace”, y espero que sea para la comunidad rockera un gran concierto. Y ahora que se menciona su visita, al momento de escribir estas líneas tributo es bueno señalar que ya no hay boletos VIP ni Preferentes, ya sólo quedan Acceso General. Allá nos vemos.


jueves, marzo 02, 2017

Metallica 2017, reseña.

“Estamos bien jodidos, somos unas mierdas sin suerte, programados para auto destruirnos” (Hardwired).
Me parece que la canción va más bien enfocada al cambio climático, o a la aparentemente inevitable debacle de nuestro planeta, pero como siempre, una frase aislada cabe en mil contextos, como las relaciones humanas tal vez. En fin, luego de anoche me quedó más claro aún lo que he descrito en tiempos recientes en cuanto a Metallica: hace tiempo dejó de ser una banda propiedad de los metaleros y se convirtió en un fenómeno que no se explica con ninguna casilla de las que le han puesto (vendidos, posers, comerciales, accesibles musicalmente hablando… Metallica es difícil de explicar porque es difícil de entender, pero muy disfrutable, excitante y lleno de caminos por descubrir.
“¿Qué se siente estar solo?, estás ligado al mundo sin nadie más, aplastado por el peso de los cielos, ¡Atlas, levántate!”

Los metaleros llevamos algo de Atlas en nuestra personalidad. Los verdaderos fans de Metallica, aún más. Y es que ellos, nosotros, debemos llevar sobre nuestros hombros el peso de esa afición, de ese gusto que hoy pareciera casi culposo porque en un cambio de tuerca que nadie veía venir, de pronto la banda pasó de ser una de las más importantes del metal subterráneo a una que cambió el metal de forma definitiva. Cuando me acomodé en un lugar más o menos en el centro, en General A, la vista era poco usual para la parte de metalero radical que aún vive en mí y que no morirá jamás y un poco comprensible para el yo un poco más maduro (poquito nada más) que trata de entender el mundo aunque éste se empeñe en volverse insondable. Había alguno que otro, digamos a unos 35-40 metros a la redonda del punto en el que yo estaba que se notaba que son fans de cepa y metaleros de corazón, pero había una abrumadora mayoría que se notaba que en cuanto empezara el show iban a a corear las más dóciles, que estaban ahí porque “es Metallica weeee”, aunque no sepan nada de la banda más allá de lo que los medios les meten un poco a fuerza por la garganta. Y así fue. Mucho del llamado Godín (aunque para ser justos en miércoles era de esperarse, mucho junior que antes siquiera de que saliera la banda ya llevaban siete, ocho vasos de chela y que iban en grupitos de 5- amigos sin saber realmente a qué iban. Y sí, YouTube ayuda y por lo menos el coro de Atlas, Rise! Se lo sabían. Y levantaban, no, espera, no levantaban los cuernos ni el puño; hacían la señal del amor y paz o levantaban los cuernos alternativos, los del pulgar incluido.
Casi siempre me toca estar más tirado a algún costado que justo en el centro. El escenario era enorme, 36 sistemas por lado a la derecha y otros tanto a la izquierda pero colgado en la parte central del escenario y 32 por lado apuntando hacia los costados. Es decir, había capacidad de audio para escuchar el show desde el Velódromo. No sé si lo que escribo es correcto o no, pero detrás de la línea de bocinas centrales había otra hilera de bocinas que emiten los sonidos graves. Esas según yo normalmente están a nivel de piso, en esta ocasión no. No sé si sería justo eso y el estar más bien en el centro pero el bombo y el bajo sonaban brutalmente fuertes (y claros), tanto que tapaban enormemente las guitarras y la voz. También es cierto que mi escucha es bastante más precaria que la del promedio de gente, pero eso impidió que disfrutara como otras veces. Desde que se me fregó el auto estéreo no volví a escuchar el Hardwired así que a pesar de que conocía y me laten las dos rolas para abrir, pues no me sé detalle a detalle y si le sumaba que no escuchaba con claridad, empezaba a parecer una noche más para el olvido que para el recuerdo.
Me llevó unos cuántos segundos darme cuenta que la tercera rola era For Whom The Bell Tolls. Pero ya para ese momento había algo claro:

Kirk Hammett. Yo me quedo con la respuesta de Hetfield cuando recientemente le preguntaron por qué no había nada escrito por Kirk en el disco nuevo y él contesto, levantando las cejas y ladeando un poco la cabeza hacia un hombro, con ese lenguaje corporal que significa “que le crea su mamá” que dijo: “dijo que perdió su iPod con un montón de ideas de riffs que tenía, justo antes de entrar a grabar, ya no daba tiempo de que escribiera más”. Hammett escribió el riff principal de una de mis rolas favoritas de todos los tiempos, Impaler, de Exodus. Ese tipo dejó de existir hace muchos años. Se nota que su cabeza está en mil lados y que tocar la guitarra (adornada con el logo de White Zombie para acabarla de hipsterear) es de lo último en su lista de pendientes. No es la primera noche que me toca verlos y que él desbarata los solos que él mismo escribió. “Rompe el amanecer, todo se ha ido excepto el deseo de ser. Ahora podrán ver lo que sigue aunque lo harán con ojos enceguecidos. Se acaba el tiempo para quienes tañe la campana”. Y lo peor es que son claroscuros, porque también hay que reconocer que algunos solos los tocó casi iguales que en los discos, sin embargo son más las pifias. Si yo pudiera organizar una firma de esas tipo Change punto Org y sirvieran de algo, pediría que lo reemplacen. Todavía en la gira pasada que vinieron, en sus espacios para tocar lo que quiera sin nadie más en el escenario tocaba algunas cosas suyas y las mezclaba con riffs o solos de Hendrix y Sabbath, ayer sus dos apariciones solistas fueron más aburridas que leer sus entrevistas. Le quedaba como anillo al dedo el coro del tema que siguió, ahí cuando dice “Fama, fortuna, la vanidad del espejo, te vuelves loco, pero el recuerdo se mantiene”.
Y justo ahí fue de los primeros momentos en que quedó claro que Metallica es una entidad diferente a cualquier banda de cualquier género. La canción en sí no es tan mala (para mi gusto, y el video era bueno), pero fue muy famosa y lo lógico hubiera sido que la parte de la melodía monosilábica que en el disco es na na na fuera coreada así, o mínimo que terminara en la vocal original, la a , algo tipo la la la. Pues no, por lo menos en la zona donde yo estaba la corearon como oh oh oh. Eso sí, varios lo hicieron chela en mano y levantada, ojos cerrados y con una pasión que parecía que tenían un orgasmo. Eso o la otra actitud estúpida, corriente y desgraciadamente popular (sin distingo de nivel socioeconómico) de aventar la chela, voltear a ver al acompañante y reír como simio de zoológico que se acaba de encontrar el pene.
“Ya no pueden mantenernos más aquí, ¡escucha carajo! Vamos a ganar. Elloos lo ven bien, piensan que es lo correcto y además suponen que esto nos liberará de nuestro infierno”.

Lars: Es el más vilipendiado de todos. Algunos grandes bateristas como dave Lombardo lo han atacado públicamente por sus declaraciones en el sentido de que habrá un día que Metallica no pueda tocar Damage Inc. O quizás, “Welcome Home (Sanitarium)” porque físicamente por lo menos para él como baterista, no le será posible. De niñita llorona no lo bajan, pero de su banquillo de baterista tampoco. Yo no soy músico ni mucho menos baterista y no ando por la vida y los conciertos sumando beats y llevando el tiempo. Ni siquiera lo sé hacer. Me vale madre. Y sí, puedo distinguir cuando un baterista se tropieza o ya no da el ancho, pero en términos generales creo que Lars cumple y además, por lo menos ayer, tocaron 130 minutos, 2 horas y diez minutos. Eso lo coloca como uno de los bateristas que por lo menos toca en una banda que te ofrece más de dos horas de concierto, y aunque Slayer a veces también alcanza esa marca, son realmente pocos los que lo hacen, y son mucho menos los que lo hacen a esa edad. El 90% de las bandas que tienen promedios de edad entre los 25 y 35 años tocan hora y cuarto, hora y media cuando realmente se inspiran, así que habría que tomar menos a la ligera lo que significa que un cincuentón salga a tocar 18 canciones, y de Metallica además, cada noche.
Las siguientes cuatro canciones fueron el momento clave para que al menos a mí, el concierto me resultara el menos atractivo de los que he visto de ellos.
“Cuando seamos seducidos, entonces ojalá se pueda lograr que no nos desviemos de nuestro camino” (Now that we’re dead). De las cinco canciones nuevas que tocaron, las primeras 4 corresponden a la misma secuencia del disco, y esta, la tercera es bastante floja, por lo menos en vivo. Lo rescatable del cuarteto que arrancó ahí, siguió con Moth Into Flame, Harvester of Sorrow y concluyó con Confusion fue justamente Harvester.

James Hetfield: Hace no mucho tiempo, Alex Skolnick catalogó a Hetfield como virtuoso. “No se le va ni una sola nota en vivo, nunca falla en sus riffs y además canta, lo cual lo hace más complicado”. Y sí, james es el gran soporte de la banda. Desde mi posición lo que menos se escuchaba era justamente su guitarra, cuando el bombo y el bajo lo permitían se escuchaban más las partes de Kirk, y como ya expresé hubo muchos solos que fueron lastimeros y algunas partes rítmicas que de plano estaban mal tocadas, pero James no, él se echa encima a la banda y pone cada riff como debe ser, como ha sido siempre, como fueron uno a uno para construir la leyenda que es Metallica. No habló gran cosa pero cuando lo hizo demostró que siempre ha tenido al público comiendo de su mano. Las enormes pantallas ayudaban cuando le hacían tomas en close up a ver sus gesticulaciones, a entender que de verdad sabe qué significa cada palabra que dice, sobre todo porque en su gran mayoría las escribió él. Sí, le toman fotos en chanclas y bermudas saliendo de tiendas de alta alcurnia junto con su familia, pero es quizás el que más metal tiene en su corazón de los cuatro, y tiene mucho.
La verdad no recuerdo en que tema fue, tal vez en “Confusion” que siguió a Harvester pero se sintieron sepultura de la época Roots y los cuatro se pusieron a tocar unos tambores en una especie de fiesta de percusiones tipo The Blue Man Gruoup, sólo que sin la gracia de los otros. Para mi fue bastante anti climático y a juzgar por la apática reacción que escuché de cerca de 60 mil personas, no estuve solo en ese sentimiento.
Dave Mustaine: Y es que por más que quieran minimizar su legado, llegó a salvar lo que parecía un concierto que de haber empezado bien se encaminaba al fracaso. “The Four Horsemen” tiene toda la actitud de Mustaine, y se nota aún más cuando analizas el proceso cada vez más castroso y falto de creatividad de Hammett de abusar del pedal wah. Ahí, en los cerca de 7 minutos que dura está parte de lo que hizo que Metallica cambiara al mundo. Imposible no prenderse en ese momento.

Roberto Trujillo: El set list dice que su solo fue después de Horsemen pero mi memoria dice que fue antes. Se le ve físicamente menos trabajado que en años anteriores, hizo mucho menos del paso de cangrejo que acostumbra pero, y es el pero importante, musicalmente le va perfecto a la banda. Es un bajista muy cumplidor aunque en su solo también mostró que la música ha quedado un poco detrás en su lista de prioridades; desangelado, aburrido, hasta chafa. Se compuso al final porque tocó la intro de “Anesthesia (Pulling Teeth), pero es otra de las partes que bien podrían quitar en el concierto y muy pocos extrañarían.
De ahí ‘pal real como dicen fue otra vez una experiencia altamente disfrutable. Fue muy curioso ver al grupillo de amigos fresones que estuvieron buena parte del concierto frente a mí hacer un mosh pit en “Sad But True”, fue… sí, triste pero cierto. La canción es pesadota, siempre ha sido momento clave en los conciertos, aunque medio mundo metalero odie el disco. “One”, “master of Puppets”, “Fade to Black” y Seek and Destroy” cerraron la noche. Con “One” por ejemplo yo esperaba pirotecnia, pero en esa y algunas de las que siguieron el efecto retro de usar láser de color verde, o blanco y llenar de humo el ambiente fue un viaje en el tiempo que realmente me encantó. Casi (casi nada más) con nudo en la garganta le decía a Kelpy Interesante “mira, cuando se abre el láser y pasa por el humo me hace sentir como si estuviera dentro de una pecera” jeje. Hasta eso que se nota la dedicación en cuanto a preparar las giras, esos detalles parecen pequeños pero complementan de maravilla un espectáculo del tamaño del de Metallica. Además, el escenario estaba con un diseño que empezaba en lo típico (un rectángulo, en este caso enorme) y cambiaba al tener en frente un “snake pit” (foso para un puñado de afortunados que tuvieron a la banda al alcance de la mano durante las 2 horas) y una pasarela que llegaba hasta la mitad de la sección General A. Ahí tocaron las últimas canciones, cual banda de garaje, con la batería a ras de piso y los cuatro compartiendo un espacio que no habrá tenido más de 3 o 4 metros de ancho. Detalles, sí, pero de esos que hacen diferencia, que muestran cierta preocupación por ofrecerle a la gente algo extra por el dinero que pagan. Y nomás por no dejar, en los detalles suele encontrarse la grandeza.
Para el encoré nos movimos hacia el costado y ¡voilá!, el sonido era perfecto, maldita sea mi suerte. “Con Fight Fire With Fire” se armó un pit mucho más grande pero al mismo tiempo muy retro, creo que la mejor manera de definirlo fue como lo llamó Kelpy, “un pit de chavo rucos”. Se la estaban pasando bomba pero no era algo tan violento como esos en los que hay codazos y patadas y que parecen guerras campales de artes marciales mixtas. Supongo que muchos de los que estuvieron ahí hoy no se pueden ni mover, pero estoy seguro que cada parte adolorida de sus cuerpos les generará alguna sonrisa. “Nothing Else Matters” y “Enter Sandman” hicieron que más e un true que vi por ahí se prendieran con la misma enjundia con la que agreden a Metallica en las redes. Al final, unos cuántos minutos de pirotecnia que la banda misma volteaba a ver, lo cual al final del día significa que aún encuentran tiempo para disfrutar.
Más panzones (excepto Hammett), con menos pelo (excepto Trujillo y Hammett) y más arrugados, pero esos cuatro parecen tener pila para rato. Ojalá Kirk retome el gusto por su instrumento y enmiende el camino porque es una lástima ver que no se sabe algunas partes y solos de varias canciones.

Ya para cerrar, sería interesante saber como lo vivieron esos que hacían el signo de paz, o los que gritaban “master” en rolas que no eran Master, o los que aventaron cientos de pesos en chelas a los de enfrente de ellos, o los que ocuparon el 90% del tiempo (y de pila) en grabar el show, o los que hablaban alargando cada vocal tipo “siii weee”, “no mameees, estamos del otro lado weee”, “yujuuu, a huevooooo” (en “Nothing Else”) pero bueno, lo dicho, a Metallica ya no puede uno verla como una banda para metaleros, hay que verla como Metallica, sin tratar de encontrar respuestas en donde no las hay. Tal vez en 30 o 40 años habrá alguna o algunas bandas más que logren lo que ellos y entonces sociológicamente podrá existir una teoría que explique el fenómeno. Hoy, por lo menos para mí, no existe.


***Todas las fotos son cortesía de OCESA a través de Chino Lemus.

Si llegaste hasta aquí, muchas gracias.