lunes, julio 10, 2006

Tool.

En Playboy me pidieron para septiembre una semblanza de Tool. Me dieron para tal efecto el último disco, 10,000 days pero entendí que era "semblanza" y no reseña, entonces al final, no reseñé nada y me fui por el lado articulesco nada más. Eso quiere decir que el siguiente post será único. Cuando salga Playboy septiembre, la mitad de lo que está escrito aquí no estará, y habrá cosas que no están ahorita.
Todo el fin de semana me la pasé escuchando los discos Aenima, Lateralus y 10,000 days. Confieso que de Tool sólo recordaba un video muy extraño con animaciones. No era el gran fan y de hecho no tenía nada de ellos en casa. Sigo sin ser el gran fan, pero acepto que me encantó la banda. me siento medio mal por no conocerlos, pero al mismo tiempo me da gusto haber llegado a su mundo ahora. Antes me hubieran parecido pretensiosos y aburridos (un poco lo que me pasa con King Crimson) pero ahora lo disfruté bastante. Si tan solo algún gandalla no me hubiera robado el autoestéreo en el chopo y mi discman sirviera bien, seguro me gustaba más.
El caso es que me pasé el fin con Tool en el estéreo, y aunque no ponía atención en todo momento, si fueron muchas horas de su música en mi casa, así que entró en mí de manera consciente y sub consciente.
Aquí está, todavía sin título:


Diferente.
Tool no es cualquier banda, es un monstruo de mil cabezas que no se parece a nadie más, y ese es quizás el punto de partida de su encanto sobrecogedor. Resulta innecesario ubicar al cuarteto californiano dentro de una etiqueta de mercado. Tool es una mezcla de vivencias sonoras que se manifiesta de formas ambiguas y extravagantes en canciones que pueden no tener forma simétrica. Y aún así es arte.
Se les recuerda como banda alternativa por sus participaciones en el Lollapalooza. Algunos le cuelgan la etiqueta de metal por haber girado al lado de Meshuggah y otros le llaman progresivo por su viaje al lado de King Crimson. Al final del día, Tool es todo y nada a la vez; ciertamente ofrece una versión alternativa del rock, conserva en muchos pasajes de sus canciones el sostén metalero del riff y ofrece temas que desafían la lógica conceptual del 4/4, como el progresivo. Tool mezcla todo y se da el lujo de examinar tendencias filosóficas modernas en sus letras. Maynard James Keenan canta, grita, susurra, arremete, concilia, invita, agrede y se sobrepone con su extraña pero excelsa voz. Sin embargo, en el escenario se aleja de la pose rock star y suele aparecer con la espalda hacia el público o parado todo el concierto junto a la batería, un poco en la sombra, otro tanto en el anonimato.
Música bizarra.
El adjetivo suele calificar a la gente valiente, gallarda o esforzada. Para nosotros, quienes ya vivimos en los treinta y tantos, bizarro es de entrada el mundo paralelo que existía en la caricatura La Liga de la Justicia. Ahí, el Superman era malo y crudo, cada uno de los súper héroes tenía su reflejo macabro y malediciente. Bizarro entonces era sinónimo de extravagancia pero desde una perspectiva oscura, de versatilidad pero con vueltas de tuerca que hacían del personaje una calamidad irreverente y magnética. Tool es así, valiente y arriesgada como banda. Suele integrar el arte en sus discos, es un conjunto multifacético para el que la imagen es igualmente importante.
Su mezcla de metal con sicodelia con progresivo se apoya en proyecciones visuales que refuerzan el carácter tétrico, minimalista y complejo de la banda. Son famosas también algunas actitudes en las que se deja de lado la timidez y aflora el carácter decidido y vanguardista. Por ejemplo, en 1994 durante un concierto en el Garden Pavillion de Hollywood, la banda se enteró que el inmueble era propiedad y “templo” del Centro de Scientología para Celebridades. Furioso, Maynard Keenan comenzó a balar como oveja entre canción y canción. Primero lo hizo mirando los frondosos jardines pagados con el dinero de los famosos, y luego lo hizo mirando a su audiencia directo a los ojos.
Impredecible.
Imaginar lo que saldrá de un disco de Tool es tan aventurado como beberse una botella de whiskey, cerrar los ojos y dejar que la mente vuele. Los cuatro músicos son expertos en viajar más allá de sus propios límites, estirando la realidad y los tiempos musicales. Entre sus canciones se encuentran algunas que comienzan con ritmos de 5/8 y termina en 7/8 como el tema ganador del Grammy a Mejor Canción de Metal, Schism y otras que a la mitad rompen de tajo la secuencia que llevaban, irrumpen en susurros dadaístas o balbuceantes silencios para regresar con una estructura totalmente diferente a la que le precedió. Y lo hacen con maestría.
También son expertos en romper la forma clásica de versos y coros. Seguir la pista conceptual de las canciones de Tool no es fácil. Es el tipo de banda que requiere de un análisis más profundo. Se deben leer sus entrevistas, desmenuzar sus conceptos musicales y visuales pero de un contexto de integridad, porque si no se tiene claro el todo, no se entienden los particulares.
Sus discos son apenas cuatro (Undertow, Aenima, Lateralus y 10 000 days) en estudio -todos han alcanzado ventas de multi platino (más de 2 millones de copias) en Estados Unidos- un box set de rarezas y covers en vivo, además de un EP.
En ese contexto, reseñar un disco de Tool es tan pretencioso como decir que el sistema de valores que defienden es el más coherente con la realidad. Sin embargo queda claro que 15 años de carrera han servido de algo, y es que el nivel de artesanía y virtuosismo musical que han desarrollado es poco común en la actualidad. Es además un disco mucho más visceral y sincero, personal y auténtico. En “Wings for Marie/10,000 days” Maynard dice que “10,000 días en el fuego son lo suficientemente largos, por fin te vas a casa”. La referencia es en torno a su madre, quien vivió 27 años amarrada a una silla de ruedas y finalmente murió en el 2003.
El arte del disco (incluye unos lentes estereoscópicos) fue diseñado por Alex Gray, el mismo que les ayudó en Laterales. La presentación es igual en todo el mundo, en digipack con una variación de la pintura “Collective Vision” del mismo Grey como portada y varios dibujos y retratos tridimensionales en el interior. Un verdadero clásico. [Fin de la nota publicada]

Pues ahí está. Así la planée, aunque no se publique tal cual. Si les interesa y quierenm saber mi opinión sobre 10,000 days, compren Playboy en septiembre.

Chico Migraña

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Chico migraña:

Me gustó tu texto sobre Tool, y esperaré ansiosa el que salga publicado en Playboy. Ojalá tengas chance de leer mi entrevista con Adam Jones (hoy harté a mis compañeros del periódico hablando de Tool, jajaja, ni pedo, que se aguanten), pero a ver qué opinas tú. Obvio el espacio te limita muchísimo, porque la verdad podría haberme extendido mucho más. Te dejo my link de myspace.com por si algún toolero se a(e)nima a mandarme algún comentario.

Saludos!!!

myspace.com/nataliacano

Unknown dijo...

terrible reseña, estás pasando por alto la estética propia que ha desarrollado tool y que sirve para explicar esos comportamientos que calificas de "bizarros" además no puedes pretender analizar a tool desde otra perspectiva que no sea la de un "outsider" (cosa que de hecho estás haciendo)
el fenómeno tool es algo que sólo se puede explicar desde fuera de la música... y que tool analiza tendencias filosóficas modernas? en qué momento hablan de Foucault por ejemplo? la filosofía de tool es mas cercana a extremo oriente, india se me viene a la mente, pero tampoco pretendo pecar de pedantería pues de eso solo conozco pinceladas.