Desvaríos religiosos, otra vez

El lunes me voy al Güacken, así que ando corriendo. Antes había platicado sobre una revista que se llamaba Music and Pop. Luego dije que había desaparecido, luego la re editaron, y una vez más creo que ya valió gorro. Hace algunas semanas me pidieron un reportaje sobre satanismo y metal. Un reportaje más sobre "la banda fulana fue acusada pero en realidad lo que ñpasó fue que..."
Me dio flojera hacerlo así, y en su lugar escribí algo más personal. Ya no sé si algún día esto va a salir al mundo o no. Mientras averiguo, lo comparto:

Diablo con Mitra

Originalmente al escribir este texto pensaba en enumerar algunas bandas típicamente llamadas satánicas. Luego lo desmentiría y hablaría de algunas bandas escandinavas que tienden hacia una actitud más pagana e irreverente. No sería mala idea hablar de los tiempos de quemar iglesias en Noruega, de los estudios sobre “El Camino de la Mano Izquierda”, la fundación de asociaciones como la Orden Misnatrópica Luciferiana o el Templo de la Luz Negra. Todo parecía ser buena idea, tanto así que este texto está escrito en primera persona, algo que en la práctica se supone debe ser evitado.
El artículo entonces debería ser muchas cosas que ha sido antes. Muchos, muchísimos han escrito sobre satanismo en el rock. La mayoría lo hicieron desde su torcida moral católica/cristiana/religiosa. La mera suposición de que alguien puede catalogar a una banda de rock como “peligrosa” debido a loas contenidos de sus canciones es cuando menos, insultante. Creer además que un puñado de religiosos tienen la verdad absoluta y por lo tanto el derecho a coartar la libertad de expresión, es indignante. Tan ridículo es pensar que el Diablo se expresa a través del heavy metal, como lo es pensar en el mismo personaje usando una Mitra.
La premisa para hablar de rock satánico es de origen católica/cristiana. Sencillamente no se puede hablar de Satanás sin tener como referencia primaria a su Dios. Por la buena, por la mala o por culpa de la costumbre, las sociedades occidentales suelen tener inscrito en su ADN la idea del bien y del mal, de Dios y el Diablo. Desde su origen, el rock and roll ha sido atacado por todo tipo de grupos conservadores que ven en su mensaje un poderoso vehículo de corrupción espiritual. Fundamentan –o creen fundamentar- sus ataques con una grotesca ignorancia. Escriben artículos y libros enteros con una total desinformación en torno a los grupos y personajes que atacan. Su falta de conocimiento es tan evidente que no queda más que reír ante sus diatribas. Llamar satánico a Mick Jagger, pero escribir invariablemente Mike; llamar fascistas a los miembros de Kiss ignorando que la madre de Gene Simmons (bajista de la banda) es una judía sobreviviente del holocausto; acusar de satánico por su nombre a Black Sabbath sin tomar en cuenta que, más que una referencia a las brujas y sus rituales es la adopción del título de una cinta italiana de 1963 dirigida por Mario Bava para nombrar al cuarteto.
Una vez demostrado que la patética e hipócrita moral cristiana y sus defensores no tenían nada mejor que hacer que buscar la paja en el ojo ajeno, sin mirar la viga en el suyo propio, atacaban a la música rock sin sentido, varias bandas se subieron al carrito de la polémica y se hicieron millonarios con la mera mención de los nombres Satán, Luzbel, Lucifer y demás sinónimos en sus canciones. Sin embargo, asumir que de esa apropiación de ideas surge una verdadera revolución asesina de las buenas costumbres es querer tapar el sol con un dedo. Ciertos grupos cristianos acusan al metal de casi todos los males de la juventud. No importa que las guerras las generan siempre algunos imbéciles con códigos “éticos” residentes en la moral cristiana o católica; no importa que los medios masivos de comunicación responden a poderes económicos enraizados en el poder de la iglesia, se saltan olímpicamente el hecho de que cada vez son más las religiones alternativas que surgen como alternativa espiritual. Nada de eso importa, el malo aquí es Satanás, y el rock, particularmente el metal es uno de sus vehículos de sometimiento más poderosos. Es decir, para los fanáticos enceguecidos que viven a la sombra de un Dios totalitario, dictatorial, asesino, soberbio y cruel, el mal del mundo es representado por el diablo y su música. ¿Cómo lo sustentan? Con suposiciones y conjeturas, igual que sus evangelios.
El fondo de todo esto es decir “ya basta” a los ataques infundados en contra del metal. Todo lo que se manifiesta como satanismo en el rock es, para la persona dispuesta a entrarle a la terrible idea del conocimiento, de la libre asunción de ideas, una farsa. Los acusadores olvidan el hecho que no todo mundo es religioso. Una persona sin religión no pierde el tiempo en preocuparse por que la letra de una canción hable de Satanás. Que existan etiquetas en los discos como la infame “Letras Explícitas” es un golpe en contra de la libertad. Asumir que todo el mundo debe vivir bajo el régimen ideológico de una iglesia hipócrita y maliciosa es muestra de intolerancia y fascismo.
Este artículo tendría que ofrecer nombres de bandas, refutes contra las acusaciones típicas y una visión de por qué acusar al metal de satánico es muestra de ignorancia. Pero el metal es mayor de edad, ahí sigue y no se marchará. Ya basta de defender un género musical cuya premisa básica es la libertad.
El satanismo moderno casi siempre recae en una idea primordial de elevar al individuo al estatus de Dios. Es decir, ni promueve asesinatos ni rituales ni blasfemias. El satanismo peligroso es el promovido por la Iglesia Católica, esa institución cobarde que pretende ocultar su cinismo inventándose un movimiento contrario a su predicamento y que luego busca chivos expiatorios para ejemplificar al mal.
El que se interese por conocer más a fondo algunas tendencias ideológicas contrarias al cristianismo/catolicismo y quiera hacerlo por medio del rock, tendrá que asumir además que deberá leer libros, tratados, artículos e investigar de verdad. El metal no es tan malo como lo pintan los religiosos ni tan generoso como para explicar tendencias filosóficas enteras en los confines de unas cuantas canciones. Si Satán escogió al rock pesado para corromper al mundo, demostró falta de inteligencia. Si Satán existe, lo más probable es que escogiera a la Iglesia Católica para corromper al mundo, y como títere de repuesto escogió a los políticos. El heavy metal promueve en esencia y entre otras cosas, la libertad intelectual. Ya lo dijo Barón Rojo: “Qué pena me da esa falsa humanidad de los que se dicen buenos. No perdonarán mi pecado original, ser joven y rockero. Si he de escoger entre ellos y el rock, elegiré mi perdición, se que al final tendré razón y ellos no, mi rollo es el rock”. [Fin de la nota que no se sabe si será publicada]

Como otros años, trataré de subir alguna cosa mientras ande por la tierra de Mille Petroza, Doro Pesch y Udo Dirkschneider.

Like a Rolling Chico Migraña

** Curiosamente estoy escuchando The Beast, de Twisted Sister. No cabe duda que el diablo anda suelto.

*** ¿Dulce o travesura? Nada de eso, pero rodarán algunas cabezas.