Desvaríos y censura

Estaba con ganas de subir una nota que escribí sobre los problemas en Polonia con el metal. Sin embargo no lo haré, mejor que se publique y además, le rasco un poquito más y lo saco para Marvin de septiembre. Está muy interesante, pero está muy tétrico a la vez. El poder de la iglesia católica es patético. Al Islam lo llaman cuna de terroristas; propaganda nada más, los católicos, o su máxima institución para no caer en generalidades insípidas, se los llevan de calle. Dejémoslo en que muchos de ustedes habrán leído la nota de que Moonspell estaba vetado y no querían dejarlos tocar porque "sus letras promueven el satanismo y abogan por el sacrificio de animales y seres humanos". Ahí empezó mi inquietud (bueno empezó cuando hubo una serie de ires y venires entre un grupo conservador polaco y Behemoth, en realidad) y me llevó a investigar y descubrir algunas cosas oscuras. Y aquí Telerisa y TV Chaqueta ponen el grito en el cielo por la famosa iniciativa de ley que pretende prohibir o en su defecto castigar a los medios que difundan cierto tipo de apoyos a partidos políticos. Es decir, la ley prohíbe a los partidos políticos contratar anuncios de radio y televisión, los anuncios electorales de personas físicas o morales y que los anuncios de los partidos políticos denigren a los rivales. Y aunque Proceso dice que el apoyo a dicha ley le costó la chamba a Santiago Creel, debatir esto es una cosa, pero prohibir que toquen bandas de rock porque una asociación de derecha así lo dice, y que el gobierno suscriba los dichos de estas organizaciones, eso es otro boleto.
Un ejemplo No Metal de lo que pasa por allá, para ir calentando motores, es que los Rolling Stones ofrecieron un concierto en una fecha que resultó ser de duelo nacional en Polonia. No pudieron (o tal vez no quisieron) cancelar la fecha. Ofrecieron a cambio donar parte de la taquilla a la fundación o asociación Caritas de Polonia para ayudar de alguna manera a los deudos que perdieron a familiares y amigos en un accidente carretero en Francia, lugar al que los polacos habían peregrinado por algún asunto religioso. Total que el Padre Zbigniew Sobolewski, vocero de Caritas dijo que "no abriremos ninguna cuenta en la que se pueda depositar dinero recaudado en el concierto. Caritas Polonia prefiere respetar el tiempo de duelo y manifestarlo como una ocasión dedicada para la reflexión sobre la vida y la muerte, un tiempo para la oración". Caritas calificó el donativo como "dinero sucio", y no lo aceptó. Claro, el duelo nacional terminaba ese día a la media noche. El concierto empezó pasadita esa hora, se pidió un minuto de silencio y al final se entregó una suma (no especificada) a las 26 familias de las víctimas. Y a pesar de que tampoco se especificó por medio de qué fundación u organización se entregó la lana, la idea es ofrecer un marco de referencia de cómo funcionan las cosas en ese país de casi 40 millones de personas, 90% de las cuales son fieles de la Iglesia Católica Romana. Esa es censura y no jaladas.
Bueno, en esas andaba el viernes, ya me urgía entregar mi nota para el domingo en el periódico La Crónica y se me ocurrió quejarme de otro tipo de censura. ¿Alguno de ustedes queridos glóbulos ha ido con el pelo largo, camiseta de la banda que sea y cara de flojera a un Sanborn's? ¿Y los ha perseguido "discretamente" la seguridad? ¿Les han puesto jetas en algún restaurante, los mira mal el policía del banco, cierra el seguro del coche la señora que está esperando en el semáforo?

Sin parar de pecar

Tal vez para algunos, las letras de las bandas que hacían metal en español en los años 80, o a partir de los años 80, ya suenan a rebeldía comunista avejentada. La última vez que se abrió la ventana de la casa del mundo, el viento decía que levantar la voz contra la injusticia nunca está pasado de moda. “Qué risa me da esa falsa humanidad, de los que se dicen buenos. No perdonarán mi pecado original, de ser joven y rockero. Si he de escoger entre ellos y el rock, elegiré mi perdición. Sé que al final tendré razón, y ellos no. Mi rollo es el Rock”. Eso decía en 1982 Barón Rojo, la leyenda española. No parece que pasaran ya 26 años, el mundo sigue igual, traer el pelo largo, ser rockero, usar camisetas negras estampadas y botas parece que aún es motivo de sospecha. En pleno Siglo 21 se mantienen ciertas actitudes ridículas que sólo muestran los niveles de intolerancia reinantes en nuestra sociedad. Cualquier persona que quepa dentro de la descripción anterior habrá notado como los trajeados con sistemas de intercomunicación lo siguen a todos lados cuando entra en un Sanborns, por ejemplo. La mirada sospechosista y dizque penetrante, la simulación con el intercomunicador, el movimiento de jalar hacia arriba los pantalones para que al alzar los hombros el “guardia” parezca más grande de lo que es, son todas actitudes ridículas. Pero suceden. Caso contrario a los personajes que entran a dichas tiendas con camisa planchada y peinado de abogado.
Mitos. El mundo del rock está lleno de ellos, y con todo y su olor a contradicción, son justamente ellos quien alimentan las canciones. La idea colectiva es que el rock sólo es bueno cuando es cantado en inglés (aunque por la limitación del idioma la enorme mayoría no sepa ni lo que escucha). Los ataques han llegado de todas partes, aunque la iglesia católica se lleva el primer lugar. Ya lo dijo Lujuria en el tema “Sin parar de pecar” al rebatir cada uno de los diez mandamientos: “en una sola frase lo vamos a resumir, a mi nadie me dice como tengo que vivir”. Viejo o no el mensaje es el mismo. [Fin de la nota publicada]

Por cierto ¿sabían ustedes que la lenguia de los Stones es un símbolo satánico? (según algunos sacerdotes, claro) jajaja.

Migraña en el CISEN del metal