jueves, septiembre 26, 2024

Metallica 2024, crónica de concierto

Esta crónica tiene ya algunos días, por razones ajenas a mi no ha podido salir en Marvin, que es donde debería estar en primera instancia, pero nunca es tarde para compartir, así que aquí está. Es sobre la primera fecha porque es a la única que fui. Curiosamente, y es balconeo para Kelpy Interesante, fue ella quien me dijo que quería verlos. Yo encantado, claro, pero ese detalle fue "interesante" jeje.

Un círculo en medio de la pista del Estadio GNP (antes Foro Sol) rodeado por ocho columnas que culminan en el mismo número de pantallas de 360 grados y el mismo número de líneas de bocinas hacen que el escenario de Metallica en la gira M72 sea inusual, espectacular y lleno de alternativas para el público. El GNP es un estadio en forma de herradura con dos brazos semicirculares. Normalmente, al fondo de los brazos de la tribuna se montan los escenarios. En esta ocasión, dado que el escenario es redondo, ese espacio abierto al fondo cerró la pinza con la colocación de una grada desmontable. Así, la tribuna en el concierto parecía la de un estadio tradicional, con cuatro lados. En la pista había dos espacios, dentro del círculo, el llamado snake pit y fuera y alrededor del mismo. El cuarteto californiano suele tener diversas ideas para mejorar la experiencia de los fans, y esta gira no ha sido la excepción.


La otra parte muy diferente en esta gira era que está planteada como un dos en uno. La banda tocaría un fin de semana de dos fechas en cada ciudad, normalmente viernes y domingo. Había entonces boletos tipo paquete para que los fans vivieran la experiencia completa, y para que valiera la pena comprar el par de entradas la oferta era interesante: la banda tocará dos sets totalmente distintos por noche y como extra, las bandas abridoras tampoco se repetirían. Y cumplieron. También hay oportunidad de comprar boletos para una sola fecha.

 

México, el bastión más importante para Metallica desde hace cuatro décadas es el único país donde la experiencia se realizará en dos fines de semana distintos. 20 y 22 de septiembre y 27 y 29 del mismo mes.

En Sangre de Metal fuimos a la primera fecha. Por cuestiones fuera de control no llegamos a ver a Mammoth WVH, la primera banda abridora. Vimos, eso sí, a Greta Van Fleet, pero honestamente, no hay mucho que reportar. Tiene sus fans, les fue más o menos bien pero tal vez el público de Metallica no es el que mejor los recibirá a lo largo de su carrera.

 

Pasaditas las nueve de la noche, las luces del GNP se apagaron, en las bocinas comenzó “It’s a long way to the top (if you wanna rock and roll)” como para calentar motores y luego aparecieron en pantallas las clásicas imágenes de la cinta El bueno, el malo y el feo, coloreadas de forma sonora con el tema “The ecstasy of gold”, el inicio propiamente de cada concierto del cuarteto. Después vino el descontrol.

 

Creeping death” abrió la noche, recordatorio de que la banda ha creado música de impacto desde sus orígenes. El público estaba realmente entregado y se notaba desde que James Hetfield invitaba a levantar el puño y gritar “die, die, die” sobre uno de los riffs a media canción. Comenzaba pesada la noche y la pregunta que tardó poco en contestarse era si seguirían por esa línea. “Harvester of sorrow” disipó las dudas. El riff lento, pesadísimo, sonaba por las bocinas con total claridad y caía como martillo sobre yunque. Para eso son las pruebas de sonido, para que llegado el concierto el ingeniero no tenga que hacer ajustes mayores sobre la marcha que suelen ensuciar varios conciertos. Es decir, desde el primer momento distinguías sin problemas las dos guitarras, el bajo, todas las piezas de la batería y la voz. Fuerte, contundente, claro. Nítido.

 

La incógnita era que, si iban a tocar dos sets distintos en dos días, parecía necesario que rascaran en el baúl de los recuerdos y sacaran algunas rolas poco comunes en sus conciertos, y el primer golpe de autoridad en ese sentido llegó apenas en la tercera canción con “Leper Messiah”. Esta fue apenas la segunda vez que la tocaron en México, la primera fue en 2012 así que dada la demográfica de la audiencia en este 2024, con muchos niños y pre adolescentes, es seguro afirmar que para varios miles de personas fue efectivamente la primera vez que les tocó escucharla.

 

También es cierto que Metallica, a pesar de sus cuatro décadas de vida apenas tiene once discos, así que era de esperarse que tocaran algo de Load y/o Re Load por ejemplo. Además, esos discos fueron el parteaguas para que los conociera una nueva generación (en ese tiempo, 1996-97), así que no lo dudaron y en el cuarto puesto de la lista de temas apareció “King nothing”, del primero. Hay miles de textos sobre Metallica, sus resbalones o cambios de dirección, según la óptica de quien lo escriba pero la mejor manera de entender por qué esos dos discos son importantes ara miles y miles de personas es justo en vivo. “Leper messiah” fue una joya, un regalo para la vieja escuela y tuvo buena respuesta, pero con una audiencia mixta en edad, se notó claramente que la banda le pertenece no a una, sino a varias generaciones. Y por ello “King nothing” fue ampliamente vitoreada.


Y claro, tienen disco reciente, el que nombra la gira y el que la provee de la estética con base en el color amarillo. Llegó entonces “72 seasons”, el cuarto sencillo del disco del mismo nombre, un tema ágil, pesado, melódico que no desentonó en lo más mínimo con la noche. Y para no perder el vuelo siguió “If darkness had a son”, tercero de los sencillos que ha lanzado la banda en torno a ese último disco. Igual que antes, a pesar de que es muy evidente que cierta parte del público no las conoce, quedó evidencia de que la generación más reciente sí, por lo que el ánimo no decae.

 

Luego de ese primer bloque de metal bien trabajado vino un momento que ellos llaman “Kirk and Rob doodle”. La palabra doodle se traduce literalmente como garabato pero significa también salir de la concentración y hacer algo que distraiga. En el caso de Metallica se ha vuelto un momento de relajación en el que James, y sobre todo Lars Ulrich se toman un descanso. En cada ciudad tocan algo típico del país en cuestión y en México la primera noche tocaron “La Chona”, de los Tucanes de Tijuana. Anécdota nada más, aunque haya quienes lo hayan hecho la nota principal.

 

Con el regreso de James y Lars, regresó la metralla. Por cierto Lars tenía cuatro baterías bajo el escenario que en diversos momentos del show se elevan desde el sótano y permiten que el público de distintas zonas sienta un poco más cerca a la banda. El siguiente golpe de autoridad llegó con “The day that never comes”, otra que solo habían tocado cuatro veces en México, las tres noches del 2008 y una vez en 2017. La han tocado en total 201 veces, que parecen muchas, pero es una idea que se diluye si contamos que por ejemplo, con las más de mil 750 de “Master of Puppets” o mil 600 de “Creeping death”.

 

La tercera y última de la noche salida del 72 Seasons fue “Shadows follow”, una que Hetfield presentó como “esta es el tipo de canción que le agarras la onda o de plano”. Adicciones, miedos, ansias, habla sobre no poder huir de las sombras de quien uno mismo es y ha sido. Después vino “Orion”, una pieza instrumental escrita por el fallecido Cliff Burton, a quien James le dedicó el tema con un gesto al final de besar las manos y levantarlas al cielo tras decir “esta va para Cliff Burton”. Pero ahí no para la cosa, esta es otra que solo habían tocado una vez en México, en 2012, en el Palacio de los Deportes.

 

Hasta ese momento, el gran ausente era el disco homónimo, el comúnmente referido como “álbum negro”, uno de los más vendidos de la historia de la música y por ende, uno de los más conocidos. Su presencia llegó en formato uno-dos con el mayor contraste de la noche: primer “Nothing else matters” que sí, fue de las más coreadas, y luego el asalto brutal de “Sad but true” que en el disco no suena ni remotamente tan pesada como en realidad es. Hetfield incluso la presentó con una frase que ha usado antes en nuestro país: “A México le gusta que el rock sea pesado ¿cierto?”, para dejarse ir con el riff de entrada. Momento glorioso, uno más esa noche.

 

¿Cómo mantienes a flote el concepto pesado tras “Sad but true”?, con “Fight fire with fire” del glorioso Ride the lightning. La habían tocado en nuestro país en 1999 2009, 2012 y 2017, pero parecía la primera vez. Brutal, con varios mosh pits repartidos por toda la pista del GNP y como siempre, algunos brutales, otros no tanto, pero todos, eso sí, con mucho ánimo fiestero.

 

Hasta ese momento no habíamos visto fuego ni explosiones, que era algo que podía esperarse, y el momento llegó con “Fuel”, himno de la generación que conoció a la banda en los 90, y una de las más coreadas y celebradas de la noche. Decenas de flamas acompañaron los cuatro minutos y medio que dura. Faltaban pocas cosas, si acaso faltaba algo, y la nostalgia podía ser una de ellas. Hasta ese momento, las ocho columnas tipo cerillo que culminaban en pantallas de 360 grados habían cumplido cabalmente la misión de apoyar visualmente el espectáculo, pero cuando comenzaron las primeras notas de “Seek and destroy” le regalaron a los fans más veteranos un momento inolvidable al proyectar fotos de los boletos de las primeras giras de la banda en México. Eran aquellos boletos chiquitos, de borde azul, fondo blanco y letras negras en los que aparecía el nombre de la banda o del inmueble entre asteriscos, un guiño a este país que los ha cobijado constantemente desde 1993. Y la rola, por supuesto, una locura total.

 

El cierre llegó con “Master of Puppets”, tal vez la única de sus canciones que ha tenido dos impulsos brutales en ventas en décadas distintas, primero en los 80 cuando recién la crearon, y después en los dos mil veinte gracias a su exposición en la serie televisiva Stranger things.

 

15 temas originales y un cover. Otros años tocaban más, pero no tenían el concepto de que con un mismo boleto podías verlos dos fechas con la garantía de que escucharías 100% sets distintos. Y quienes compraron boletos en ese formato, ese primer fin de semana tuvieron acceso a 30 canciones distintas, lo cual es una locura inédita. Esa noche estuvieron representados nueve de los 11 discos de estudio que tiene la banda así que no queda más que agradecerles el esfuerzo, la dedicación y la música. Al final, además de decenas de plumillas, regalaron un espectáculo de pirotecnia que no hizo más que alargar la sonrisa en el rostro de más de 50 mil personas.

**Todas las fotos son cortesía de Liliana Estrada/Ocesa.