martes, marzo 05, 2019

El poder y la gloria de Saxon. Reseña.


Nunca te rindas. Según Biff Byford, ese ha sido el lema eterno de Saxon. Y la letra dice “nunca te rindas, incluso cuando estés solo contra el mundo, nunca te rindas, levántate y enfréntalos a todos”. Después de haberlos visto en vivo por lo menos media docena de veces, sabía que su nueva visita al Plaza Condesa tendría un elemento garantizado: mis expectativas no serían decepcionadas, si acaso, serían superadas. Y así fue.
Saxon es una de esas bandas que sigue sacando discos, que entiende el modelo del negocio de la música desde la perspectiva de la industria en Europa, y no la de Estados Unidos. Es decir, es una banda que entiende que el mundo ha cambiado, que ya no se venden las mismas cantidades de discos que se vendían antes pero, aun así, el “deber” de una banda es mantenerse activa, seguir en la brega. Muchas bandas gringas con buena cantidad de años en la escena ya abandonaron el concepto de sacar discos porque el mercado en su país está casi roto, pero esa es meramente su realidad y no tendría por que ser la de todos. Bueno, Saxon ciertamente no lo ve así y por eso arrancó la noche con “Thunderbolt”, sencillo de su más reciente larga duración, homónimo, vigésimo segundo en su cuenta en un lapso de 40 años.
Pero no sólo se trata de sacar discos y ya, se trata de hacerlo con un sentido de pertenencia y vigencia, y ese inicio fue de lo más pesado en la noche. Saxon no le ha bajado a la intensidad de su música, y tanto “Thunderbolt” como “Sacrifice”, que fue la segunda rola que tocaron, así lo demostraron. Además, ese inicio hacía suponer que no le temen a mostrar sus canciones más recientes, y a juzgar por un trío de pequeños gremlins (en tamaño y en edad) que estaban frente a mi y brincaban y mateaban y gritaban y hacían mosh entre ellos y bailaban, pero sólo cuando sonaban temas del nuevo milenio.
Pero Saxon estaba ahí, 40 años más tarde, porque construyó su nombre con lo que hoy miles consideramos grandes clásicos del género, así que para calmar las ansias de quienes podrían pensar por el inicio que sería un concierto cargado de rolas nuevas, Biff tomó el micrófono y dijo, palabras más, palabras menos: “ahora tocaremos 3 canciones de la New Wave Of British Heavy Metal”, y entonces sí, el Plaza Condesa se cimbró. “Wheels of Steel”, Strong Arm of the Law” y “Denim and Leather” una tras otra. Y es en ese momento que te queda claro, si es que antes dudabas o no lo habías pensado, que Saxon es mucho más que una buena banda. Casi de la misma edad que Maiden y un poco más joven que Judas, esta es una banda histórica. Legendaria, primigenia e invaluable. No importa si no vende en los niveles que las recién mencionadas, ellos estuvieron ahí, en la creación de ese movimiento. Fueron uno de esos cimientos que no se ven pero que sostienen una casa. Es decir, Maiden y Def Leppard por ejemplo son mucho más visibles, son como la fachada de la casa, lo que la mayoría de los ojos ven. Y hay otras que son como los muebles y la pintura, necesitas acercarte más para verlos, como Pagan Altar o Girlschool o Tygers of Pan Tang, pero todos ellos necesitan cimientos, y Saxon es cimiento. Porque, honestamente, aunque Maiden tenga clásicos adorados por millones, nadie los canta con la mente puesta en la NWOBHM, y Leppard, bueno, de sus días en la NW no tocan nada hoy en día, hoy se preocupan más por ser incluidos en el Salón de la Fama del Rock and Roll que por entender sus raíces sonoras. Pero Saxon es distinto y esas tres canciones son himnos y no han dejado de serlo cuatro décadas después.
“¿Dónde estabas en el 79 cuando la presa se empezó a romper? ¿Nos ibas a ver a los conciertos del barrio, usabas mezclilla, tal vez cuero? ¿Corrías para estar mero en frente, eras de los que iban por su boleto a pesar de la nieve y el hielo? Mezclilla y cuero, eso nos juntó a todos, fueron ustedes quienes liberaron el espíritu. ¿Leías el diario de música de principio a fin y te enterabas así donde ver a tu banda favorita? ¿Escuchabas la radio cada viernes en la noche? ¿Te gustaba pasar el rato en la tienda de discos local?”. Sí, es nostalgia pero también es historia porque así era, es una descripción de lo inocente que era el mundo cuando no había internet y tenías que investigar, hablar con otros y enterarte así de lo que había.
Pero quedamos que los británicos estaban decididos a mostrarse relevantes para los llamados chavorrucos, así como para los más jóvenes. Los gremlins frente a mí necesitaban más pretextos para sacar en gotas de sudor toda su testoterona, y Saxon estaba ahí para satisfacerlos, así que tocaron “Battering Ram”. Era apenas la sexta canción de la noche y ya habían tocado el sencillo de tres discos recientes, todos homónimos (Thunderbilt, 2018; Sacrifice, 2013 y Battering Ram, 2015). Y vaya que son rolas de metal por todo lo alto y con todas las de la ley, nada de cantar sobre sexo en el asiento trasero del auto acompañado por acordes suaves como hacen decenas de bandas de heavy de la actualidad, no, con el paso del tiempo, Saxon sólo ha endurecido su música, alabado sea Satán.
Siguieron con esa mezcla de tiempos: nos llevaron a 1980 con “Frozen Rainbow” y “Backs to the Wall” y luego brincaron hasta 2018 con su homenaje a Motorhead, “They Played Rock and Roll”. “Por allá de 1980 tuvimos nuestra primera gira en forma, y la hicimos junto con una banda llamada Motorhead, Lemmy, Phil y Eddie”.
El primer disco que tuve de Saxon fue “Power and the Glory”. Me lo vendió un amigo que tenía ese y el “Crusader”, este último casi nuevo así que calculo que hablamos por ahí de 1984-85. El Crusader no me llamó la atención porque la portada era sobre tema religioso, pero le comré el Power, lo puse y entendí, de golpe, lo que significaba el término Haevy Metal. Ese riff, el de la canción que da título al disco es para mí “el” riff. Y justo con esa siguieron, y si ya estaba extasiado, ahí perdí la compostura de forma total. Supongo que no para todos es el gran clásico, pero para mí sí. Maravilloso momento. Claro, Biff ya no canta como en el 83, hoy tiene 68 años y OBVIAMENTE no tiene la misma voz, pero no importaba. Algunas notas altas las cambió por un tono medio y usaba algunos efectos en la voz pero aún así, la rendición a mi rola favorita fue maravillosa.
El segundo larga duración que compré de ellos fue el “Strong Armo f the Law”, así que cuando arrancaron con “Hungry Years” me dio un ataque de nostalgia, no la esperaba, y por ende, la disfruté aún más. Una vez más se brincaron del 80 a tiempos más recientes, 1995 concretamente, con otro sencillo que dio nombre a su disco de ese año, “Dogs of War”. El balance era perfecto, si bien dejaron fuera muchos discos, el recorrido era por épocas y era una montaña rusa de emociones. Siguieron con otro gran clásico, el “747 (Strangers in the Night)” y su tétrica historia sobre dos vuelos forzados a aterrizar en Nueva York sin luces en tierra por un gran apagón.
Siguieron “Ride Like the Wind” y “Lionheart”. Esta última fue otro golpe de nostalgia. Mi primera vez en Wacken fue en 2004, y ese año, Saxon presentó ese disco. Hicieron una mini escucha de disco (pusieron cuatro rolas) y luego ofrecieron una muy concurrida conferencia de prensa. Así, lo ñprimero que escuché de aquél disco fue justamente “Lionheart”, y me encantó, así que escucharla en vivo nuevamente era un gran placer. Hasta las chelas, que normalmente por no estar bien frías no saben del todo bien el Plaza, sabían a gloria.
“The Eagle has landed” habla sobre el viaje a la luna de los gringos, poner la bandera en suelo lunar y dar ese famoso gran paso para la humanidad, pero en los 80 tuve un libro que se llamaba (creo) “Satanismo en el Rock”. Lo escribió un sacerdote. Una verdadera suma de pendejadas y patrañas, terminó en la basura. Pero si recuerdo bien, porque ya tenía el Power and the Glory, que el curita ese decía que Saxon era una banda satánica porque en esa canción hablaban de vida extraterrestre (eso decía) y que eso era sinónimo de satanismo. Rolota con anécdota bizarra.
El resto de la noche, por cierto, ya sería de puros temas de los 80. Supongo que la mayoría lo habrán agradecido porque, si bien la intensidad de la respuesta del público realmente jamás bajó de intensidad, sí aumentaba con los viejos clásicos, y las últimas seis entregas fueron golpe de martillo tras golpe de martillo: “To Hell and Back Again”, “Dallas 1PM” y “Crusader” (la que a mi personalmente menos me gusta” dieron el cerrojazo. Llevábamos hora y tres cuartos de metal clásico, y queríamos más, así que bajo el clásico oe oe oe Saxon, la banda regresó para que Biff anunciara que tocarían “no una, no dos sino tres canciones más”. ¿Cuáles serían? “Heavy Metal Thunder” (esa la esperaba), “Never Surrender” (la gran sorpresa de la noche para mi gusto) y claro, “Princess of the Night”. Con un cierre así, al borde las lágrimas, las palabras sobran así que no diré más.
Gracias Saxon y gracias Eyescream porque se necesita de alguien que confíe para que todo esto suceda.
Por si todo esa fuera poco, inmejorable compañía, muchísimos amigos y conocidos, estacionamiento sin problema… el único gran pero en todo caso sería que nadie vendía tazas, ¡maldita sea!
Migraña en Never Surrender mode on.

Todas las fotos son de Rogelio Matamoros, excepto la de Nigel Glockner (baterista) y la panorámica del público, esas dos son de Selene Tolentino. Todas son usadas con el permiso respectivo.








4 comentarios:

La Señora Interesante. dijo...

Muy buen show, público de todas las generaciones y música excepcional.

Jose Baca Villafaña dijo...

saxon las 3 veces que los eh visto nunca decepcionan

Unknown dijo...

Otra estupenda reseña..así lo viví más,menos, Gracias...Gran noche!

Metal Corrosivo dijo...

yeahhh gran reseña master lml lml