Tres notas y Sangre en la red

Tengo mucho trabajo y poco tiempo para el blog. Dejo algunas notas que se han publicado en domingos recientes en Crónica, y una sobre Dee Dee Ramone que saqué en Marvin de febrero. Esa es un complemento a la nota central de Ramones, que hizo Arthur Alan Gore.
Nos escuchamos hoy a las 9pm en Rockconexion
Mañana no tendré tiempo de hacer la trivia tempranera, así que la subo por ahí de las 5 de la tarde. También pueden pasar a saludar a Ziggy, que escribió sentida nota de Jorge Reyes.

Regresa el Capitán Howdy

Dee Snider es reconocido mundialmente por su rol como cantante y líder de la legendaria agrupación Twisted Sister. Su rubia y rizada cabellera ha sido sinónimo de grandes batalles, como aquella en contra de la censura en el senado de los Estados Unidos. El disco Stay Hungry, de la amno de temas como We’re not gonna take it y I wanna rock le cambiaron la cara a la década del 80. Y justo en ese disco apareció por primera vez un concepto suyo, un retrato de su pasión por el cine de horror; se llamaba Horror Teria: The Begining y estaba dividida en dos canciones: Captain Howdy y Street Justice. Eso fue en 1985. Catorce años más tarde, el Capitán Howdy cobró vida en la pantalla grande en un clásico subterráneo llamado Strangeland. En dicha cinta Dee Snider interpreta magistralmente a un sádico que busca víctimas jóvenes en internet. Una de sus secuestradas resulta ser hija de un detective y es capturado. Tras pasar algún tiempo en una institución mental se rehabilita, sin embargo la gente de su pueblo no lo cree así y lo linchan. Así, Carleton Hendricks vuelve a ser el Capitán Howdy, sólo que más maldito y con deseos de venganza. Su némesis, el tipo que enardece a la gente para lincharlo es nada menos que Robert Englund, con cuyo personaje Zinder se enfrenta en varias ocasiones. Al final lo queman y se presume muerto.
Llega ahora el 2009 y tras varios problemas legales (el cierre de la compañía productora original y el subsecuente congelamiento de cuentas, entre otros), Snider recuperó los derechos sobre su obra y ahora anuncia que en el otoño comenzará el rodaje de Strangeland: Disciple, la secuela del filme anterior. Una vez con Englund en rol co estelar, Dee asegura que la cinta se desarrollará en el seno de una sociedad secreta que suele reunirse en un calabozo llamado El Jardín de la Tortura, “un lugar extremo de modificación corporal donde se reúnen todo tipo de locos”. La idea es salir al mercado con una clasificación sólo para mayores de 17 años, con posibilidad de hacerla incluso con clasificación sólo adultos, para darle más realismo. Así, Howdy regresa “de manera muy convincente, nada chabacano. Su nuevo look, sus quemaduras múltiples, su piel llena de tatuajes corroídos por el fuego y las llagas es realmente espeluznante”. Qué fluya el miedo.


Metallica ofrece lección de humildad

No es ningún secreto que como género musical y forma alternativa de cultura, el heavy metal ha recibido difusión mediática y atención mundial por cuestiones negativas. Satanismo, drogadicción, libertinaje, promoción del suicidio y muchas etiquetas más han acompañado al metal desde su concepción. Pero fuera del lente amarillista y sesgado de los medios, de la hipocresía moral de religiones, gobiernos y sociedades, muchas historias increíbles han nacido. Una de ellas es la del cuarteto iraquí Acrassicauda. Su historia se cuenta en un documental llamado Heavy Metal in Bagdad, y ya se exploró en este espacio. Sin embargo, las circunstancias han cambiado y como carretera que atraviesa zonas montañosas, muchas curvas han aparecido y dado rumbo nuevo a las vidas de los metaleros asiáticos.
Tras la exhibición mundial del documental, el cuarteto pasó de ser un acto local clandestino que tocaba un par de veces al año a una banda conocida en todo el mundo, más que por su calidad musical, por su dramática historia. Eso provocó mayor persecución de parte del gobierno islámico de su país, los acusaron de adoradores del diablo, de cómplices de los regímenes occidentales y de negar los valores del mundo musulmán. Lo típico que pasa un metalero, sólo que en un contexto en el cual la afición musical podría costarles la vida. Se refugiaron en Siria y Turquía, pero la persecución no se detuvo. Finalmente, hace algunos días, el gobierno de los Estados Unidos le ofreció a los cuatro músicos el estatus de refugiados y los instaló en un pequeño departamento en Nueva Jersey. Su estancia ya es legal y lo primero que hicieron fue ir a ver a Metallica en vivo. Los invitaron al área de camerinos, y en un momento que gracias a la tecnología ya le dio la vuelta al mundo,. James Hetfield se los encontró, les regaló desinteresadamente una guitarra que acababa de usar y platicó con ellos un minuto. La guitarra dice “Bienvenidos a América” y antes de irse y abrazarlos, les dijo: “ahora úsenla para escribir buenos riffs”. Difícil tarea les espera, ya son famosos en todo el orbe y sin embargo musicalmente les falta mucho por recorrer. Por lo pronto, el metal ofreció una gran lección de vida. Lástima que no sea escandalosa y que por lo mismo, poco se hablará de ella.


Dee Dee, el alma de los Ramones

Llegan un par de muchachos que, seguramente con la mejor de las intenciones aunque cargados con bastante falta de cultura musical dicen: “Mira, esa cajita (Ramones Anthology) es de la misma marca que las playeras que compramos el otro día”.
Muchos le han dedicado largas líneas al legado de Johnny Ramone, el extinto cantante. Sin embargo fue Dee Dee, el bajista, quien mejor representó lo que ellos eran. Inadaptado en todos los sentidos posibles, vivió sus 50 años con varios episodios felices e innumerables más de connotación trágica. Aunque nació en Estados Unidos, varios años los pasó en Alemania. Su padre era alcohólico y abusaba físicamente de su madre, hasta que lo abandonaron. Estuvo varias veces en prisión y eso quedó registrado en algunos de los múltiples tatuajes que tenía en su cuerpo.
Su memorable última presentación en México sucedió en junio del 2000, en el Hard Rock Live. Previo a dicha entrega, Dee Dee ofrecería una serie de entrevistas. Al final llegó tarde y los 3 o 4 periodistas que estaban ahí tuvieron de primera mano una muestra de lo que significaba ser un Ramone. Dee Dee hizo lo que quiso con todos, apenas permitió unas cuantas palabras, aunque se aventó tres cuartos de hora hablando de política (dejó muy parados a Colombia, Chile y Estados Unidos, por ejemplo), violencia intrafamiliar (la historia de cómo rescató a Bárbara, su esposa argentina, de las violentas garras de su padre y los problemas legales que eso le ocasionó), paranoia (sentía que el legado de Ramones lo perseguía injustificadamente), recelo (nunca se refirió en buenos términos a Johnny Ramone; a Marky lo llamó ladrón y abusivo, a los promotores los calificó ce imbéciles), desgano (ahí anunció, y días después cumplió, la disolución de su banda en ese tiempo), drogas (dijo que aunque nunca le causaron grandes problemas de salud, ya no le gustaban).
Eso último fue lo que al final quedó como mentira. Dee Dee murió de una intoxicación accidental con heroína en el 2002. Él creó el nombre; él escribió entre muchas más, “53rd and 3rd”, “Commando” y “Poison Heart”; él acuñó el legendario giro de batalla Hey Ho Let’s Go, él escribió dos autobiografías y una novela. Con él murieron los Ramones, aunque la moda diga que fue cuando el cáncer se llevó a Joey.

Migraña pies descalzos