jueves, marzo 02, 2017

Metallica 2017, reseña.

“Estamos bien jodidos, somos unas mierdas sin suerte, programados para auto destruirnos” (Hardwired).
Me parece que la canción va más bien enfocada al cambio climático, o a la aparentemente inevitable debacle de nuestro planeta, pero como siempre, una frase aislada cabe en mil contextos, como las relaciones humanas tal vez. En fin, luego de anoche me quedó más claro aún lo que he descrito en tiempos recientes en cuanto a Metallica: hace tiempo dejó de ser una banda propiedad de los metaleros y se convirtió en un fenómeno que no se explica con ninguna casilla de las que le han puesto (vendidos, posers, comerciales, accesibles musicalmente hablando… Metallica es difícil de explicar porque es difícil de entender, pero muy disfrutable, excitante y lleno de caminos por descubrir.
“¿Qué se siente estar solo?, estás ligado al mundo sin nadie más, aplastado por el peso de los cielos, ¡Atlas, levántate!”

Los metaleros llevamos algo de Atlas en nuestra personalidad. Los verdaderos fans de Metallica, aún más. Y es que ellos, nosotros, debemos llevar sobre nuestros hombros el peso de esa afición, de ese gusto que hoy pareciera casi culposo porque en un cambio de tuerca que nadie veía venir, de pronto la banda pasó de ser una de las más importantes del metal subterráneo a una que cambió el metal de forma definitiva. Cuando me acomodé en un lugar más o menos en el centro, en General A, la vista era poco usual para la parte de metalero radical que aún vive en mí y que no morirá jamás y un poco comprensible para el yo un poco más maduro (poquito nada más) que trata de entender el mundo aunque éste se empeñe en volverse insondable. Había alguno que otro, digamos a unos 35-40 metros a la redonda del punto en el que yo estaba que se notaba que son fans de cepa y metaleros de corazón, pero había una abrumadora mayoría que se notaba que en cuanto empezara el show iban a a corear las más dóciles, que estaban ahí porque “es Metallica weeee”, aunque no sepan nada de la banda más allá de lo que los medios les meten un poco a fuerza por la garganta. Y así fue. Mucho del llamado Godín (aunque para ser justos en miércoles era de esperarse, mucho junior que antes siquiera de que saliera la banda ya llevaban siete, ocho vasos de chela y que iban en grupitos de 5- amigos sin saber realmente a qué iban. Y sí, YouTube ayuda y por lo menos el coro de Atlas, Rise! Se lo sabían. Y levantaban, no, espera, no levantaban los cuernos ni el puño; hacían la señal del amor y paz o levantaban los cuernos alternativos, los del pulgar incluido.
Casi siempre me toca estar más tirado a algún costado que justo en el centro. El escenario era enorme, 36 sistemas por lado a la derecha y otros tanto a la izquierda pero colgado en la parte central del escenario y 32 por lado apuntando hacia los costados. Es decir, había capacidad de audio para escuchar el show desde el Velódromo. No sé si lo que escribo es correcto o no, pero detrás de la línea de bocinas centrales había otra hilera de bocinas que emiten los sonidos graves. Esas según yo normalmente están a nivel de piso, en esta ocasión no. No sé si sería justo eso y el estar más bien en el centro pero el bombo y el bajo sonaban brutalmente fuertes (y claros), tanto que tapaban enormemente las guitarras y la voz. También es cierto que mi escucha es bastante más precaria que la del promedio de gente, pero eso impidió que disfrutara como otras veces. Desde que se me fregó el auto estéreo no volví a escuchar el Hardwired así que a pesar de que conocía y me laten las dos rolas para abrir, pues no me sé detalle a detalle y si le sumaba que no escuchaba con claridad, empezaba a parecer una noche más para el olvido que para el recuerdo.
Me llevó unos cuántos segundos darme cuenta que la tercera rola era For Whom The Bell Tolls. Pero ya para ese momento había algo claro:

Kirk Hammett. Yo me quedo con la respuesta de Hetfield cuando recientemente le preguntaron por qué no había nada escrito por Kirk en el disco nuevo y él contesto, levantando las cejas y ladeando un poco la cabeza hacia un hombro, con ese lenguaje corporal que significa “que le crea su mamá” que dijo: “dijo que perdió su iPod con un montón de ideas de riffs que tenía, justo antes de entrar a grabar, ya no daba tiempo de que escribiera más”. Hammett escribió el riff principal de una de mis rolas favoritas de todos los tiempos, Impaler, de Exodus. Ese tipo dejó de existir hace muchos años. Se nota que su cabeza está en mil lados y que tocar la guitarra (adornada con el logo de White Zombie para acabarla de hipsterear) es de lo último en su lista de pendientes. No es la primera noche que me toca verlos y que él desbarata los solos que él mismo escribió. “Rompe el amanecer, todo se ha ido excepto el deseo de ser. Ahora podrán ver lo que sigue aunque lo harán con ojos enceguecidos. Se acaba el tiempo para quienes tañe la campana”. Y lo peor es que son claroscuros, porque también hay que reconocer que algunos solos los tocó casi iguales que en los discos, sin embargo son más las pifias. Si yo pudiera organizar una firma de esas tipo Change punto Org y sirvieran de algo, pediría que lo reemplacen. Todavía en la gira pasada que vinieron, en sus espacios para tocar lo que quiera sin nadie más en el escenario tocaba algunas cosas suyas y las mezclaba con riffs o solos de Hendrix y Sabbath, ayer sus dos apariciones solistas fueron más aburridas que leer sus entrevistas. Le quedaba como anillo al dedo el coro del tema que siguió, ahí cuando dice “Fama, fortuna, la vanidad del espejo, te vuelves loco, pero el recuerdo se mantiene”.
Y justo ahí fue de los primeros momentos en que quedó claro que Metallica es una entidad diferente a cualquier banda de cualquier género. La canción en sí no es tan mala (para mi gusto, y el video era bueno), pero fue muy famosa y lo lógico hubiera sido que la parte de la melodía monosilábica que en el disco es na na na fuera coreada así, o mínimo que terminara en la vocal original, la a , algo tipo la la la. Pues no, por lo menos en la zona donde yo estaba la corearon como oh oh oh. Eso sí, varios lo hicieron chela en mano y levantada, ojos cerrados y con una pasión que parecía que tenían un orgasmo. Eso o la otra actitud estúpida, corriente y desgraciadamente popular (sin distingo de nivel socioeconómico) de aventar la chela, voltear a ver al acompañante y reír como simio de zoológico que se acaba de encontrar el pene.
“Ya no pueden mantenernos más aquí, ¡escucha carajo! Vamos a ganar. Elloos lo ven bien, piensan que es lo correcto y además suponen que esto nos liberará de nuestro infierno”.

Lars: Es el más vilipendiado de todos. Algunos grandes bateristas como dave Lombardo lo han atacado públicamente por sus declaraciones en el sentido de que habrá un día que Metallica no pueda tocar Damage Inc. O quizás, “Welcome Home (Sanitarium)” porque físicamente por lo menos para él como baterista, no le será posible. De niñita llorona no lo bajan, pero de su banquillo de baterista tampoco. Yo no soy músico ni mucho menos baterista y no ando por la vida y los conciertos sumando beats y llevando el tiempo. Ni siquiera lo sé hacer. Me vale madre. Y sí, puedo distinguir cuando un baterista se tropieza o ya no da el ancho, pero en términos generales creo que Lars cumple y además, por lo menos ayer, tocaron 130 minutos, 2 horas y diez minutos. Eso lo coloca como uno de los bateristas que por lo menos toca en una banda que te ofrece más de dos horas de concierto, y aunque Slayer a veces también alcanza esa marca, son realmente pocos los que lo hacen, y son mucho menos los que lo hacen a esa edad. El 90% de las bandas que tienen promedios de edad entre los 25 y 35 años tocan hora y cuarto, hora y media cuando realmente se inspiran, así que habría que tomar menos a la ligera lo que significa que un cincuentón salga a tocar 18 canciones, y de Metallica además, cada noche.
Las siguientes cuatro canciones fueron el momento clave para que al menos a mí, el concierto me resultara el menos atractivo de los que he visto de ellos.
“Cuando seamos seducidos, entonces ojalá se pueda lograr que no nos desviemos de nuestro camino” (Now that we’re dead). De las cinco canciones nuevas que tocaron, las primeras 4 corresponden a la misma secuencia del disco, y esta, la tercera es bastante floja, por lo menos en vivo. Lo rescatable del cuarteto que arrancó ahí, siguió con Moth Into Flame, Harvester of Sorrow y concluyó con Confusion fue justamente Harvester.

James Hetfield: Hace no mucho tiempo, Alex Skolnick catalogó a Hetfield como virtuoso. “No se le va ni una sola nota en vivo, nunca falla en sus riffs y además canta, lo cual lo hace más complicado”. Y sí, james es el gran soporte de la banda. Desde mi posición lo que menos se escuchaba era justamente su guitarra, cuando el bombo y el bajo lo permitían se escuchaban más las partes de Kirk, y como ya expresé hubo muchos solos que fueron lastimeros y algunas partes rítmicas que de plano estaban mal tocadas, pero James no, él se echa encima a la banda y pone cada riff como debe ser, como ha sido siempre, como fueron uno a uno para construir la leyenda que es Metallica. No habló gran cosa pero cuando lo hizo demostró que siempre ha tenido al público comiendo de su mano. Las enormes pantallas ayudaban cuando le hacían tomas en close up a ver sus gesticulaciones, a entender que de verdad sabe qué significa cada palabra que dice, sobre todo porque en su gran mayoría las escribió él. Sí, le toman fotos en chanclas y bermudas saliendo de tiendas de alta alcurnia junto con su familia, pero es quizás el que más metal tiene en su corazón de los cuatro, y tiene mucho.
La verdad no recuerdo en que tema fue, tal vez en “Confusion” que siguió a Harvester pero se sintieron sepultura de la época Roots y los cuatro se pusieron a tocar unos tambores en una especie de fiesta de percusiones tipo The Blue Man Gruoup, sólo que sin la gracia de los otros. Para mi fue bastante anti climático y a juzgar por la apática reacción que escuché de cerca de 60 mil personas, no estuve solo en ese sentimiento.
Dave Mustaine: Y es que por más que quieran minimizar su legado, llegó a salvar lo que parecía un concierto que de haber empezado bien se encaminaba al fracaso. “The Four Horsemen” tiene toda la actitud de Mustaine, y se nota aún más cuando analizas el proceso cada vez más castroso y falto de creatividad de Hammett de abusar del pedal wah. Ahí, en los cerca de 7 minutos que dura está parte de lo que hizo que Metallica cambiara al mundo. Imposible no prenderse en ese momento.

Roberto Trujillo: El set list dice que su solo fue después de Horsemen pero mi memoria dice que fue antes. Se le ve físicamente menos trabajado que en años anteriores, hizo mucho menos del paso de cangrejo que acostumbra pero, y es el pero importante, musicalmente le va perfecto a la banda. Es un bajista muy cumplidor aunque en su solo también mostró que la música ha quedado un poco detrás en su lista de prioridades; desangelado, aburrido, hasta chafa. Se compuso al final porque tocó la intro de “Anesthesia (Pulling Teeth), pero es otra de las partes que bien podrían quitar en el concierto y muy pocos extrañarían.
De ahí ‘pal real como dicen fue otra vez una experiencia altamente disfrutable. Fue muy curioso ver al grupillo de amigos fresones que estuvieron buena parte del concierto frente a mí hacer un mosh pit en “Sad But True”, fue… sí, triste pero cierto. La canción es pesadota, siempre ha sido momento clave en los conciertos, aunque medio mundo metalero odie el disco. “One”, “master of Puppets”, “Fade to Black” y Seek and Destroy” cerraron la noche. Con “One” por ejemplo yo esperaba pirotecnia, pero en esa y algunas de las que siguieron el efecto retro de usar láser de color verde, o blanco y llenar de humo el ambiente fue un viaje en el tiempo que realmente me encantó. Casi (casi nada más) con nudo en la garganta le decía a Kelpy Interesante “mira, cuando se abre el láser y pasa por el humo me hace sentir como si estuviera dentro de una pecera” jeje. Hasta eso que se nota la dedicación en cuanto a preparar las giras, esos detalles parecen pequeños pero complementan de maravilla un espectáculo del tamaño del de Metallica. Además, el escenario estaba con un diseño que empezaba en lo típico (un rectángulo, en este caso enorme) y cambiaba al tener en frente un “snake pit” (foso para un puñado de afortunados que tuvieron a la banda al alcance de la mano durante las 2 horas) y una pasarela que llegaba hasta la mitad de la sección General A. Ahí tocaron las últimas canciones, cual banda de garaje, con la batería a ras de piso y los cuatro compartiendo un espacio que no habrá tenido más de 3 o 4 metros de ancho. Detalles, sí, pero de esos que hacen diferencia, que muestran cierta preocupación por ofrecerle a la gente algo extra por el dinero que pagan. Y nomás por no dejar, en los detalles suele encontrarse la grandeza.
Para el encoré nos movimos hacia el costado y ¡voilá!, el sonido era perfecto, maldita sea mi suerte. “Con Fight Fire With Fire” se armó un pit mucho más grande pero al mismo tiempo muy retro, creo que la mejor manera de definirlo fue como lo llamó Kelpy, “un pit de chavo rucos”. Se la estaban pasando bomba pero no era algo tan violento como esos en los que hay codazos y patadas y que parecen guerras campales de artes marciales mixtas. Supongo que muchos de los que estuvieron ahí hoy no se pueden ni mover, pero estoy seguro que cada parte adolorida de sus cuerpos les generará alguna sonrisa. “Nothing Else Matters” y “Enter Sandman” hicieron que más e un true que vi por ahí se prendieran con la misma enjundia con la que agreden a Metallica en las redes. Al final, unos cuántos minutos de pirotecnia que la banda misma volteaba a ver, lo cual al final del día significa que aún encuentran tiempo para disfrutar.
Más panzones (excepto Hammett), con menos pelo (excepto Trujillo y Hammett) y más arrugados, pero esos cuatro parecen tener pila para rato. Ojalá Kirk retome el gusto por su instrumento y enmiende el camino porque es una lástima ver que no se sabe algunas partes y solos de varias canciones.

Ya para cerrar, sería interesante saber como lo vivieron esos que hacían el signo de paz, o los que gritaban “master” en rolas que no eran Master, o los que aventaron cientos de pesos en chelas a los de enfrente de ellos, o los que ocuparon el 90% del tiempo (y de pila) en grabar el show, o los que hablaban alargando cada vocal tipo “siii weee”, “no mameees, estamos del otro lado weee”, “yujuuu, a huevooooo” (en “Nothing Else”) pero bueno, lo dicho, a Metallica ya no puede uno verla como una banda para metaleros, hay que verla como Metallica, sin tratar de encontrar respuestas en donde no las hay. Tal vez en 30 o 40 años habrá alguna o algunas bandas más que logren lo que ellos y entonces sociológicamente podrá existir una teoría que explique el fenómeno. Hoy, por lo menos para mí, no existe.


***Todas las fotos son cortesía de OCESA a través de Chino Lemus.

Si llegaste hasta aquí, muchas gracias.

7 comentarios:

Daniel dijo...

Gracias a ti por tu atinada reseña y comentarios.

Julio Solórzano dijo...

Disfruté mucho tu reseña, luego de leerla confirmé aún más que no me perdí de nada. Gracias Luis por tus letras.

Unknown dijo...

Buena reseña/opinión. Sentimientos muy similares, la verdad ya me vale m... Disfruto a Metallica tocando de sus mejores canciones de metal, de rock, de lo que sea. Sobresale el mpresionante el nivel de energía y si, más de dos horas algo que pocas o casi ninguna banda de las actuales y no tan actuales hace

Unknown dijo...

Buena reseña/opinión. Sentimientos muy similares, la verdad ya me vale m... Disfruto a Metallica tocando de sus mejores canciones de metal, de rock, de lo que sea. Sobresale el mpresionante el nivel de energía y si, más de dos horas algo que pocas o casi ninguna banda de las actuales y no tan actuales hace

Unknown dijo...

Excelente reseña. Desde la gira pasada me di cuenta de muchas de las cosas que dices y ahora que lo leo en tu artículo agradezco no haber ido.

Anónimo dijo...

El peor concierto de Metallica que he ido, pésimo setlist toda la gente durmiéndose, tuve que regalar mis boletos para sus demás conciertos , cruda a lo pendejo el jueves lo único bueno el escenario y master

Ernesto dijo...

Recuerdo la euforia que sentí la primera ocasión que vi a metallica (2009), incluso acampamos un día antes para conseguir los ansiados boletos para general a. Acudí a las 3 fechas y me parecieron brutales (sobretodo la segunda y la tercera), realmente me lo pasé bien. En 2012 debido a los gastos de mi ahora familia no pude acudir mas que a una fecha, y al traer un setlist conformado por éxitos era poco probable no salir satisfecho de ahí. Sin temor puedo decir que son una banda que disfruto mucho, con el mismo gusto que disfruto a Mercyful Fate, Carcass, Deep Purple, Chicago, Tangerine dream o Alphataurus.

Dicho esto, debo decir que de sus anteriores visitas esta fue bastante más floja que las anteriores. Pude acudir al segundo y al tercer concierto, y debo decir que llevaba las expectativas altas (gran error). Comprendo que en la gira de su nuevo disco presenten temas del mismo, sin embargo, me parecieron muy tediosos después de la tercera canción. Considero que los buenos momentos del concierto llegaron a partir del solo de Trujillo (el viernes con the four horsemen, y el domingo con whiplash) para pasar al combo nostálgico que es one, master, fade y seek.

No negare que me la pasé bien, sin embargo (para mi gusto) metallica pudo haber hecho algo mas por sus fans: brindar un setlist más redondo.