Corderos divinos.

Interesante noche la de anoche. Fue la primera vez en mucho tiempo que me topé de frente con la nueva generación metalera. Ayer en Lamb of God eran yo diría un 90% de nuevos metaleros (NO LO DIGO CON DESPRECIONI SOBERBIA, ME REFIERO A LA EDAD) y un pequeño 10% de vieja escuela. Eso de entrada tiene sus lecturas. Según yo:
-Nada mejor como noticia que ver que la escena crece (en cuanto a la audiencia), que se rejuvenece y mira pa' delante.
-Se abre la puerta para nuevas propuestas. Es una especie de foto fija sobre el refrán aquél de renovarse o morir (y me refiero a la escena, espero no empiecen las interpretaciones macabras).
-La diferencia entre como se vive un concierto de mayoría old school es muy diferente a como lo vive la nueva escuela.
-El metalcore tiene sus buenas bandas (no muchas, pero Lamb of God, en mi opinión, se salva).
-El metalcore tiene sus seguidores, y no son pocos.
-Otro referente clásico que anoche dejó claro que el público era mayoritariamente muy joven fue que la cola para las chelas, a pesar de que había más de dos mil personas, era leve. Digo, el viernes con Hypocrisy nomás no acababa nunca jajaja.

Tons, redactado podría decir que me sorprendió ver como una banda de la generación reciente cautivó a 2, 500 personas. El calor era intenso, aunque afuera el frío estaba crudo y bien instalado. Las caras que veía para donde volteara parecían todas de chavos que tal vez andan en la prepa o los primeros años de la universidad. Algunos más jóvenes. Eso me dio mucho gusto, todos empezamos en algún punto, en cierta edad y con cierta banda. Anoche había muchos que se notaba empezaron con Lamb of God, sobre todo a juzgar por ciertas reacciones individuales que daban mucho gusto. Había algunos que se desgañitaban gritando cada palabra de las canciones, se notaba que las viven con intensidad y que para ellos dicen algo importante.
La banda bien a secas. La verdad tenían una excelente producción, 21 sistemas por lado y cuatro puentes de luces para lucirse. El problema como siempre fue de sus técnicos. El de audio muy bien, se escuchaba todo a buen volumen, se escuchaba por ejemplo lo que se veía tocar en la batería. El problema, o el detalle es que el ingeniero de luces jamás supo sacarle provecho a lo que estaba a su disposición. Sólo en un momento, al principio del concierto en una rola que inmediatamente puso a todos a brincar, el inge de luces tendió una cama de luz verde sobre la gente mientras brincaba. El efecto, con Circo lleno, era como estar viendo las olas del mar. Poca madre.
A mí por ejemplo no me encanta el slam. Tengo cuatro clavos en el hombro que me recuerdan que es mejor no entrar en él jajaja. La edad (la mía) pesa, además. Pero la nueva generación (a juzgar por anoche, insisto), no lo practica tanto. Había tres o cuatro mini pits que se armaron varias veces, pero nunca hubo uno completo, como en ciertos conciertos vieja escuela. E insisto, lo describo así porque así lo vi, y lo hago para marcar como se vive el metal de hoy contrastado con como lo vivíamos nosotros, hace veinte años. No es con afán de ofender o menospreciar a nadie. Tampóco es que se deba lastimar la gente, pero digamos que el público estaba más controlado, más en un estilo pasaivo de ver el concierto. Además el cantante dijo en varias ocasiones que esto era una fiesta y todos deben cuidar de todos (lo cual está bien en mi criterio). Cuando me pasé a las gradas por ejemplo, estaba casi hasta arriba. Desde ahí se veían cientos de celulares encendidos, ya fuera porque estaban grabando video, tomando fotos o lo que fuere, pero había muchos concentrados más en tener buena toma que en el concierto en sí. Otra cosa que cambia mucho es el clásico festejo por México. En todos los conciertos hay algún momento para corear el nombre de nuestro país. La diferencia en todo caso es que en los conciertos con mayoría de público treintañero y para arriba, el grito es constante y repetitivo: "México, México...". Anoche, el grito era constante, repetitivo pero adicionado con palmas: "México -clap clap clap- México -clap clap clap-". Se ve y se escucha poca madre, pero tenía años que no me tocaba vivirlo en esos términos. Quizás la última vez fue en algún partido de la Selección Nacional, en algún estadio capitalino.
Los brincos ciertamente definen a esta nueva generación. Y cuando lo hacen de improviso, sin que el cantante lo pida, es espectacular. Cuando tanto arriba en gradas como abajo en la pista todos brincan, el Circo se cimbra. Y visualmente es una experiencia distinta también. El que haya estado anoche y puesto atención, o el que haya visto alguna vez a dos mil cabrones brincando al mismo tiempo, sabrá a lo que me refiero. Otra referencia futbolera es que por momentos (estaba tan lleno que no se podía hacer fácilmente) lo que la audiencia hacía era correr de arriba a abajo, como cuando un equipo mete gol.
El ánimo estaba encendido, la gente coreaba cada instante, pero según yo, les faltó intensidad. La banda estaba visiblemente emocionada con la recepción que le dieron sus fans, eso sí: "Estamos orgullosos de ustedes México, es la primera vez que venimos y nos han sorprendido increíblemente". Y sobre lo musical, Lamb of God es ciertamente una buena banda. Para mi gusto -y eso es parte de la estética nu metalera, así que no es criticable partiendo de la base que si vas al show, sabes a lo que te atienes- faltan los solos de guitarra. Creo que podrían hacerlo y lucirían y crecerían aún más.
Al final del día fue un placer ver a tanto metalero joven. Y la única manera de que como comunidad metalera juvenil adopten ciertas conductas -o no, también- es dándoles tiempo y más eventos para que se fogueen. No me extrañaría saber que anoche fue la primera vez que fueron al Circo muchísimos de ellos, y qué bueno que así sea. Y la fogueada no significa que deban repetir las actitudes clásicas en los eventos vieja escuela, sino que se sienta más homogeneo el accionar del público. Por momentos parecía que todo era relativamente nuevo para muchos.
En fin, excelente velada. Espero que esta versión alternativa de reseña no ofenda a nadie. Es sólo que como ya dije, nunca me había tocado estar en un concierto de banda mucho más joven, lleno y con tanta expectativa.
Al final también me llegó un viento de nostalgia. En los conciertos que normalmente veo, y que normalmente cuentan con mucho más gente de mi rodada, el encore lo pides gritando por la banda. En Kiss por ejemplo el grito era "Kiss, Kiss, Kiss". Con Maiden si no me equivoco era el "olé olé olé olé, Maiden, Maiden". Con Hypocrisy era "Peter, Peter". Con Lamb of God el grito común fue "Otra otra otra". Cosas curiosas de las generaciones.

Migraña en "ya no estoy tan chamaco" mode.