Claro, no es metal. Buddy Guy es el llamado Rey del Blues de Chicago. Pero para mí el blues es el papá del metal, finalmente, Black Sabbath antes de inventar, detallar, definir o establecer el metal era una banda de blues que giraba bajo el nombre de Earth.
Ayer viernes Buddy Guy se presentó en el Teatro Metropólitan. Y opacó cualquier rastro de divismo que pudieron tener en el pasado algunas "estrellas" de la música que han visitado México (o que viven aquí, en su defecto). Se trata de un viejito (y calculo después de verlo en vivo que el término no le debe molestar) que se sube al escenario y derrumba cualquier barrera con el público, con el mito del artista engreído o la estúpida salida de los pseudo metaleros actuales tipo Korn que no tocan solos de guitarra.
Pero la noche fue mágica de cabo a rabo. De abridor estuvo la legendaria agrupación nacional Real de Catorce. Y suele presentarse una vez por año en el mismo inmueble y lo llena cada vez. Pero ayer el pouserismo clásico de nuestro circuito rocanrolero se hizo evidente. Llegó Alejandro Lora (para mi gusto, gran maestro) y buena parte del público que pudo estar adentro disfrutando de la mejor banda de blues de México se quedó afuera con él (y calculo que no entró porque no se lo permitieron), para decir luego que son cuates. Y otros tantos fumaban y decían que era el colmo que a un tipo del renombre de Buddy Guy le pusieran a esa banda decadente de abridora. Vaya, como tenemos tantos exponentes de calidad del blues en México...
José Cruz y su banda hicieron lo que mejor saben: ofrecer un excelente cóctel de poesía y angustia lírica repartidos entre bocanadas de sonidos del blues clásico, del blues rupestre del Real y de la psicodélica interpretación del ritmo de los esclavos negros que logra Cruz. Los azotes existenciales en la armónica, remarcados y rematados por solos dolidos y largos de guitarra dieron comienzo a una noche que se transformaría en mágica.
En cuanto acabó la banda, todo el mundo tenía prisa por entrar a buscar su lugar, aunque otros tenían prisa por entrar al baño. ¿Cuántos habrán entrado o salido de ahí totalmnte ebrios? Muchísimos, que pena.
Buddy comenzó de manera que en lo particular era una fantasía sin realizar. Salieron sus cuatro músicos de acompañamiento, establecieron un sabroso ritmo y la voz de su pianista irrumpió gloriosa: "ladies and gentleman, from Chicago Illinois, Mr Buddy Guuuyyyy" jajajaja, excelente. Él, vestido con una camisa de bolitas blancas sobre fondo negro (¿o sería al revés?) que combinaba perfecto con su guitarra negra de puntos blancos. Y lo demás fue cátedra de su dominio sobre el instrumento, el escenario y el blues.
Sonreía en todo momento mientras sus manos de octogenario realizaban solos que se mostraron escuela de gente como Eddie Van Halen. No pondré el set list porque no hubo, todo fue improvisación, pero de altísimo nivel. Y de pronto, a medio concierto, lo inesperado. Yo estaba en el vestíbulo cuando de pronto se abrió la puerta del interior del inmueble y se escuchó una enorme algarabía. Al primer segundo pensé que había un incendio o algo porque salieron varios tipos de traje corriendo, sólo que después de ellos venía Buddy. Su guitarra inalámbrica le permitió bajarse del escenario, subir las escaleras de las zonas preferenciales del Teatro, caminar entre la gente, salir al vestíbulo, subir dos pisos de escaleras (escoltado por varios eufóricos fans) llegar a la zona comúnmente llamada "gayola" y tocar un enorme, larguísimo y muy amplificado solo (cabe destacar que en todo momento tocó la lira, caminando, subiendo...). Y lo hizo sonriente y ahí, en la escalera del segundo piso, viendo desde lo alto a sus músicos que mantenían un ritmo base para que el se luciera, literalmente, en todo lo alto.
Y cinco minutos después bajó las escaleras en el mismo recorrido sólo que inverso. Y se detuvo por lo menos en cinco ocasiones para que señoras, señores, prensa y jovenes se tomaran una foto con él desde el celular o con las novedosas y completísimas mini cámaras digitales. Y en todo momento siguió tocando. Regresó al escenario y sonrío, y se llevó al público hasta el fondo de su bolsillo. ¿Cuántas "bandas" mexicanas e internacionales se pueden dar el lujo de interactuar tan íntimamente con el público? O lo que es peor, ¿cuántas bandas o personalidades se atreverían o estarían dispuestos a hacerlo? Sólo alguien como Buddy Guy que estuvo ahí palomeando con Hendrix, que es ídolo de Clapton, sólo alguien de su estatura se siente lo suficientemente cómodo consigo mismo como para hacer algo así.
"Cuando tenía 5 años alguien me dijo, 'chico, vas a ser grande' y hoy que tengo 80 sigo sin creer que lo logré" cantaba. Su dominio del arte del blues es tan vasto que no sólo es gigante con su instrumento; también con la voz. Susurra, grita, canturrea, explica, matiza. "Sólo te puedo decir esto nena, llevo el blues desde la cabeza hasta la punta de los pies" ofrecía mientras sonreía. Y luego callaba a la audiencia: "ssshhhhhh. Escuchen." Y tocó parte de "Purple Haze" de Hendrix mientras lo imitaba. Y tocó con los dientes e hizo tapping también.
"Ssssshhhhhh. Miren, así es Eric Clapton". Tocó algunas notas de "Strange brew" mientras hacía los ademanes del llamado Slowhand, y sonreía y el público también. "Esto era Marvin Gaye" o "Qué tal un poco del maestro John Lee Hooker" y "cómo quiero a BB King, que toca así". Si quisiera, podría tocar metal también y ser uno de los grandes del shred.
Hizo varios intercambios improvisados con el pianista, se emocionó de los aplausos rítmicos espontáneos del público, jugueteó con nostros en algunos coros, firmó autógrafos mientras el concierto estaba en pleno, regaló plumillas y discos, aventó besos, se dejó abrazar, agradeció piropos (aunque no los entendía) y decía "thanks ma'am" cuando alguna dama gritaba algo. Estuve buena parte del show muy cerca del buen Poncho de Santa Sabina y me dió placer doble el ver a un músico de talla gritar, aplaudir, cantar y ser uno más dentro del público. Sin poses y sin ridículas actitudes de diva se comportó como los fans lo han hecho mil veces cuando él está en el escenario. Y Alejandro Lora también.
Y así, de pronto, terminó. "Gracias Mexico, gracias". Y se fue.
Chico Migraña
sábado, mayo 27, 2006
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2 comentarios:
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