lunes, septiembre 05, 2022

Candelabrum 1 y 2. Reseña logística.

Antes de leer es importante saber que el texto, además de MUY largo, está escrito en primera persona porque este es un blog, no un espacio periodístico formal. 

Que no hay nada para leer entre líneas, es decir, nada de lo escrito aquí tiene como intención escondida decir “X es mejor que Y” o “X es una mamada y Y se lo lleva de calle”. Este texto es sobre Candelabrum, nada más.

Que todas las fotos en esta entrada son del Facebook de Candelabrum, excepto donde se indique con pie de foto y que por ende no soy dueño de los derechos de ninguna. Las propias están en Sangre de Metal: News y todas fueron tomadas por Kelpy Gómez. Ojo que ahí no son entradas grandes, solo fotos con alguna descripción al calor del ambiente para detallar que las bandas se presentaron.

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Candelabrum Metal Fest. Recordemos que originalmente debía suceder en 2020, pero apareció el Covid y no lo permitió. En ese tiempo había muchas preguntas, y una recurrente era ¿quién o quienes están detrás de este festival. En entrevista para Sangre de Metal, Khezia Quintero, uno de los promotores dijo esto. “somos dos empresas en realidad, una se llama AgenciaSoundtrack, que es la que hizo todo el management y booking de las bandas, y la otra es Soldout Productions, que serán los encargados de la producción y logística”. Y ya hablaremos de esos dos últimos aspectos. La otra pregunta recurrente era ¿por qué en León? Somos muy dados a inventarnos historias y escoger esa ciudad parecía a priori algo raro. Esta fue la respuesta: “Somos gente de CDMX y Querétaro, pero queríamos explotar una ciudad como León porque es de las más importantes del país y sentimos que no se le ha dado el lugar que merece. Para nosotros es un lugar muy accesible, está en el mero centro de la República y creíamos que le faltaba su propio festival de metal, porque además hay mucho metalero que está acostumbrado a viajar. Así que ya les tocaba a ellos tener algo en su ciudad”. Pero más allá de eso veamos la decisión desde la frialdad de los números. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, León es el tercer municipio más poblado del país, solo detrás de Tijuana, en Baja California e Iztapalapa, en la CDMX. Es una ciudad céntrica como decía Khezia y tiene una población de un millón, 721 mil 215 personas. Grande.

 

Foto: Gobierno de León

Y grande también es la Velaria de la Feria, que, de acuerdo con páginas oficiales del gobierno guanajuatense tiene capacidad para 25 mil personas. Pero los números solo son relevantes para los promotores (son ellos quienes arriesgan dinero) y para las estadísticas. No sé cuánta gente habría cada noche y francamente, es lo de menos. Eso sí, ellos jamás esperaron 25 mil, escogieron ese sitio por diversas razones, y entre ellas, para que fuera cómodo.

 

Foto: El Heraldo de León

Una vez fuera del sistema la necesidad de los números, lo que Candelabrum dejó fue una experiencia única, no solo digna del gran país en el que vivimos sino a nivel musical. Es un festival que va encaminado a lograr su propia personalidad, y ahí, quien se sienta cómodo, siempre será bienvenido. ¿A qué me refiero? Trataré de usar la menor cantidad posible de adjetivos, estorban y confunden, pero hay momentos en que ayudan a establecer una idea. Tons, no se trata de un festival “true” sino de uno que en todo caso busca satisfacer las necesidades de un público que tiende a buscar alternativas. Digamos (y usaré ejemplos de fuera para evitar la tentación que tendrán algunos de buscar pleitos si menciono festivales nacionales, excepto Vive Latino, que al no ser metal, no ofenderá a nadie), Wacken tiene como rasgo de personalidad la idea de que lo realmente importante es la experiencia multinacional, la “experiencia Wacken”, y las bandas son el pretexto para reunirse. El Hellfest se ha convertido en el más grande en cuanto a números, con todas las bandas legendarias metidas como estelares cada año. El Keep It True es el gran referente para los buscadores de bandas Heavy/Thrash de culto. El Knotfest se volvió el referente para las nuevas oleadas y sub géneros del metal, llámese Deathcore, Nu Metal, Metalcore, ese es el festival para las generaciones más jóvenes. En México, Vive Latino tiene muy claro su formato de un puñado de grandes bandas del Rock Iberoamericano que cobijan una pléyade de bandas de las actualmente llamadas “emergentes”. Así, Candelabrum es el festival para ver bandas importantes, populares y legendarias (Over Kill, Moosnepell, Candlemass de acuerdo a mi visión, en ese orden), cobijadas o cobijando, según la experiencia de cada quien por otras que tienen su seguimiento de culto y que, en varias ocasiones, nunca han tocado en México o lo han hecho en muy contadas ocasiones.

 


Esa podría ser la personalidad del festival. Alguien como yo por ejemplo, 51 años, con la fortuna de haber visto muchísimas bandas, encontré en ese cartel a varias que me gustan y nunca había visto, que me gustan pero he visto pocas veces o que me intrigan y no me desagradaba la idea de verlas en vivo, sin prejuicios, sin que haya alguien que decida si uno es o no un “buen metalero” porque conozca o no a ciertos proyectos.

 

La parte de la curaduría, de la elección de las bandas y qué tanto fue acertada o no es subjetiva. Personalmente puedo decir que solo había una banda que he visto en vivo, que sé que es un gusto adquirido que yo nunca adquirí (no me gusta pues) pero que me queda claro que le gusta a muchos, y esa era Voivod. Y ya ahí hubo un par que prácticamente no conocía y no me hicieron enamorarme: Blood Incantation y Tribulation, además de otra que nunca vi en vivo pero no me gustaba y esa es Sadistic Intent.

 

Voivod, para muchos, una gran adición al cartel

Pero eso es a título personal y no significa nada, porque habrá quien piense lo mismo de Candlemass por ejemplo, que para mí es de lo mejor de la historia de la humanidad o de Over Kill, una banda que está en mi Top 20 desde hace 30 años o de Cadaver, que descubrí hace apenas un par de años y me parece una banda excelsa. Es decir, como todo festival, te atrae porque la mayoría de propuestas te gustan o te interesan, aunque haya algunas que no.

 

Todo este choro es contexto. Es, según yo, la personalidad del Fest.

 

Una vez liberado el dato de que normalmente, la gente que va a un concierto así lo hace porque al menos más de la mitad de las bandas le llaman la atención, entran en juego otros detalles. Y ahí, Candelabrum superó cualquier expectativa. De entrada anunciaron sus horarios 10 días antes. No había manera de decir que no sabías a qué hora tocaban las bandas que querías ver. Y no solo eso, subieron el tiempo que tocaría cada una así que, una vez más, no hay manera de sentirse defraudado porque X o Y banda tocó una hora y no cuatro.

 

El hecho de que solo hubiera un escenario es parte de su encanto. No tienes necesidad de trasladarte de un lugar a otro, ni hay empalme de bandas ni hay líos tipo perderte medio set de una banda porque viste medio set de alguien más en otro escenario y así, ad libitum. Un escenario, perfectamente bien montado, con por lo menos tres amplis para cada instrumento ya montados y con la necesidad solamente de prenderlos y conectarles su respectivo instrumento, al menos dos baterías perfectamente montadas, una visible y en uso y la otra a un costado del escenario lista para la siguiente banda. Una laptop con una aplicación que ponía en pantalla un enorme cronómetro que llevaba el tiempo de cada banda. Detalles. Y sin embargo hablan de una planeación a conciencia, de un interés real por lograr una experiencia satisfactoria para público y bandas.

 

Excepto Overkill (y hay que tener en cuenta que hablamos de 18 bandas en dos días), las 17 restantes empezaron perfectamente a tiempo. Y Over Kill salió seis minutos tarde, antes de que alguien se desgarre las vestiduras. ¿Eso es importante? Por supuesto. Una vez más, habla de planeación y respeto por el público. Es lamentable ver festivales de 25 bandas en un día en un escenario que son anunciados, digamos, a las 3 pm hora de inicio y son las 6 pm y no arrancan. Candelabrum ahí, palomita.

 

El audio. Más allá de que cada ingeniero tiene la capacidad de echar a perder a una banda (y lo hemos visto con las más grandes del planeta), prácticamente todas sonaron de bastante bien para arriba. Y de nuevo, planeación. El audio era de muy buena calidad, había varias consolas disponibles en el llamado Front of House (el corral frente al escenario) y las bocinas eran más que suficientes. Además, la Velaria tiene un techo cóncavo muy alto (yo creo que al menos unos 15 metros de altura) y no tiene paredes. No había manera de que rebotara el sonido. Candelabrum ahí, palomita.

 

El aspecto visual. El escenario se veía profesional, de tamaño suficiente para el tipo de show (no era del tamaño de uno en el Foro Sol porque no era necesario, por ejemplo), sólido y con aditamentos suficientes para expandir la experiencia. Es decir, había una enorme manta con la imagen del fst pero tenía espacio para montar una manta para cualquier banda que lo requiriera. Varias aprovecharon el espacio, algunas con mantas que quedaron chiquitas y otros con mantas grandes (Cirith Ungol y Candlemass vienen a la memoria) y monumentales (se ve que Over Kill conocía las medidas y le sacaron provecho total). A cada lado había una pantalla de led en formato vertical que en todo momento transmitió aspectos de cada presentación en vivo. Candelabrum ahí, palomita.

 

El espacio. Mucho más que suficiente pero es otro de esos detalles totalmente subjetivos. Para mi, el que las barras de chela, los food trucks y el metal market estuviera al fondo fue una decisión acertada. Dadas las condiciones acústicas del lugar, a pesar de que la distancia en línea recta entre estos sitios y el escenario sería de unos 80 metros (tal vez más), te permitía caminar a gusto, sin aglomeraciones, empujones, toqueteos y hasta carterazos. Podías ir tranquilamente por tu chela e incluso ocupar alguna periquera o mesa para tomártela o comer algo, sentado, y escuchar perfectamente bien a la banda que estuviera en el escenario. Si bien leí que algunos se quejaron de que se acabó la chela, la realidad es que hubo un momento en que se acabaron las tecates rojas, pero no “le chela” como concepto. Aunque no es muy de mi agrado, la Tecate Light estuvo disponible en todo momento. Minutos más tarde llegaron varios cartones nuevos, aunque eso sí, no estaban frías. Pecata minuta. Ya el que quiera limitar su experiencia a ese detalle, que además duró solamente un rato, pues está en todo su derecho.

 

El estacionamiento estaba justo en la entrada, y ésta era bastante amplia así que no hubo aglomeraciones. Los baños en general eran Sanirent, limpios, suficientes.

 

En fin, a nivel logística, prácticamente perfecto. Y eso es algo que sucede muy pocas veces, en león, en CDMX o donde sea. Estamos muy mal acostumbrados a que todo empieza tarde, y aquí no fue así. Todo fluyó perfectamente a tiempo.

 

Las bandas nacionales. Ese es uno de los puntos tristes en México. Hay festivales (de formato justamente nacional, de corte internacional) y promotores que por alguna razón desprecian a las bandas mexicanas, pero las invitan. Desde mi perspectiva, es entendible y respetable que no las quieres, que no te interesen, que no las apoyes, que las veas como una parte flaca del negocio que no te aportan nada económicamente. Es como la inclusión moderna, si es a huevo nomás no funciona. Pero una cosa es que como empresa promotora no te interesen, y otra es que a pesar de todo lo anterior las invites y entonces, las maltrates. Y ojo, hay muchísimos festivales nacionales o tocadas con nombres de festival que caen en esta categoría, no es necesariamente este o aquél fest de bandas de fuera. Candelabrum es diferente. De entrada, solo hay un escenario así que ya desde ahí, el trato es profesional. Todas tocaron en el mismo espacio y bajo condicionas profesionales y otras con tiempo mínimo de 30 minutos. Candelabrum ahí, palomita. Porque además volvemos al principio, al anunciar tiempos desde 10 días antes, si no te gustan las bandas nacionales, sabes de antemano a qué hora puedes llegar, sin dramas, sin necesidad de agredirlas verbalmente o estar de cara larga porque “qué hueva”.

 

Mordskog


Finalmente, porque la experiencia con cada banda es material para otro u otros posts distintos, hay algo que es muy importante destacar. Ya se mencionó la inclusión a fuerza. Pero que no deba ser por obligación no significa que no estuviera presente. Cerca de la mitad del equipo de trabajo detrás de Candelabrum son mujeres, Varias de ellas en puestos clave y todas, con excelente desempeño. Candelabrum ahí, palomita.

 

Esta claro es una experiencia personal. Cada quien es libre de poner en comentarios su propia vivencia. La única solicitud es evitar los insultos y las agresiones verbales. Yo me siento totalmente llamarada, ¿y tú?

 

Si llegaste hasta acá, ¡muchas gracias!

 

Migraña en “qué bueno que surjan propuestas de calidad” mode on.









6 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo con casi todo. Donde no es en la última palomita; ¿Por qué no invitaron a ninguna banda local? Me parece un desaire bastante curioso, por lo menos.

Anónimo dijo...

Dies irae.!!

Anónimo dijo...

Dies Irae son de León !!! Más de veinte años en la escena

Anónimo dijo...

Jajajaja ves, hacerla de pedo sin estar informado es la pasión de mi México lindo

Eskeda dijo...

Dies Irae de León, con varios discos grabados, uno de ellos con el mismísimo Fredrik Nordström en Suecia, probablemente en el año cuando ibas naciendo... Y Piraña, bandotototota de Querétaro con muchos años en el ruedo.

Anónimo dijo...

Otra opinión acertada y deleitable al leer del camarada Migraña, saludos!!