lunes, agosto 14, 2006

Helloween

En atención al buen amigo Arthur Alan Gore (que acaba de presentar su libro recopilatorio de cuentos Saliva y telarañas) que el otro me dijo: "el único problema con tu blog es que nunca has mencionado siquiera a Helloween". Este es el texto de Marvin Julio/agosto cuyo pretexto era la felicidad. ¿Habrá una banda más feliz que Helloween?

Happy happy Helloween, oh oh o-oh

El mundo es un lugar grande y policromático. Por esa razón, no todo el metal es de contexto salvaje, lujurioso, decadente y contestatario. También existen la alegría, las buenas intenciones y las ganas de ofrecer propuestas positivas. Y para ese tipo de metal, los alemanes de Helloween se pintan solos.
La historia comenzó prometedora hacia finales de los 70. Cuando la década de 1980 estaba por llegar a su primera mitad ya era una realidad: salida de Hamburgo estaba una banda de speed metal con canciones muy positivas en las cuales la alegría no era una fantasía inalcanzable. Por supuesto, algunas letras eran guerreras y rebeldes, pero el lado positivo siempre salía a relucir.
Lo primero que caracterizó a la banda fue el nombre. La E en Helloween y la calabaza en la O eran referentes humorísticos. Incluso en los primeros discos y comunicados de prensa se aclaraba: Advertencia, cualquiera que pronuncie el nombre de la canción “Halloween” con una E y el nombre de la banda con una A corre el riesgo de convertirse en una horrible calabaza de oferta”. Y así llegó su primer disco, Walls of Jericho. Se notaba una clara intención de olvidar las guerras, el odio y la muerte en su concepto, finalmente ya existían varios que dominaban el arte de la depresión. Pero fue Keeper of the seven keys 1 el disco que marcó a Helloween como una banda feliz, alegre y entretenida. Varias de las canciones, que además hoy son clásicos del metal eran odas al positivismo: “mira hacia el cielo y verás el sol matutino levantarse, llevas un enorme poder en tu interior así que grítalo fuerte, estoy vivo...” (I´m alive); “más alto, es lo que espero de mi vida, pero hay algo como un cable que me detiene en el suelo, oh y te escucho decir que así es el mundo, no, escucha lo que te digo, quiero hacer muchas cosas a mi manera...” (Little time); “vivimos todos felices y nuestras vidas están llenas de alegría, decimos la palabra ‘mañana’ sin miedo, el sentimiento de camaradería está siempre presente, amamos nuestras vidas y sabemos que nos quedaremos...” (Future world)
Ese fue el camino por el cual siguieron por muchos años, a pesar incluso de graves diferencias internas. Alcanzaron la cima con la segunda parte de Keeper pero cayeron en un bache inesperado con Pink bubbles go ape y Chamaleon. Aquél par de discos marcó un cambio más o menos drástico en el sonido de la banda y llevó el humor a extremos que ni siquiera dentro del mundo de Helloween eran aceptables. Canciones como “Heavy metal hammsters” e “I´m doin’ fine crazy man” eran demasiado bobas, y aunque el mundo de las guitrarras distorsionada los había aceptado con fanfarrias, todo exceso suele tener consecuencias negativas. En el caso de Helloween un frío recibimiento comercial fue el resultado.
Por aquellos días el baterista original, el creador del logo de la banda, el de la idea de poner una calabaza en lugar de la O y de ilustrar algunos temas con esa verdura como eje central, se quitó la vida. Sus sueños quedaron deshechos junto con su cuerpo en las vías de algún tren alemán. El golpe fue duro y el quinteto regresó a lo suyo: metal de estructura compleja pero con un sentimiento positivo siempre presente. The master of the rings, The time of the oath y Better than raw re establecieron a la banda. Su filiación católica también brotaba en cada disco aunque con mucho estilo y clase, sin imponer ni predicar.
Pero en el año 2000 volvieron a darle la espalda al arco iris. La diferencia fue que lo anunciaron. Hicieron un disco pesadísimo, excelso y oscuro apropiadamente llamado The Dark Ride. “Mr. Torure”, “Escalation 666”, “I live for your pain” y “We damn the night” entre otros eran títulos muy metaleros, aunque extraños en el mundo de las calabazas felices. Inesperadamente el disco fue muy exitoso, lo cual hizo que algunos miembros de la banda quisieran seguir por ese camino. Michael Weikath, el líder y gurú de Helloween se negó rotundamente “aquello fue un experimento, nada más. Helloween es una banda feliz” dijo.
Y volvieron a su estilo clásico con Rabbit don´t come easy. Ahora, Helloween cierra una deuda con su pasado y promueve Keeper of the seven keys 3, The Legacy, otro disco lleno de humor y mensajes de luz: “Señora de Dios, ¿será cierto? ¿Será posible que sea imagen y semejanza de la mujer? de una vestida para matar digamos, ¿en tacones altos? Eso definiría y explicaría porque los hombres a veces nos mareamos...”. No todo lo que brilla es oro, así como no todo el metal nace desde lugares oscuros del alma. Tal vez por eso Lennon decía que “la felicidad es un arma caliente”. Lo cierto es que la maldad y falta de sentimientos en el metal es un cliché. [Fin de la nota publicada]

Yo conocí a Helloween cuando estaba en la secundaria. Lo primero que escuché de ellos (y todavía me encanta por cierto) fue "Ride the sky". Recuerdo que en la calle de Perpetua, en la San José Insurgentes había una tienda de discos donde se encontraban los LP y EP importados. Se llamada disco Ser, y ahí compré el EP Judas que traía si mal no recuerdo varios temas pre Walls of Jericho del tipo "Guardians", "Judas", "Victim of fate", "Murderer" y por supuesto "Ride the sky". En aquelloos tiempos ese sonido era único, eran los albores del speed metal. El power metal (género del que Helloween es rey) no existía como tal y el mundo estaba apenas descubriendo que en Alemania existían algo más que los Scorpions. Fueron años maravillosos en los que salieron al mundo cientos de bandas de gran calibre, como Helloween.

Recuerdo también que la primetra vez que fui al Circo Volador fue a verlos a ellos. Siempre viví como dentro de una burbuja de desinformación, vivía muy lejos de la civilización y no tenía amigos metaleros, así que el Ex Balneario Olímpico, la Arena López Mateos y el Circo eran mitos para mí. Hasta que el destino, la necedad, algunos amigos y en otros casos una gran amiga (saludos Sharon) me han llevado a lugares incluso insospechados.

A Helloween muchos lo han abandonado. Como siempre, cuando empiezan los cambios de personal, empiezan también los detractores. Yo entendí desde el principio que Andi deris tenía su estilo y voz propios, que dificilmente alguien cantaría como Michael Kiske y con eso en mente, el único pero que yo le pongo a la banda es el Pink bubbles go ape. Porque el Chamaleon, aunque no suena a Helloween, me parece un gran disco de Hard Rock.

Yo soy super fan de Kiss y suelo usar la analogía de The Elder. ese disco es una joya, pero no suena a Kiss. Bueno, Chamaleon es el Elder de Helloween. Otra cosa que siempre les critican es la actitud. "Es que son re mamilas" dicen varios. Yo recuerdo con cariño y con alegría su última presentación en México. El solo de guitarra y batería estuvo plagado de situaciones cómicas, porque Helloween se trata de eso, del desmadre, del cotorreo y de no tomarse nada muy en serio. Con guitarrita tipo mercado de Sonora y batería Mi Alegría palomearon I was made for loving you, por ejemplo. Y eso sin mencionar Keeper of the seven keys III, The Legacy, que para mi es un discazo. El concierto comenzó con un monje vestido de negro iluminado sólo por una pequeña luz. ¿Lo recuerdan? Así se presentó Fernando Ribeiro la última vezx que vino Moonspell, también.

Y sobre el hecho de que son mamilas viene la anécdota. En el Wacken del 2004 Helloween tocó con Kai Hansen de invitado especial en varios temas ("How many tears", "I want out" y "Future world" son las que recuerdo). En la carpa VIP/Prensa estaba Michael Weikath, como siempre con su cigarro a medio caer y en un costado de la boca. Se le acercó un niño (no pasaba de los 10 años) y le pidió un autógrafo.Weikath lo miró como con desdén, le quitó el papel y la pluma, le dijo algo en alemán y empezó a escribir. Tres minutos después le regresó la hoja con una caricatura de una calabaza (no recuerdo bien el detalle) y una dedicatoria. Ahora, en escena puede parecer sangrón, pero ese detalle no lo tiene cualquiera. Además, toca como bestia speed metalera.

Es la banda feliz del metal.
Es una banda que me ha hecho feliz desde 1980 y tantos.
Era un compromiso con Artuto, quien por cierto no menciona a Helloween en su libro, ja.

Por Chico Migraña

PD. Ya viene la trivia Slayeriana. Se han vendido 300 boletos en un día. Sigan así pa que se anuncie la segunda fecha. Vamos por todo!! jaja.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Helloween, Ahhh! Yo también lo escuché por primera vez en secundaria. Recuerdo que en ese entonces esataba el auge del Trash; la música de Helloween también tenía velocidad, pero con insuperables melodías. La voz de Michael Kiske era similar a la de Bruce Dickinson, pero era muy efectiva.
Ojalá que un día Hansen y Kiske se animen a realizar una gira con Ingo y Weikath, tocando las rolas del Walls y los dos primeros Keepers; hasta donde tengo entendido; el único que no quiere es Kiske.