miércoles, octubre 02, 2019

ElChivo, reseña de disco.

En Sangre de Metal se tiene la idea de que cuando no hay nada bueno que decir de alguien, es mejor no decir nada, amenos que sea una banda enorme a la cual las críticas no le mueven un pelo.
En ese contexto llega esta reseña de ElChivo, banda de rock pesado fundada en Monterrey por Marco Gil, bajista de Maligno. Se reseña porque me parece un gran disco, digno de llegar a la mayor cantidad de escuchas que se pueda. Ni más, ni menos.
Con eso en mente, aquí la opinión:


ElChivo, reseña
Por Luis Jasso
#SangredeMetal


ElChivo es una banda autodefinida como de rock pesado, fundada por Marco Gil, ex Toxodeth y baista/fundador de Maligno. El disco homónimo es su debut, lo presentaron en vivo ya en la CDMX y Monterrey y tiene todo para convertir a la banda en un grande de nuestro metal.
La voz tiene un timbre interesante, no es gutural ni mucho menos, pero tampoco es aguda, es un tono medio dentro del cual se manejan varios colores.
La guitarra siempre establece primero el tono de la canción con riffs sumamente pegajosos, pero siempre pesados. Eso no significa sin embargo que falten solos, los hay, con enorme textura y sabor, cumplen perfecto la idea de un solo en el contexto del rock pesado: redondear la canción, ponerse al servicio de la misma y no tanto del lucimiento individual del guitarrista.
La batería tiene esa onda setentera de usar todos los tambores, sin excesos, pero con la idea de aprovechar todas las tonalidades que ofrece cada uno. Es un excelente trabajo de poner el fundamento a la música y, una vez más, está pensada como un elemento al servicio de las canciones.
El bajo es, como debe serlo en este tipo de música, el elemento que pega todo y lo solidifica. Siempre está ahí, ayuda a establecer el concepto de “pesado” en la música y le da un tono agresivo y oscuro al disco.
Se trata de un disco que podría ser el fondo musical de alguna novela de Lovecraft, pero también de Poe. Es música que se degusta como un buen whisky en las rocas al que se le pone atención en cada trago, se bebe despacio, se deja sentir el recorrido de la bebida por todo el aparto digestivo hasta caer en el estómago para inmediatamente sentir el cosquilleo etílico en el cerebro.
Ciertamente es música más para los iniciados en las lides de los subgéneros más densos del metal como el Doom, Stoner y Sludge. Si necesitas velocidad, doble bombo o duelos de riffs frenéticos en las guitarras, esto no será tan de tu agrado, especialmente porque, a diferencia de las tendencias actuales, ElChivo sólo usa una guitarra.
Es como el concepto de “The Oath” que invita a bailar alrededor del fuego, música para desprenderse de cualquier peso que se lleve encima, aunque se logre justamente con ritmos pesados. Habrá quien se imagine por ejemplo a alguna banda power o tal vez alguna folk para musicalizar un aquelarre en el que todo mundo, encuerado, baile alrededor del fuego. Otros nos imaginamos que si lográramos despojarnos de tabúes y ataduras mostraríamos nuestras carnes a ritmo de ElChivo, bailaríamos en una especie de estupor inducido por los hipnóticos riffs de la banda, beberíamos y terminaríamos tirados en el suelo, mirada clavada en las estrellas o las nubes y la mente clavada en temas existenciales.

Rola por rola:
Ayahuasca. Tiene un riff pesadote que establece el tono de todo el disco. La primera parte de la canción recae en la vieja y confiable técnica de repetir el riff y adornarlo con una buena melodía vocal, más adelante sin embargo se acelera un poco, se vuelve un tanto psicodélica, con mucho más presencia de toms y platos en la batería.
Becoming. Esta ofrece un sabor setentero, algunos reseñistas le llaman “Groove”, y significa que te dan ganas de cerrar los ojos, mover la cabeza, zapatear al ritmo del riff y perderte en la magia rítmica de la canción. El bajo tiene gran presencia en todo el disco, pero aquí engorda el sonido de la canción de manera superlativa.
Intoxicated. Tal vez la más comercial del disco, pero entendiendo que sería la más viable para poner en la radio, no que suene popera o guanga. Sería una gran acompañante en una rutina de ejercicio, por ejemplo, sobre todo porque su tempo es un poco más rápido que la mayoría. La voz en esta tiene algunos efectos, pero le quedan bien, no se siente excesivo y sobre todo, se nota que es para darle otra vitalidad a la canción y no por falta de recursos vocales.
My demons. Uno de los mejores riffs del disco. El acompañamiento con distorsión a tope del bajo endurece el riff principal y le da un tono tipo Sabbath a la rola. Joya.
Night Queen. Comienza con un solo de bajo, pero que nadie se angustie, no es una sobada de ego sino el establecimiento de una ambientación para la rola. Esta es otra canción con un gran riff, con un sonido claramente enraizado en el rock de los años 70, pero con una producción moderna y una composición que la hace sonar relevante, en lugar de vieja.
The lost and insane. Al principio suena como si fuera una canción de Pantera, sólo que más lenta y más rítmica. El riff que la lleva es más pesado que melodioso, pero las líneas vocales la complementan de manera tal que encaja perfecto en el sonido de todo el disco. Es la más “pachecota”, por llamarlo de alguna manera, de todo el disco, y su parte media así lo demuestra. El solo es como un lamento de ansiedad, pero uno en el que esa condición sería la meta, y no un problema.
Psychprenia. La más veloz del disco, aunque aquí la velocidad es directamente proporcional al concepto setentero, es decir, tampoco es algo frenético tipo speed metal, simplemente es menos lenta, pero sería una compañera ideal para manejar en alguna recta de esas tan comunes en las carreteras del norte del país porque obliga a matear, hacerle al baterista virtual y levantar el puño de vez en cuando, situaciones todas que serían peligrosas en una carretera llena de curvas, pero aliciente para no morir en el tedio en las carreteras que cruzan desiertos y planicies. Curiosamente, con 2:42 de duración, es la más corta del disco.

The Oath. Gran cierre. Es la segunda que inicia con el bajo al frente, aunque esta vez acompañado por la batería. Es una excelente muestra del concepto general de la banda: una sola guitarra, porque para establecer el ambiente no se necesita más; un bajo sólido, distorsionado, que deja que cada nota se sienta y que pone la cama sonora a la guitarra; una batería que nunca es menos en la canción, pero sobre todo, nunca es más, es decir, no se siente que los riffs tocados en ella desentonen sino que, al contrario, “engordan” el sonido y la voz de Angelini, una de las características únicas de ElChivo, como invitación a tararear, washawashear o cantar como debe ser, porque se siente familiar, alcanzable.
Gran disco, gran banda, buen concepto. 9 de 10 glóbulos de Sangre de Metal.

Puedes conseguir el disco directo de la banda en su Facebook oficial.

No hay comentarios.: