martes, septiembre 27, 2022

Helloween, reseña.

Foto Dilemma/Germán García

Lo siento pero no llegué a Hammerfall. Pero qué tal Helloween. 9:25 de la noche, nadie en la calle, pocos puestos, mal augurio. No sé por qué pero creí que tal vez había poca gente en la arena, porque normalmente hay barullo afuera. Será tal vez que en realidad han sido pocas las veces que he ido ahí (Scorpions, Deep Purple, aquél Festival Maquinaria con Slayer y Mastodon y poco más) pero todo estaba silencioso, calmo. Afuera. 


 Entramos muy rápido y fácil y en el par de puestos de merca oficial que vimos en el camino, ni un alma, y poco barullo, nuevamente. Tristeza. Parece que muchos estaban en Monterrey y que seríamos pocos los que veríamos a Helloween. Es más, como no había estado pendiente de mucho y hasta apenas dos o tres días antes pensaba que no iba a ir porque trabajo y no me daría tiempo, creí que tal vez solo habrían abierto la pista. Una vez localizada la puerta de entrada y cruzado el umbral, todo cambió. Había mucha gente. Sí, el último piso de la arena estaba cerrado, pero tampoco es que Helloween tenga el arrastre para abrirlo, estaríamos hablando de cerca de 20 mil personas y ps no, tampoco. La parte de atrás de General no estaba llena, la grada tampoco, pero calculaba unos 7 mil. Resultó ser que la entrada fue de nueve mil, es decir y como lo platiqué con Weikath, poco más del triple de lo que normalmente convocaban (al circo le caben 2 mil 500). Wow. Ya hace algunos años que he entendido que lo principal es como me la pase yo, jaja, ya si se llena o no, pues es bronca de otros. Claro, quería que le fuera bien a Dilemma. Quiero que le vaya a todos los promotores que hacen metal, pero ya no me angustio cuando no es así. 

 Pocos días antes se había anunciado que Helloween tocaría a las 10pm y fue entonces que me animé. Yo salgo de trabajar a las 9 (y me pude zafar a las 8:30), así que para mi todo era ganancia. El show empezó como 4-5 minutos después de las 10. Un escenario sobrio, con tres plataformas, dos a los costados y una al centro, esta última enmarcada en una enorme calabaza con ojos de encabronada que sostenía la tremenda batería de Dani Löeble y una pantalla al fondo. El truco sería entonces enganchar a la gente con la música. Lo lograron con creces. 

Foto Dilemma/Germán García

 “Skyfall” fue la presentación de la banda cuando lograron su primer disco como septeto, y fue su carta de presentación esa noche de sábado en la arena. Es temprano en la reseña para poner un pero y sin embargo hace falta: es un lugar de acústica prácticamente perfecta pero el inge de la banda se llevó su buen rato en agarrarle la onda. No sonaba horrible tampoco, pero en una escala del 1 al 100 estaba como en 80% de nitidez, y estaba claro que fue su problema, no los rebotes, no la estructura. Ok, ya saqué ese pero del sistema. “Skyfall” es Helloween 2022 en su máxima expresión. Rolota, de un disco muy bueno, difícilmente había una mejor opción para arrancar el show con la idea de hacerlo con el disco nuevo. Pero como sucede en el box, no se conformaron con un buen derechazo, conectaron un brutal uno-dos al escoger nada menos que “Eagle Fly Free” para segunda rola. 

 En mi presupuesto previo al show estaba contemplada alguna lagrimita, pero no pensé que fuera desde la segunda canción. No recuerdo todas las demás pero fueron varias así que baste decir que sucedió. Mucho. 
Foto Fernando Aceves

 Dicen que por ahí de los 14 años es que realmente un individuo define su gusto musical. Yo conocí a Helloween un poco más tarde, como a los 16, misma época que Over Kill (cuando haga la reseña del Candelabrum tendrá más sentido esta referencia), por ejemplo Ya no recuerdo que fue lo primero que escuché de ellos, sobre todo porque antes de comprar mi primer disco, escuchaba algunas rolas en los casets de algunos compañeros de la escuela, pero desde que salió Keepers 2 (para entonces tenía 17 años), “Eagle Fly Free” me ha acompañado. Después regresaron al disco Helloween con Mass Pollution. Ya desde ese momento comenzaba a notarse que entre la gente había muchos fans más jóvenes, que recibieron muy bien el disco. Más adelante se notaría más. 

 Igual que al inicio, si pones una rola nueva, proteges la vibra de la noche con otro trancazo y en este caso fue “Future World”. Pocas veces se me enchina la piel tan de volada como al corear junto a 9 mil personas esa entrada tan clavada en el imaginario colectivo metalero: “If you’re out there all alone, and you don’t know where to go to, come to take a trip with me, to future world”. Wow. 

Foto Dilemma/Germán García

 Ya para ese momento habíamos gozado a los tres cantantes y por supuesto, a los tres guitarristas. Ya en su momento destaqué lo bien que sonó Maiden hace algunas semanas porque por fin Janick Gers se puso a tocar, pero con Helloween es algo que sucede desde hace años ya, y lo hacen realmente muy bien. Sabes que son tres guitarristas no solamente porque los ves, sino porque los escuchas. 

 Siguieron “Power” y “Save Us” y es el momento ideal para retomar la parte de cómo se notaba que había muchos fans más jóvenes, y muchos de la era Deris el cual, por cierto aclaro, yo no tengo queja. La tuve por algún tiempo pero hace años que no. No voy a entrar al terreno de la descalificación disfrazada con comentarios tipo “Save Us es para conocedores”, pero no la tocaban en vivo desde 1989 y por supuesto, jamás había sonado en México. Más lagrimitas. Y después de eso vino la presentación (palabras más, palabras menos y por eso no va en comillas): denle la bienvenida al creador de todo esto, el señor Kai Hansen. El popurrí “oficial” dice que tocaron partes de “Metal Invaders”, “Victim of Fate”, “Gorgar” y “Ride The Sky”. En las dos giras anteriores no habían tocado ni “Gorgar” ni “Victim of Fate”, así que más para recordar, sobre todo porque Victim es de mis favoritas. Y vaya que la gente estaba muy prendida, pero parecía que muchos, tal vez algo así como la mitad no las conocían. Y no tiene nada de malo, son rolas de hace 37 años, esa mitad de público probablemente ni había nacido. El punto a destacar es que de cierto modo, creo, le debemos mucho a Andi Deris porque fue la voz de la banda durante muchos años, esos en que empezaron a venir a México y es en buena medida parte del motivo por el cual se ven hasta tres generaciones en los conciertos actuales. Y después del popurrí, “Heavy Metal is the Law”, vaya manera de rendirle tributo al pasado y de consentirnos a los que los escuchamos hace poco más de tres décadas. 



 Después llegó “Forever and One”, un tema que me parece ayuda a que respiren casi todos porque la mitad de la canción la hacen solo Sascha en la guitarra y Kikse y Deris en la voz. En México no la cantaban desde 2011 y me parece que este formato a dueto les funcionó tan bien en el video grabado en Madrid que lo retomaron, y a pesar de que para mi gusto no es la mejor balada que tienen, para el gusto del 90% de la audiencia sí lo es, así que ni para quejarse. 

Foto Fernando Aceves

 La tercera de las rolas nuevas fue “Best Time”, el sencillo más reciente, seguida por “Dr. Stein”. Ambas me gustan pero ninguna es mi favorita de sus respectivos discos. Siguió “How Many Tears” y para entonces llevaban poquito más de hora y media sin parar. Tiempo suficiente para apreciar detalles, como el hermoso bajo naranja de Markus Grosskopf y su estamina, no para de bailar y moverse y es además la mitad de la brutal base rítmica de la banda. También se podía ver, sobre todo en las pantallas de la arena, no tanto en la del escenario, el trabajo de Dani en la batería. No solo es brutal sino que lo hace como si nada a 2 mil 200 metros de altitud. Impresionante. También hubo tiempo suficiente de ver a Weikath, sólido, sin aspavientos pero ahí en las buenas y las malas. 

 Para el encore arrancaron con “Perfect Gentleman” y luego con “Keeper of the Seven Keys” en toda su gloria. Ya solo faltaba el climax y ese llegó al final con el segundo encore, “I Want Out”. Esta vez no hubo globos ni confetti pero ¿a quién le importa? Bueno, se menciona porque afectivamente algunos lo notaron, mi Castañita Kelpy Interesante entre ellos, pero no pasa nada, es pecata minuta porque lo que no faltó en esa canción fue el juego con la gente de que la mitad de la audiencia canta la melodía mientras la otra mitad canta el “I want out”. Fue probablemente lo más apegado a un script, o lo que menos sorprendió pero es al mismo tiempo el final que la mayoría querríamos (y no digo todos porque seguro alguno habrá que refunfuñe) y fue una cereza en el pay de calabaza que redondeó una noche de poquito más de dos horas de magia pura. 

Foto Fernando Aceves

 Un set muy bien balanceado, una banda que ya se nota totalmente compenetrada en su formato de septeto, en la que se siente una actitud de equipo en la que todos ponen su granito de arena en favor del grupo y no de cada quien. Por supuesto, al ser una reseña hecha por un fan abundarán las flores y faltarán las críticas, pero ¿cuál es el punto de destacar lo malo (que fue casi nada) cuando casi todo fue bueno? Igual si hubiera sido un desastre se menciona, pero como no, yo lo dejo ahí en nivel casi de fantasía. 

 Si llegaste hasta aquí, ¡muchas gracias! 

 Migraña en “Ride the Sky” mode on.

1 comentario:

Dieguitzin Del Potzin dijo...

Excelente reseña Luis, me hubiera encantado ir pero ya tenía boletos para Monterrey desde hace años.