Se me ocurren dos maneras de reseñar el que tentativamente fue el último concierto de Judas Priest en México: revisando y reportando lo que Halford NO hizo, o reseñando y reportando lo que SÍ hizo. Y lo digo porque por ahí hubo algunas de personas que se dedicaeron a desdeñar al sacerdota, haciendo demasiado drama e hincapié en lo que no hizo. Definitivamente yo optaré por reseñar lo que ví, sin detenerme tanto en tonterías.
Y para que quede claro, es buebno saber que Robert John Arthur Halford tiene nada más 60 años cumplidos. Sí, Dio murió con su voz casi intacta, pero él no cantaba rolas como Victim of Changes. Aclarado esto, así viví yo esa magnificente última misa:
Luego de que Whitesnake ofreciera su hora de concierto, a las 0:20 estaba programado el Priest. Aquí cabe destacar que Whitesnake tocaría hora 20 como se anunció, y no lo hizo porque empezaron 20 minutos tarde. Y empezaron tarde porque no quisieron salir a tiempo porque había poca gente. En fin, cosas de divo que por lo menos hoy, no caben en este espacio.
Tras unos breves seegundos en los que Judas Priest ya estaba tocando en el escenario pero no se podían ver porque los tapaba una hermosa y enorme manta con la leyenda y el arte de la gira Epitaph, ésta finalmente cayó al piso para dejar ver a Glenn Tipton y Richie Faulkner flanqueando a Halford. Como siempre, Ian Hill estaba detrás y Scott Travis en un templete. Halford traía una hermosa gabardina con estoperoles y picos, Tipton su clásico pantalón rojo y playera de Judas Priest y Faulkner estaba también enfundado en piel negra. Arrancaron la noche con Rapid Fire, una excelente manera de arrancar. El escenario estaba "industrializado" y había cadenas colgando por todos lados. Viéndolo de frente había un letrero que decía Welcome to the British Steel factory. Y para no quedar fuera de contexto y quizás para hacer sentir la nostalgia por una de las mejores bandas de metal que dio la historia, la segunda rola de la noche, al igual que está el orden en el disco British Steel, fue Metal Gods. Flamas por todas partes y un Halford en plan señor absoluto de la noche que cada vez que cantaba la frase Metal Gods, levantaba la cabeza y el brazo, como diciendo "¿a poco no, cabrones?". El Palacio estaba totalmente lleno, y a pesar de que llevábamos muchos años acostumbrados a la configuración de pista sin sillas, la cantidad de gente era suficiente para que se viera a tope. Y claro, a los que estaban hasta adelante les importó poco que hubiera sillas, estaban contra la barricada gritando a todo pulmón, con la ventaja tal vez de que detrás de ellos no había nadie aplastándolos.
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Había gente de todas las edades pero sí predominaban los que ya pasamos de los treinta y tantos. En la primera fila, de pelo pintado de vino tinto, con algunas arrugas en la cara pero sonriente y evidentemente emocionada, una chava (¿señora?) cantaba cada una dee las palabras de Heading for the highway, la tercera rola de la noche. Además es una de las canciones más emblemáticas de la banda, con una letra que describe perfecto lo que significa Judas Priest en el mundo del metal, o por lo menos lo que los guió todos estos años para hacer cierto tipo de discos:
You can hang in a left or hang in a right
The choice it is yours to do as you might
The road is open wide to place your bidding
Now, wherever you turn, wherever you go
If you get it wrong, at least you can know
There's miles and miles to put it back together!
And I'm heading out to the highway
I got nothing to lose at all
I'm gonna do it my way
Take a chance before I fall
A chance before I fall!
Hasta ese momento erta un concierto del Juydas de los 80 con dos rolas de British steel y una de Point of entry. Ya para la cuarta el brinco fue de década y media, con lo que para mí es uno de los mejores discos que hicieron en su carrera, el Angel of retribution. Judas rising es otra rola que encierra mucho significado, por lo menos para los fans. Fue el momento en que Halford regresó a casa, en que el sacerdota dejó de sobrevivir con discos en vivo y recopilaciones (aunque hicieron dos muiy buenos discos en estudio con Ripper Owens). Momento de gloria porque ya había quedado claro, además, parte del sistema evolutivo de la banda. Los ochenta fueron de cierto sonido, los 2 miles de otro y sólo faltaba que nos llevaran a los 70, lo cual llegó inmediatamente después con Starbreaker. Así llevábamos ya cuatro discos de su carrera tomados en cuenta. British steel, Point of entry, Angel of retribution y ahora Sin after sin.
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El primer punto de morbo llegaría inmediatamente después, envueltos en humo blanco y fuego frío. Victim of changes (sumemos aquí un disco más, con Sad wings of destiny) tiene varios momentos de mucha complejidad vocal, varias notas altísimas que Halford dominó durante 40 años y que muy pocos han podido replicar. La duda era si lo lograría a los 60 años de edad. Y aquí aprovecho para retomart lo del principio: sí, todos teníamos la curiosidad morbosa de verlo, pero algunos cuantos tenían esa curiosidad en mala leche. Parecía que algunos querían que Halford no pudiera con las notas altas para decir "ya ves, pinche jodido". Bueno, a esas alturas del concierto no sólo pudo con las notas altas sino que las cantó casi como lo hacía 20 años atrás. Y ahí empezó una especie de espectáculo alterno: a partir de ese momento, cada vez que cantó notas altas las termonaba con una ademán de "¡¿ya vieron cabrones?!". Era algo así como tener el micro tomado con ambas manos, se doblaba un poco (lo hizo siempre que cantó notas altas) y al terminarla alejaba el micro de su boca de manera violenta y extendía los brazos en un ángulo como de 45°, sacaba el pecho, levantaba la cabeza y miraba a la audiencia, para luego darse la vuelta y caminar un poco como olo hacen los que acostumbran ir al gimnasio (con los hombros y espalda bien rectos, balanceando el cuerpo de lado a lado, como muy cabrón). No sólo fue un momento estelar sino lleno de gloria. A mi el cuero se me enchinó durante varios segundos.
Detrás de Travis había una pantalla que a veces funcionada como tal y a veces se cubría con alguna manta. por ejemplo, al inicio del concierto se dejó ver en ese espacio una manta del British steel; en Judas is rising se veía el logo del trinchete; en Starbreaker funcionó como pantalla con imágenes del espacio... Para la siguiente rola, una persona que estaba detrás de mí me estaba preguntando si de verdad tocarían rolas de todos los discos en los que estuvo Halford, porque el Rocka Rolla "no lo compraron ni ellos". Justo terminó de decirlo cuando Halford presentó Never satisfied. Inmediatamente después siguió Diamonds and rust, una rola que en los conciertos del sacerdote suele ser punto alto, que sin embargo esta vez fue ofrecida con ciertos arreglos que, por lo menos para mí y mi propio ángel sentada a mi lado, no fue muy agradable. Y no quiere decir que estuviera pinche, es simplemente que preferíamos la versión que grabaron en Sin after sin, o ya de perdis la que hicieron más populñar en giras pasadas, totalmente acústica. Como detalle curioso, cuando la presentó, halford se refirió a Joan Baez con una extraña pronunciación, ya que acentuó la E. Fue un Joan BaÉz que obviamente en nada estorba, es nada más un dato curioso. El otro dato curioso sobre esa rola es que muchísimos, y me incluyo, la conocimos por Priest. Mi ángle sin embargo la conocía primero con Joan Baez, y es curioso por la edad, no es común que una metalera de 25 años conozca a alguien como Baez, sin embargo así fue.
La pantalla trasera dejó ver que lo siguiente sería del disco más polémico de la carrera del Priest. La cara de Michele de Nostradamus apareció junto con el ceño fruncido de muchos. A mí el disaco me parece maravilloso, y la elección de la rola parecía bien hecha, The prophecy es de las rolas más onda Judas de ese disco. Tal vez si no fuera por las llamas, hubiera opasado más desapercibida, porque sí se notó que la gente no estaba tan prendida como lo había estado hasta ese momento.
Inmediatamente después, con intro de por medio, una de mis rolas favoritas: Nightcrawler. A pesar de que por cuestiones de trabajo estaba semi confinado en un palquito de 15 personas (lleno) dejé que mi cabello volara como si tuviera 15 años. para mí painkiller fue también un gran momento en mi vida. Fue un disco que salió cuando empezaban a estar de moda bandas como Korn y Limp Bizkit y la aparición del Painkiller fue como una bocanada de aire fresco, significaba que a pesar de las modas el metal tradicional seguiría vigente. Y Nightcrawler también tiene sus momentos de complejidad vocal, mismos que Halford asumió con profesionalismo, aunque en algunos momentos sí le falló un poco la voz. Y ya que menciono el palco, es justo comentar que tiene sus desventajas terribles. De entrada es un lugar pequeño y confinado en el cual si te pones de pie, el techo queda a cinco centimetros de tu cabeza. Por esa misma razón y porque es un cuartito, el sonido asume una propiedad expansiva, es decir, si alguien ahí adentro grita, la acústica del palquito hace que el grito resuene más fuerte. detrás mío estaba una joven muy emocionada pero con una voz que a los gritos sonaba igual que loas dee las chavas que fueron a ver a Justin Bieber. También significa que cuando alguien se dedica a gritarle a Halford que está acabado y a abuchear, pues sus quejas se amplifican a tal punto que pasa de ser el detalle chistoso de alguien que está ahí para encontrar y señalar lo que Halford no hizo y se convierte en auténtica pesadilla. Uno está ahí para gozar por úiltima vez del sacerdote y en cambio porr momentos tiene que aguantar los gritos desaforados (y directos en la oreja) de una jovencita y las quejas más bien sin sentido de alguien más. En fin, en la democracia y en los conciertos caben todas las maniferstaciones, pero también entonces es válido quejarse de ciertas cosas ¿no?.
Enmarcada en llamas y coreada por todos en el recinto, la sigueinte rola fue Turbo lover. En su momento me parecía espantosa y fuera de lugar, parecía que Judas había perdido el rumbo y caído en las garras del Bon Jovismo (le pasó a mi banda favorita también que en esos años sacó Asylum y Crazy Nights). Muchos coros poperos, un sonido diluído y una portada de colores pastel eran demasiado para la época. Sin embargo con el paso de los años, la rola de verdad funciona en vivo. El coro es tan básico que a pesar de que no te guste, lo cantas. Y lo cantaron 17 mil almas, así que no podría decir que fue un punto débil de la noche.
Siguió la balada, aunque no como las cursilerías clásicas de ciertas bandas de metal. Beyond the realms of death es justamente lo que deberíamos entender como power ballad, una rola que tiene sus pasajes lentos pero que rompe en sonido metalero clásico, sólo para volver a poner la luz a media tinta. Rolota que si no fuera porque todos la querían cantar, seguro hubiera hecho que miles de bocas se callaran para explorarse mutuamente.
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Mi disco favorito del sacerdote, porque fue el primero que tuve, es Defenders of the faith. Si yo pudiera escoger una rola de ahí la tendría dificil, pero sé que no sería The sentinel. No es mi favorita, y luego Halford decidió cantarla en un tono totalmente distinto a la original, sin ninguna nota alta. Eso fue el inicio del fin en el palco. A partir de ahí fue que tuvimos que escuchar quejas y burlas amplificadas por la acústica del lugar. Sí, Halford se pasó de lanza cantándola como lo hizo, pero también habría que pensar que por algo lo hizo. Como sea, hasta ese punto se podía decir que algunas notas altas fueron perfectas y que en alguna que otra quizás se le salió un gallo (perfectamente normal en un concierto en vivo). En The sentinel no cantó nada alto y es válido quejarse, pero hacer mierda a una banda como Judas por UNA SOLA canción es realmente triste. Es más, en el contexto del concierto en sí es una pecata minuta porque si de 20 rolas se hace guaje en una sola, pues no pasa nada. Lo malo fue que varios (incluido uno en nuestro pequeño e infernal palquito) decidieron que eso era una real fregadera. Bueno, ahí cada quien con su crítico interno. Yo prefiero verlo como un bachecito en el concierto y no como una mancha tan grande que estorba en todo lo demás.
Siguió Blood red skies, una oportunidad perfecta para sacarse la espina, que sin embargo halford, digamos, desaprovechó. Sí cantó algunos tonos altos, pero dejó de lado otros en partes clásicas de la rola. la parte chingona ahí fue que la luz roja empapaba a todo el palacio y se veía más allá de espectacular. Además, como siempre, el fuego realza enormemente cualquier tema, y Blood red no fue la excepción.
"El escenario se pinta de verde y sólo puede significar una cosa, es tiempo de The green Manalishi (with the two-pronged crown)" dijo Halford, provocando un estruendo que dejaba inmediatamente de lado la fría recepción que tuvieron las dos rolas anteriores. Además ya con esa llevaban por lo menos una rola de casi todos los discos en los que estuvo Halford, faltando nada más que tocaran algo de Hell bent for leather y Screaming for vengeance para que la promesa fuera real. Luego, otra rola que algunos quisieron tomar como falta de respeto y que otros tomaron más bien como dato raro (mi ángel lo tomó así, por ejemplo). En teoría, Breaking the law es el clásico de clásicos de la banda y en teoría, todo mundo se la sabe. Yo los vi hace dos meses en Europa e hicieron lo mismo que en México y lo han hecho en toda la gira: Halford no la canta, deja que lo haga el público, de principio a fin. Yo creo que cuando ya cantó rolas como Victim of changes, Breaking the law no le representa ningún reto vocal. No es una rola que tenga notas altas y gritos imposibles, así que según yo no la canta para que el público la festeje, no porque no pueda.
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Ahora sí, para sacarse la espina llegó Painkiller. Y la cantó toda, con todos los gritos y agudo que tiene. Tal vez no sonaron perfectos como en el disco, pero una vez más, Halford tiene ya 60 años de eedad. Y que no sonara como en el disco no quiere decir que no sonara preciosa, fue una gloria escucharla en vivo por última vez. La persona que estaba detrás mío me había docho unos minuitos antes "será lo que sea pero no puede uno dejar de agradecerlos que siendo quienes son, aúin salgan y se rompan la madre como si apenas empezaran". Muy cierto, porque no dieron un concierto a medio gas o a medias tintas, dieron todo lo que tienen con las salvedades obligadas de la edad.
Vino el encore, un enrome ojo en la pantalla dejaba claro que venía Electric eye, coreada por todos como si fuera apenas el inicio del concierto. Y ya para cerrar, con fuego y humo en todo momento ofrecieron Hell bent for leather y You've got another thing coming. QAsí, Judas fuckin' Priest cumplió con creces lo que prometió: un concierto con por lo menos una canción de cada disco en los que estuvo halford, una noche inolvidable y yo agregaría, un precioso cerrojazo para una carrera que ha sido infravalorada por muchos. Queda claro que la gira NO es el adiós de la banda, pero sí es el adiós de las giras mundiales monumentales. Nosotros no somos japón o tenemos un Rock in Rio. No creo que México vuelva a tener a Judas Priest en un escenario, así que agradezcop a los dioses del metal que me dejaran estar ahí en el gran final. porque sí, los ví en Wacken pero la respuesta de la gente es muy diferente. Pocas, muy pocas bandas como Judas Priest en la historia del metal. Hicieron de estos 40 años una odisea heavy metalera que por lo menos yo agradezco con lágrimas en los ojos. Y sé que a ustedes no les importa, pero haber vivido esa última noche del sacerdote junto a la pérsona que, como Priest lo hizo de cierta menera en el metal, cambió totalmente mi vida, no tiene precio.
Gracias Halford, Tipton, Downing (aunque no viniera), Hill, Travis y faulkner, fue una gran noche, fue una gran aventura verlos varias veces en vivo y será un hermoso recuerdo de una de las bandas más exquisitas que dio el metal. No importa que la historia tenga más arriba a otras más; para mí, Judas Priest fue de lo mejor de la historia y jamás será superada.
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**Todas las fotos son cortesía de Ocesa/Fernando Aceves.